Hace cuarenta años, la banda The Who presentó una placa histórica: Tommy, considerada la primera ópera rock de la historia. Mientras tanto, en la Argentina, algunos sostienen que Charly García se adelantó a todos.
Por: Sergio Marchi
Este es el comienzo de la obra que será sinónimo de ópera rock desde su aparición, en mayo de 1969. Y de allí en adelante. Es justo decir que Tommy, un imponente álbum doble, crea el género pero no lo inicia; ese honor podría caberle al propio Pete Townshend que grabó en 1966, con The Who, A quick one (while he's away). El instigador fue su productor, Kit Lambert, que le insistía con un tema largo para completar el segundo álbum del grupo. Townshend se oponía por tradición, ya que para él los temas duraban dos minutos y medio. Lambert le dijo entonces que compusiera cuatro canciones sobre un mismo tema, y así nació la mini ópera. Pero en realidad, la primera ópera rock propiamente dicha apareció en 1968 mientras Tommy se hallaba en gestación: el grupo británico The Pretty Things condensó la triste vida de un hombre perseguido por la desdicha en S.F. Sorrow, una obra subvalorada e ignorada por la audiencia de su tiempo.
Hasta la edición de Tommy, The Who era una banda emblemática de los mods, una tribu urbana antagonista de los rockers ingleses con quienes solían trompearse en las playas de Brighton (o en cualquier otro lugar propicio). Tommy los elevó al podio que compartieron con The Beatles y Rolling Stones y, además, convirtió a Townshend en uno de los más grandes compositores de la historia del rock. Tommy provocó una verdadera manía en torno a la ópera-rock. Costaba definir el género; era común confundirlo con la categoría de "álbum conceptual", término usado para definir a un disco temático, pero sin una narrativa organizada, ni personajes, ni un motivo musical característico, cosas que definen el espíritu de una ópera rock. Tommy, también, inspiró espectáculos como Jesus Christ Superstar, Hair o Evita, que se anunciaban a sí mismos como óperas rock pero que, en verdad, no lo eran (no había mucho rock en ellos) y deben ser considerados simplemente como "musicales". Un musical somete las canciones al argumento mientras que la ópera rock subordina el guión a las canciones que le dan forma, recurriendo a interludios o recitados, si fuese necesario para una mejor comprensión de la historia.
Con el correr de los años, Pete Townshend compondría más óperas rock, algunas excelentes, como Quadrophenia, que retrataba la Inglaterra de los 60, con sus batallas entre mods y rockers; otras inconclusas como Lifehouse, que en 1971 abordó tópicos de ficción que se convertirían en realidad como Internet y la realidad virtual (muchas de sus canciones terminaron en el disco Who's next); y otras que fueron abreviadas como Wire & glass. Ninguna tuvo el impacto de Tommy, que generó total admiración hacia Townshend, que recibió un aluvión postal en donde la identificación con su personaje era absoluta. Buena parte de estas cartas provenía de chicos y chicas que habían sido abusados sexualmente. Townshend tardó años en descubrir que Tommy no era sólo un producto de su imaginación sino que, en parte, también era un testimonio de su vida. Pudo finalmente desentrañar parte de la trama de su propia existencia a través del psicoanálisis, al que acudió en la década del 80, a fin de poder dominar su adicción al alcohol y a las drogas. Poco a poco fue llegando a la conjetura de que él mismo había sido abusado. Nunca pudo encontrar el recuerdo exacto del momento en que esto sucedió, pero había fuertes indicios en su historia familiar que le sugerían una posibilidad cierta. Y, además, Tommy, en su mudez, su sordera y su ceguera, parecía estar gritándoselo en la cara.
Investigando estas cuestiones de su propio ser, lo sorprendió Scotland Yard en 2003. El incauto de Pete había utilizado su tarjeta de crédito para ver contenido en un site acusado de divulgar pornografía infantil. Un amigo le dijo que había leído sobre un futuro operativo contra "una estrella de rock en supuesta posesión de pornografía infantil", y Townshend encontró que la descripción era la de él. No sólo enfrentó a la prensa que comenzó a congregarse en su puerta, sino que él mismo fue a hablar con la policía. Tras un largo proceso, la justicia le otorgó a Townshend el beneficio de la duda. "Mi culpabilidad es clara, pero mi inocencia es absoluta", reflexionó el autor de Tommy sobre su propio calvario.
La continuidad de una estética
Han sido varios los artistas que coquetearon con la ópera rock, pero no siempre consiguieron sus mejores resultados dentro del formato. Un ejemplo claro es el de Ray Davies, líder de The Kinks, que logró buenos álbumes conceptuales como The Village Green Preservation Society o Arthur, pero óperas-rock discutibles tales como Preservation, A soap opera o Schoolboys in disgrace.
Genesis, en cambio, alcanzó un muy buen resultado con The lamb lies down on Broadway, que narraba la historia de Rael, un puertorriqueño en busca de su hermano perdido, tras la visión de un cordero recostado en plena avenida Broadway, en Nueva York. Fue el último álbum en el que participó el vocalista Peter Gabriel.
Es probable que The wall de Pink Floyd haya sido la otra gran ópera-rock de la historia. Al igual que Tommy, reconoce su origen en un trauma posbélico pero, en esta ocasión, real: la muerte del padre del líder de la banda, Roger Waters, en la Segunda Guerra Mundial. Pink, protagonista de The Wall, crece con una personalidad distorsionada por una madre sobreprotectora y el sistema educativo, pero alcanza la locura en la edad adulta, cuando todos sus traumas salen a la luz. Al igual que Tommy, de la mano del cineasta británico Ken Russell, The Wall tuvo su correlato fílmico dirigido por Alan Parker.
El descrédito que trajo el punk hacia los "grandes conceptos" del rock, hizo que la ópera rock fuera cayendo en desuso, pero el formato fue retomado en la década del 90. David Bowie compuso en 1995 lo que según sus palabras era un "drama gótico no linear": Outside, algo así como una novela negra cyber-punk, y Marilyn Manson gestó su engendro más diabólico: Antichrist Superstar, el reverso de Jesus Christ Superstar. Ya en 2003, Neil Young editó Greendale, con rasgos de ópera rock, pero que según él se trataba de una "audionovela". Más riguroso, el grupo estadounidense Green Day reconoció la inspiración de The Who para crear American idiot, una ópera rock que tenía por protagonista a Jesus of Suburbia, aunque muchos leyeron en la obra el intento de personificar al americano medio inmerso en los tiempos de George W. Bush. Resultó curioso el caso de My Chemical Romance, un grupo emo al que nadie le asignó profundidad hasta su segundo álbum: The black parade, una ópera que cuenta la historia de un paciente enfermo de cáncer.
Tommy ha recorrido un largo camino en cuatro décadas. No solo provocó el advenimiento de la ópera rock, sino que además fue el anticipo de un romance que se profundizaría durante los 70: nada menos que el del rock con la música clásica. Lejos de envejecer, Tommy permanece hasta hoy como una obra fresca, audaz y más profunda de lo que sus propios autores supusieron. Lo único que ha envejecido mal es la camisita de flecos que utilizó Roger Daltrey (voz principal de The Who) en Woodstock, el sábado 16 de agosto de 1969, cuando cantó los temas de Tommy en ese legendario amanecer. Y no es su culpa.
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