La japonesa sacó un disco donde canta a dúo con Mercedes Sosa, Teresa Parodi, Liliana Herrero y León Gieco.
Después de escuchar el nuevo disco grabado en castellano por la cantante japonesa Anna Saeki, sorprende verla llegar a la entrevista acompañada por una intérprete. El viejo truco de la fonética: Saeki escucha cada canción en su versión original, estudia a conciencia la letra para entender su significado y recién después la graba. Una fonoaudióloga la ayuda a, entre otros detalles, diferenciar la pronunciación de la r y la l. El resultado, al menos en el plano idiomático, es asombroso: "En Japón me preguntan si vivo en Buenos Aires", cuenta, traductora mediante, con impecable sonrisa nipona.
Así, después de veinte años de cantar música japonesa y tangos -argentinos, pero también japoneses y europeos-, se animó al folclore argentino y uruguayo: en Yo vengo a ofrecer mi corazón canta Pedro Canoero, El violín de Becho, Canción de las simples cosas, Los hermanos y otros clásicos criollos, con producción y dirección musical de Popi Spa tocco, histórico ladero de Mercedes Sosa. La Negra, acostumbrada a presentar nuevas voces, es su madrina artística: conoció a Saeki hace dos años, la invitó a compartir escenario en un recital en Alemania, le presentó a Spatocco y le sugirió un repertorio. Así nació Yo vengo a ofrecer mi corazón, donde, además de la tucumana, cantan Teresa Parodi, León Gieco, Liliana Herrero y Verónica Condomí, con la rareza de que varias de las canciones combinan castellano y japonés.
Ex Miss Sapporo, Saeki trabajaba como modelo y actriz, y estudiaba diseño textil hasta que, en 1987, una discográfica la lanzó como cantante de tangos. "El primer tango que escuché fue Nostalgias: era muy triste, pero detrás de eso había esperanza, había luz. Me sorprendió que se expresaran la pasión, el desamor, el drama, de esa forma: en Japón esos sentimientos se guardan en el interior y, si se expresan, es indirectamente". Sus primeros palotes los hizo acompañando a las orquestas de Leopoldo Federico y José Colángelo en sus giras por Japón: "Ellos me enseñaron muchísimo. Y no sólo el canto: también aprendí el baile, un instrumento para poder sentir el ritmo del tango en el cuerpo y expresarlo mejor con la voz". Aunque vino por primera vez a la Argentina a fines de los '80, recién volvió en 2005, para grabar Concierto de Anna. "En 2007 presenté el disco en el Tasso: el recibimiento fue tan cálido que me dio coraje para seguir viniendo y participar en festivales. Me llamaron la embajadora del tango".
Viene de presentarse en el Festival de Tango de La Falda y de actuar como invitada del quinteto Tangoloco; antes cantó en Francia, Alemania, Colombia y Perú, y ahora va rumbo a Nueva York. Volverá en septiembre, para presentar el disco en el IFT. "Esos -sonríe otra vez- serán los días más importantes de mi vida".
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