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sábado, 18 de julio de 2009

ENTREVISTA A GAGUIK GASPARYAN


El armenio errante


Hace folclore de su región, compuso la música de filmes de Subiela y Pablo César y vive en Buenos Aires. Historia de vida

TALENTO GASPARYAN ES UN REFERENTE DEL DUDUK, UNA ESPECIE DE FLAUTA CON BOQUILLA QUE SE FABRICA CON MADERA DE DAMASCO. TOCA MAÑANA.

Sucesivamente desde que puso pie en Buenos Aires hace doce años, Gaguik Gasparyan fue sumando entre sus mayores pasiones a Gardel, Troilo, Piazzolla, el barrio de Palermo y los bares de San Telmo. De a poco le hizo lugar en su repertorio a la música ciudadana, a tal punto que borró de su imaginario cualquier esbozo de "lugar de paso" en la ruta desde Armenia (donde nació) hasta Los Angeles. Compartía la idea de miles de compatriotas suyos, que consideran California poco menos que "la tierra prometida", asiento de la mayor comunidad de la diáspora armenia.

Aunque Gasparyan afina el clarinete con compases de Taquito militar (la milonga de Mariano Mores, que lo desvela por estos días), lo suyo pasa por las melodías tradicionales de su terruño caucásico. Lleva más de dos décadas de sus 36 años desenfundando instrumentos típicos.

Recién llegado a estos pagos, Gasparyan empezó a dar a conocer su talento con el dudúk -especie de flauta con boquilla que se fabrica en Armenia con madera de damasco- en reductos armenios de Buenos Aires. Y su arte trascendió los escenarios de la colectividad. "Parece que en algún lugar me escuchó Pedro Aznar y me propuso compartir la música de la película No mires para abajo, de Eliseo Subiela. Después me llamó Pablo César, para hacer la banda de sonido de El principio de todo y actualmente participo del documental Arrorró, de Gabriela Golder, sobre culturas antiguas del mundo". Un repentino dejo de felicidad despunta de este hombre sencillo y de pocas palabras, atravesado por la melancolía en su casa de Caballito.

"Nunca me sentí discriminado en este país maravilloso. También me valoran como artista: llevo grabados dos cd propios y otros 30 como invitado", admite escuetamente su buena estrella.

Acumula otros pergaminos, como para henchirse de orgullo: con su batería de instrumentos de viento (suele alternar el dudúk con shví, zhurná y blul), su música ya sonó en La Trastienda, el teatro Cervantes, las radios Nacional y Rock & Pop y realizó giras por seis provincias, Chile, Uruguay y Brasil. Pero fue en la Casa Rosada, en 1999, acompañado por la Orquesta Sinfónica del Congreso, donde mejor se acordó de sus inspiradores: "En ese momento mágico, agradecí a mis padres, que de chico me enseñaron a admirar a Djiván Gasparyan y Vaché Hovsepian, los máximos exponentes del dudúk. Sólo aspiro a ser un digno discípulo de esos virtuosos, que llegaron a tocar con Peter Gabriel y deleitaron al oido desde los filmes Gladiador y La última tentación de Cristo".

Mientras la madre de Gaguik sirve el infaltable surdj (café con borra) con dulces, frutas y pan madnakash -como para que no queden dudas de este resguardo de tradiciones armenias en la calle Riglos-, la voz del músico pierde consistencia por la emoción: "Mi padre, fallecido hace siete años, luchó en la guerra de Nagrono Gharapagh, que en los '90 enfrentó a los armenios con los azeríes, y fue condecorado con la Medalla al Valor. Mi último trabajo, Viaje espiritual es un homenaje a su memoria y destinaré la recaudación por la venta del cd a un monumento dedicado a las víctimas de esa tragedia".

Apurado, ansioso, moderadamente estresado, deslumbrado como tantos por las mujeres argentinas (en definitiva, asumido como un porteño más), Gaguik Gasparyan no desespera por volver a Echmiadzín, su ciudad natal, pero revela una creciente nostalgia por su terruño. "Extraño despertar todos los días con el bíblico monte Ararat en primerísimo plano". Gasparyan encontró un par de consuelos para suplir esa carencia de primer orden. Viaja seguido a Córdoba y atenúa la pena visitando a su novia -la bailarina Verónica Caradaghian- y observando embelesado el entorno serrano. "Pero tarde o temprano regreso a Buenos Aires, mi lugar en el mundo", deja en claro.

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