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lunes, 20 de julio de 2009

La redención de Wynton Marsalis



El trompetista clausura con éxito la 33 edición del Festival de Jazz de Vitoria

CHEMA GARCÍA MARTÍNEZ - Vitoria - 20/07/2009


Hace unos años, en 2006, escuchamos la Vitoria Suite en este mismo lugar -el pabellón de Mendizorrotza- y por estos mismos músicos -Wynton Marsalis & the Jazz at Lincoln Center Orchestra-. A este cronista, así consta, aquella primera interpretación le pareció un tostón de padre y muy señor mío. "Pero esta Vitoria Suite de 2009 es distinta", le decían a uno, "Wynton la ha reescrito totalmente". Lo decían todos, menos su autor: "Básicamente, es la misma pieza con algunos retoques puntuales". ¿En qué quedamos?

La memoria de uno no alcanza a recordar la anterior entrega de la obra más allá de la sensación de profundo sopor que le produjo. Si ello sirve como medida, en su reencarnación al cabo de los años se ha pasado del abatimiento y el estupor a la ovación y vuelta al ruedo y, si no hubo bis, fue porque los artistas se negaron a ello. Definitivamente, la pieza que escuchamos el sábado en la sesión de clausura del 33 Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz es otra, y es una suerte que sus protagonistas hayan quedado en la ciudad para dejar plasmado el asunto en CD, que editará la disquera Universal, con la producción de Javier Limón y la participación de Paco de Lucía.

Esta Vitoria Suite deconstruida consta de 13 movimientos con títulos todos ellos en castellano y, eventualmente, en euskera: Iñaki?s decission (dedicada al director del festival), Jason and Yasone (ídem a la hija del susodicho), La llamada de la sangre (sic)... en su conjunto, la cosa tiene el inconfundible tufillo a Ellington (Duke) que impregna una mayoría de cuanto Marsalis escribe y ha terminado por convertirse en su marca de la casa. Luego está que el ritmo en cuestión sea una seguidilla o una bulería, pero, salvo en ocasiones (El amor a la libertad), prevalece la impronta ellingtoniana y el sonido añejo de la última big band en ejercicio.

La escritura de la pieza tanto como su interpretación a cargo de los distintos solistas resulta brillante, con momentos que quedan en el recuerdo, también algunos que, acaso, alargan en demasía la duración del asunto, o puede que sea uno, que ya no tiene el cuerpo para demasiadas alegrías tras una semana consumiendo jazz a discreción. Quienes sí lo tenían fueron Tomasito y Jared Grimes, bailarines de flamenco y tap, respectivamente. Fue salir ellos y venirse el pabellón abajo. Chano Domínguez y Dan Nimmer, pianista titular de la orquesta, protagonizaron el otro momento memorable de la velada, con ambos sucediéndose sobre el instrumento, "un coro tú, uno yo"; que si lo que el uno interpretaba nos dejaba en estado de estupefacción, lo que venía a continuación no le iba a la zaga. Ambos volvieron a verse las caras poco después en la sesión de Jazz de Medianoche del hotel Canciller Ayala, un evento memorable en la medida que permitió escuchar al gaditano vestido de sport, con camiseta de colores y pantalón vaquero. Algo que uno, en su ya larga relación con el extraordinario pero austero intérprete, nunca había visto.

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