Mientras La Toya Jackson asegura que su hermano Michael fue asesinado, un asistente de Jimi Hendrix confiesa, cuarenta años después, que al guitarrista lo mató su manager. ¿Negocio o conspiración descubierta?
Jimi Hendrix. Un asistente de Hendrix acaba de publicar un libro en el que acusa al entonces manager del músico de haberlo asesinado Foto: Reuters
Por Sebastián Ramos
Existe una suerte de máxima rockera que asegura que "los asientos de los managers están tapizados con piel de músico". Pero la reciente publicación de una autobiografía de un asistente de giras de Jimi Hendrix que asegura que el astro de la guitarra eléctrica fue asesinado por su manager y las polémicas declaraciones de La Toya Jackson sobre la muerte de su hermano -anteayer dijo que Michael habría sido asesinado por "un grupo de personas" que conspiró para robarle dinero-, trasladan la risueña metáfora a las páginas policiales: negocio millonario, envidias personales, sexo, drogas, rock and roll y entornos polémicos; un cóctel explosivo para engrandecer el mito y la necrofilia moderna. Y también las arcas de un puñado de testigos privilegiados de los últimos días de las víctimas, encargados de contar "la historia oficial" a través de libros de precontratos abultados.
El 18 de septiembre de 1970 Jimi Hendrix fue encontrado muerto en una habitación de un hotel londinense. Según los forenses, el músico se habría ahogado en su propio vómito tras una sobredosis. Cuatro décadas más tarde, y mientras la policía norteamericana investiga la posibilidad de que Jackson haya sido asesinado, el road manager de Hendrix, James "Tappy" Wright, acaba de publicar un libro autobiográfico en el que sostiene que aquel muchacho de 27 años que cambió para siempre la forma de tocar la guitarra eléctrica en los revolucionarios años 60 fue asesinado por una pandilla que lo forzó a tomar píldoras para dormir y vino hasta que se ahogó. Según Wright, el jefe que planeó el asesinato fue el hombre en el que Hendrix había depositado su mayor confianza hasta ese momento: su manager Mike Jeffery.
Si bien es cierto que las teorías conspirativas sobre las jóvenes (y por ello en muchos casos inexplicables) muertes en el rock han inspirado cientos de libros, películas, documentales e investigaciones periodísticas sin que nunca se haya declarado en firme a un culpable, Wright llamó la atención de la prensa británica y volvió a posar la mirada en esa extraña, íntima y beneficiosa relación que comparten artista y "entorno" ("entornus", según una canción inédita de Charly García), una vez que el dinero ganado es demasiado como para andar contándolo en público.
En sus memorias (Rock Roadie, J.R. Books, 2009), Wright sostiene que Jeffery le confesó su asesinato en 1973, luego de beberse una botella de bourbon. "Aún puedo recordar esa conversación, a ese hombre que conocía desde hacía tanto, su rostro pálido, sosteniendo el vaso con odio", escribió Wright, y luego cita a Jeffery para explicar su móvil: "Estuve en Londres con unos viejos amigos la noche en que Jimi murió, fui a la habitación del hotel de Monika (una novia alemana de Hendrix), le puse un manojo de pastillas en su boca y luego le hice tomar varias botellas de vino tinto para que tragara. Tuve que hacerlo. Jimi valía más para mí muerto que vivo. El hijo de puta iba a dejarme. Si lo perdía, perdía todo".
Jeffery murió, misteriosamente, en un accidente aéreo un mes después de aquella charla trasnochada, pero Wright jura que no dijo nada al respecto en estos 36 años por temor a los socios de aquel oscuro manager, que mantenía estrechas conexiones con el crimen organizado y, según se rumoreaba, había formado parte de los servicios secretos británicos.
En unas pocas páginas de Rock Roadie (la mayor parte del libro cuenta las anécdotas vividas por este road manager en camarines de estrellas como Elvis Presley, The Animals, The Rolling Stones, The Beatles, Tina Turner y Chuck Berry, entre muchos otros), Wright completa su acusación sobre Jeffery alegando que Hendrix estaba disconforme con su trabajo y por lo tanto iba a contratar a un nuevo manager y que con la muerte del músico Jeffery cobró un seguro de vida de cerca de 2 millones de dólares, que le había hecho firmar a Hendrix poco tiempo antes. ¿Asesinato perfecto o la angustiosa necesidad de seguir generando dinero con la muerte de una estrella de rock? La novela, seguramente, tendrá nuevos capítulos.
"Lo mataron por dinero"El lector promedio de periódicos debe de estar harto de que a menos de un mes de la muerte de Michael Jackson se haya escrito tanto material al respecto (ahora potenciado por las posibilidades que ofrecen Internet y sus benditos blogs), pero, a la luz de los hechos (y los medios), la historia parece repetirse, y si la muerte de Hendrix aún es noticia cuarenta años después, no sería extraño que nuevas revelaciones sobre el caso Jackson sigan apareciendo a lo largo de las décadas por venir.
Anteayer, fue La Toya la que decidió hacer pública su denuncia en contra del entorno que controlaba el destino de la fortuna de su hermano menor: "Hubo una conspiración. Creo que fue todo por el dinero. Michael valía más de 1000 millones de dólares en activos por derechos de difusión musical y alguien lo mató por eso. Valía más muerto que vivo", aseguró la cantante y actriz, de 53 años.
La Toya sostuvo ante la prensa británica que ese "grupo de personas" robó 2 millones de dólares en efectivo y numerosas joyas de la casa de Michael, que lo hicieron caer en las drogas, lo aislaron de su familia y amigos "para que se sintiera solo y vulnerable" y que lo obligaron a trabajar "hasta el cansancio" para seguir ganando dinero.
La semana pasada, el oficial de la policía de Los Angeles William Bratton confirmó que los investigadores del caso no descartan un homicidio, y aunque los resultados de la autopsia oficial no serán conocidos hasta dentro de dos semanas, La Toya pidió una autopsia privada. Según el Mail on Sunday, La Toya Jackson insistió en que se le hiciera una segunda autopsia al cadáver después de ver que "tenía marcas de pinchazos en el cuello y en los brazos".
"Hace menos de un mes, yo dije que pensaba que Michael iba a morir antes de las actuaciones de Londres porque estaba rodeado de gente que no albergaba las mejores intenciones en su corazón. Nunca creí que Michael viviera hasta ser un hombre anciano", concluyó la cantante.
Tanto los dichos de La Toya como las investigaciones policiales apuntan sobre el dermatólogo y confidente de Jackson, Arnold Klein, y el médico que intentó reanimarlo tras el paro cardíaco que sufrió el astro pop el 25 de junio pasado, Conrad Munrray.
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