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sábado, 11 de julio de 2009

BILLIE HOLLIDAY_Más allá de la anécdota




Por Ernesto Jodos

Cuando escucho a Billie Holiday, escucho uno de los primeros ejemplos de lo que hoy llamaríamos, dentro del jazz, un gran maestro. Dominó y personalizó completamente todas las áreas del género: el fraseo se hizo más elástico, superponiendo de manera muy libre y expresiva diferentes métricas con aquellas que tocaba la sección rítmica. Por otro lado, su habilidad para improvisar un "solo" sin dejar de lado la letra de la canción fue algo que únicamente algunas cantantes muy refinadas han podido hacer (la formidable Sheila Jordan, entre ellas). Su color de voz es enteramente personal y fuera de lo común, con una enorme carga expresiva y llena de matices. Lamentablemente, no muchos cantantes han explorado los caminos que ella dejó abiertos. En general, prefieren otros estilos un poco más suaves y menos comprometidos en sus relaciónes con lo puramente musical.

Billie Holiday ejerció también una poderosa influencia en muchos de los músicos que tocaron con ella, y creó, por lo menos, dos de las relaciones musicales más importantes de la música del siglo XX: la primera con el gran saxofonista Lester Young; con él hizo una serie de grabaciones que son para mí fuente inagotable de placer tanto emocional como intelectual. La otra con Mal Waldron, su último pianista. Estas dos relaciones musicales son también ejemplos de la más perfecta simbiosis musical, en la que ambos músicos pueden explotar al máximo sus habilidades y sentirse perfectamente balanceados y complementados por el otro.

Es una lástima que, para muchos, la historia de su vida personal haya opacado la verdadera importancia de su música. Por suerte las grabaciones que hizo están todavía ahí para que uno pueda olvidar un poco las anécdotas y concentrarse en lo que resuena en ellas.

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