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viernes, 24 de julio de 2009

CRONICA SOBRE BANDA DE TURISTAS HACIA NUEVA YORK




EL NO SIEMPRE LO TENEMOS

Banda soporte de Jarvis Cocker antes de editar su primer disco, estimulados por Babasonicos, acaban de ser reconocidos con el “Discovery Band” del Latin Alternative Music Conference de Nueva York, despues de una vertiginosa gira por Chile, Colombia y Mexico. Consiguieron dos mezcladores increibles para su proximo disco que se llamara El retorno: el inventor del remix Tom Moulton y el ingeniero de Abbey Road, Peter Mew. ¿Que pasa con estos pibes de 20 años capaces de abrir cualquier puerta que tocan, aunque golpeen despacito?

Por Mariano Blejman

Desde Nueva York

En el corazón del Time Square, en el cruce de la Avenida Broadway y la 42 de Manhattan, se celebra con congoja y un cierto grado de excitación el entierro de Michael Jackson. Hombres y mujeres vestidos como el Rey del Pop se desparraman sobre unas sillas plegables que parecen salidas de la rambla de Mar del Plata. Es simbólico el capitalismo: celebra la muerte de su icono en el lugar exacto donde todas las marcas se juntan para autocelebrarse. La muerte de quien ostentaba el disco más vendido de la historia (Thriller) se disfruta más en el corazón del imperio. Este país somos nosotros, dicen Coca-Cola, el musical de Lion King y los vendedores de preservativos con la cara de Barack Obama y Sarah Palin. Y, mientras todo eso sucede, los cinco integrantes de Banda de Turistas –con un promedio de 20,5 años de edad– levantan los brazos hacia el cielo, imaginan que todas esas miradas son para ellos, y disfrutan. “¿Acá qué pasa?”, pregunta Pato, el tecladista, y esa sensación de equívoco cotidiano pareciera haberles funcionado demasiado bien, teniendo en cuenta que han grabado un solo disco (Mágico corazón radiofónico) y tienen otro a punto de salir que se llamará El retorno.

Las cosas les pasan a Banda de Turistas de una manera escandalosamente veloz. Nadie sabe bien cómo, pero estos cinco integrantes han adquirido una notable capacidad para abrir cada puerta que tocan. Además, Patricio, Bruno (bajo y voz), el “Coipo” Guido (batería), Luis (guitarra), el “Tucán” Tomás (guitarra y voz) se explayan junto al NO sobre los tremendos sillones del Hotel Roosevelt, sede del Latin Alternative Music Conference (LAMC) de Nueva York, que este año llegó a su décima edición.

[Nota de viaje: A tres cuadras de las Naciones Unidas, y a metros de la Grand Central Station, llegan a cada rato al Hotel Roosevelt pilotos y copilotos de los más recónditos rincones del planeta, con su bolsito de mano y las tres tiras en cada hombro. Es extraño el paisaje, pero si uno quisiera hacerse amigo de un piloto de avión, el bar del piso 19 del Roosevelt suena a lugar ideal. Eso sí: hay que ir de etiqueta.]

Descripción de Banda de Turistas: pies en la tierra, manos en los instrumentos, retro-rock psicodélico, reverberancia en once (cual Spinal Tap), flacos, desgarbados, despeinados, algo épicos, letras ocultistas, ritmos machacantes, sonido atemporal. Los Babasónicos los votaron como revelación en la Encuesta del NO de 2007. “No sabemos en qué momento nos empezamos a llamar así. Tal vez fue la inconciencia de querer salir de viaje con la música”, dice Bruno. Se sienten un grupo de amigos, pero lejos están de parecerse a los clásicos viajeros: “Tratamos de jugar de local en todos lados”. Las letras de Banda de Turistas comparten universo: marchando hacia adelante, incisiva y mántricamente. Los temas son compuestos “por la banda”, la autoría de las letras quedan, en general, en boca de Bruno. “Lo importante es el resultado final”, se desliga el cantante.

Nacidos en la desazón de un robo de sala de ensayo, por una extraña alquimia, transformaron un trío y un cuarteto en una sola banda de cinco, y en tres años hicieron de teloneros de Jarvis Cocker a pedido, fueron masterizados por Mario Caldato Jr. (Beastie Boys, Super Furry Animals, Jon Spencer); cuando este suplemento los fue a buscar a Nueva York acaban de cerrar una gira por América latina (con una notable recepción en México), y se disponían a hacer dos shows en la Gran Manzana. Al cierre de esta nota habían conseguido dos míticos mezcladores que en estos momentos trabajan el disco por separado. Uno es Peter Mew, del elenco estable del estudio Abbey Road en Inglaterra; y el otro es Tom Moulton, el inventor del mix y de los simples bailables de 12 pulgadas, en pleno Manhattan. Pero eso viene al final.

Banda de Turistas es un ejemplo de lo que significa haber crecido en la cultura del post-Cromañón. Con la nostalgia tempranera de haber entrado a todos lados, pero habiendo curtido la prohibición del after 18 después de 2005. “A los 12 años –dice Patricio–, nos juntábamos con Tomás y tratábamos de tocar dos temas”: Stand by me de Oasis y Welcome to the Jungle de Guns’n’Roses. “En el ‘98 vimos a los Rolling Stones, a Oasis y antes mi hermana me llevó a ver a James Brown al Gran Rex”, recuerda Patricio. A Luis le gustaba más Pink Floyd, Almafuerte, Motörhead, Black Sabbath. “Eramos chicos con gente muy grande, fuimos a El Dorado un par de veces: antes de Cromañón nos dejaban entrar, después ya no.”

Mientras sus amigos crecían atados al insulso mundo de los videojuegos en la Escuela Argentina Modelo, la Banda de Turistas se sentía bastante poco identificada “con su ideología”, dicen, aunque agradecen haber tenido una buena educación. Educación formal que están terminando a penas duras.

¿Un personaje importante en la preadolescencia de Banda de Turistas? Harry, 45 años, habitué de Parque Centenario. Diez mil vinilos en casa, vive con la madre, ahora no lo ven más porque le debe plata a Luis.

En eso aparece Bruno, que ahora toca el bajo; de pronto aparece Guido dándole a la batería; de pronto dos bandas comparten un baterista y terminan haciendo un quinteto, y se juntan en los ensayos, y entonces viene la catástrofe: les desvalijan la sala, y sólo les queda las ganas de tocar, robo del que terminarán de equiparse horas antes de hacer su primer show en el Mercury Lounge de Nueva York, cuyo cartel de advertencia colocado por el gobierno de la tolerancia cero amenazaba la noche del show: “More than 197 people is unlawful and unsecure”.












Al conocido cineasta (conocido por ellos) Roberto Llauró todavía no han podido verlo. Antes de Mágico corazón radiofónico hicieron una banda de sonido para su corto que se llamaba Oh, Carola! (‘07), y Llauró se mudó hace un tiempo a Nueva York. Después, quien fuera tal vez la primera groupie de la banda les armó su lugar en MySpace, en el lejano 2007, espacio que se convirtió en caballazo de batalla para ese refinamiento retro que va de Oasis a Pastoral, pasando por el Parque Centenario.

Patricio: –No sabíamos ni lo que era MySpace. Lo armó esa chica –de la que no daremos nombre– y después se retiró. Ella manejaba mucha información. Sabía lo que estaba pasando, y tenía 15 años.

–Le deben su carrera a MySpace, podrían dar su nombre...

Tomás: –No. Además, la carrera en MySpace no existe. En tres años va a haber otra cosa que le rompa el orto.

[Nota al pie: Antes de grabar Mágico corazón radiofónico, tocaron una vez en un barrio denominado Maquinista Savio, cerca de Ingeniero Maschwitz, y grabaron en el estudio El Arbol, “que se parece a México”.]

Es extraño. Banda de Turistas es un ejemplo de sincretismo histórico. Mientras sus oídos están escuchando el pasado, la manera de moverse en la actualidad se parece más bien al futuro. Hace dos años, la banda se deleitaba con Donovan, los Kinks, Pretty Thing, “el ‘67 de Londres y los ‘70 alemanes”, que no es una agrupación de cumbia sino una época dorada embanderada por Kraftwerk. “En ese momento –dice ahora Tomás, como si se tratara de algo que pasó hace dos décadas y no hace dos años– era el auge de los blogs y los mp3. Ahora cualquiera tiene un blog y pone el disco que le gusta. Pero estaban Australia no aparece y Mamushka Dogs, que iban subiendo las cosas que justo nosotros estábamos escuchando.”

Así, entre posteos sobre los neoyorquinos Silver Apple, la movida dance de Larry Levan, o los británicos psicodélicos de Soft Machine, aparecieron los primeros comentarios sobre ellos en el sitio Glob-art de Martín Mercado, y en el de Mamushkas Dogs. Entonces, Mercado quiso editarlos con su sello Estamos Felices, y en el medio apareció el mágico Caldato Jr.: “Me gusta la vibra”, les puso en un mail, y contra marea lograron su ambicioso plan. “No teníamos mucho apoyo”, pero al final Estamos Felices les hizo el aguante. Y Caldato Jr. cobró la quinta parte.

En eso hicieron dos shows en Secreto y Escondido, un PH de Villa Creplaj, cuya dirección venía con la siguiente instrucción: “Timbre verde”. Allí se hacían shows de transformismo, y tocaba El Festival de los Viajes o La Patrulla Espacial. “Estaba manejado por tres putos que te cobraban 100 pesos, en Unione e Benevolenza cobraban 600 pesos. Secreto y Escondido se llenaba con 25 personas”, cuenta Tomás. Desde entonces, las cosas han sido irreales. “Igual que ahora en Nueva York, no caemos en lo que está pasando. La información te llega tarde. Pero el no siempre lo tenemos, hagamos o no hagamos nada”, insiste Pato.

[Nota del editor: A fines de febrero de 2008, el pasante de Sociedad de Página/12, Luis Paz, se acercó a preguntar si queríamos hacer una nota sobre Banda de Turistas en el NO. Durante media hora fue imposible entender si Paz quería hacer la nota, o la cedía a algún redactor del suple. Si él era “prensa” de la banda, o un colaborador interesado. Ante la duda (y la falta de gente, claro), Paz se encargó de la faena. La bajada decía: “De cómo hacer carrera sin editar un trabajo de larga duración”. Y declararon: “Ahora abrimos para Cocker, pero si después nadie más habla de nosotros, vamos a seguir igual”.]

La banda se había enterado de que cerraba para Cocker por pedido suyo gracias a MySpace, en la misma época que supieron que iban a trabajar con Caldato Jr. y pocas horas antes de que salga la nota en el NO, la primera en un medio nacional. Entonces se tiraron mil discos, con 700 tapas, y ahora hay una segunda edición del sello Estamos Felices. “La idea es que no se sepa si es moderno o no, los instrumentos son retro porque nos gusta como suenan, pero también porque son los que conseguimos: instrumentos nacionales de los ‘70”, dicen todos mezclados.

Para el segundo trabajo que se llamará El retorno (curiosa forma de ir hacia adelante), después de la recorrida de Banda de Turistas por los festivales y por el LAMC porteño, apareció la gente de PopArt. “Queríamos crecer. Buscamos la plataforma para que la música llegue más lejos y para que se haga más profesional, pero seguimos siendo independientes. Lo mejor es que fue gracias a las canciones, no hubo nada externo que nos haga lograr lo que logramos.”

Y entonces otra vez MySpace. Alguien de la radio Reactor de México (“que es como la FM Kabul de allá”, dice Tomás, que todavía no sabía que la radio de Grinbank acababa de cerrar) les pasa dos temas, directo del MySpace. Caldato Jr. hizo circular el link en Estados Unidos, los llaman del festival SXSW, en Houston, Texas, para ir a tocar, pero ¡Houston, we’ve got a problem! No hay plata para ir, aunque estaban anunciados. Y, otra vez, gracias a la desazón, la resurrección vino con fuerza. Llegó la invitación para el Rock al Parque en Colombia, el Vive Latino en México y se armó un toque en Chile. En una especie de carrera contra la influenza A, finalmente Banda de Turistas abrió la fecha inaugural de Rock al Parque, y en México hicieron unos shows atiborrados de gente, fueron tratados como celebrities y hasta “nos llevaron a comer a unos lugares lindos”, dice Luis.

Bruno: –Hay mucha inconciencia, lo que hace que las cosas fluyan. La satisfacción más grande que un músico pueda tener en vivo, es ver que gente que ni conocés cante tus temas.

Los dos temas que rotaron por Reactor fueron Un verdadero cajón de madera y Todo mío el otoño. “En San Luis Potosí nos vinieron a ver, nos trataban re bien, los promotores nos llevaban a comer, de una forma muy humilde, nos sentimos bien tratados. En el DF fuimos a tocar también a la Feria del Chopo, donde las bandas tocan en la calle.”













Ya en Nueva York, camino al Time Square para sacarse las fotos de esta producción, dos integrantes de Banda de Turistas intentan revelar dos rollos de foto que han sacado en su flamante gira. ¡Justo en Manhattan! Esta actitud vintage queda supeditada al pago de 20 dólares por rollo (lo cual no sucede, el revelado es una reliquia carísima). Tiene más sentido ponerse a buscar algunos vinilos en el barrio de Williamsburg, y en recuperar los instrumentos que Gibson les vendió gentilmente al 30 por ciento de su valor, gracias a ser parte de las bandas del LAMC. Esa guitarra todavía está retenida en la aduana.

Así, cuatro horas antes de subir al pequeño escenario del Mercury Lounge de la 217 East Houston Street –que quedará inmortalizado en una grandiosa foto publicada en la versión on line de The New York Times [basta con poner Banda de Turistas en su buscador]–, Luis puede usar una guitarra propia, ya que hasta aquí venían con instrumentos prestados. Los padres de Patricio no van a poder creer que su hijo salió en el emblemático diario sábana de la progresía norteamericana: “Viste papá –le voy a decir cada vez que me rompa–. ¿Vos saliste en The New York Times?”.

[Nota del cronista: Cuando llegan a tocar, no los dejan entrar al Mercury Lounge por tener menos de 21 años. Finalmente, les ponen una X en la mano para que no puedan pedir alcohol. Definitivamente, el rock es cada vez menos joven.]

Y, entonces, otra vez pasa lo mismo. Lo inesperadamente esperable: el productor Tomás Cookman –manager de Los Fabulosos Cadillacs desde 1991, y de Manu Chao para esa zona del planeta, además de organizador del LAMC– aparece con un cuadrito en la mano que dice “Discovery Band”, elegida como banda descubrimiento de la conferencia, entre medio centenar de grupos. La escena es simpática: ningún músico entiende qué es lo que está escrito en el cuadrito, nadie se anima a agarrarlo, y después de casi un minuto de ver a un presentador sostener patéticamente el diploma, el baterista Guido dice: “Bueno, yo lo agarro”. De la media hora de show, la primera mitad suena espantosamente mal, pero cuando los planetas quedan alineados con la consola, la banda parece arrolladora.











Un día después, hay un bis en el bar Zeboulon de Brooklyn, que se extiende en una zapada de casi media hora después de los shows de Ledo y la Vaina (República Dominicana), DJ Johnny Travolta (Puerto Rico) y Los Delinquentes (España). Pero las cabezas de Banda de Turistas siempre están un poco más allá.

–¿En qué piensan mientras tocan?

Guido: –A veces pensás si te olvidaste la hornalla prendida, si pagamos Fibertel, si se nos acabó la Metrocard para el subway, pasan esas cosas.

[Nota para viajeros: Hace unos años, la escena del Greenwich Village, que solía llenar de marihuana Washington Square Garden los sábados a la tarde, se fue corriendo hacia Brooklyn, porque los precios de alquiler de los lugares se fueron tan arriba como los edificios de esta ciudad, que fue imposible mantener el barrio con onda. Actualmente, Washington Square Garden parece una fría plaza danesa, con familias paseando a sus niños y areneros hiperenrejados.]

–¿Cómo se imaginaban New York?

Entre todos: –Más bardera, capaz. La vemos demasiado ordenada. Vamos a ir al Harlem y al Bronx, después. No quisimos pensar nada antes de venir.

Y si vos tenés una banda, tenés un disco grabado y te falta la mezcla y el master, y escuchaste toda esa música disco de Nueva York, y te quedan unos días libres antes de volver, te averiguás donde queda la casa de Tom Moulton en pleno Manhattan, ese que inventó el remix, y el single de vinilo de 12 pulgadas en los ‘60, que era un formato para la pista de baile, que hizo de sus remix un sello de calidad (“A Tom Moulton mixed artist”, ponen los artistas), le mandás un tema tuyo por mail, después le tocás el timbre de la casa con los masters en la mano a eso de las cinco de la tarde, le pedís que te lo mezcle y te lo masterice, te vas al hostel con algo de esperanza, y cuando llegás tenés un llamado de Moulton que dice que lo llames, y cuando le devolvés el llamado a eso de las 9 de la noche, te dice “hold-on” y después te pone al oído por teléfono una mezcla del master que le dejaste hace cuatro horas, y te dice que a él “le hubiese gustado que lo ayudaran en el comienzo” y te das cuenta de que conseguiste un mezclador increíble a costo cero, y no lo podés creer.

Y si volvés antes que tus compañeros a la Argentina, y le mandás unos mails a Peter Mew, uno de los más emblemáticos ingenieros de sonido de Abbey Road Studios en Inglaterra, donde grabaron The Beatles y Pink Floyd, y del que Kevin Ayers de Soft Machine llamó “el mejor ingeniero con el que jamás trabajé”, que grabó los solos de Syd Barrett y remasterizó sus compilaciones, y el tipo te responde que te quiere mezclar un tema, después te manda un mail diciéndote que te va a mezclar dos, y al final se propone mezclar y masterizar todo el disco... entonces tenés dos problemas.

O dos soluciones.

Eso le acaba de pasar a Banda de Turistas: dos mezcladores impensados que podrían ser sus abuelos, pero que algo encontraron en las pistas de El retorno, un disco más limpio que el anterior, más bailable, para escuchar más cerca de la medianoche, pero con la misma épica sónica atemporal, cuyos primeros temas escuchados por este cronista –que por ahora se llaman Lo comandas, El barco, Toda la mente y El rogadero– van a seguir llamando la atención cuando den a luz.

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