Una madura síntesis del rock inglés
El domingo, los hermanos Gallagher demostraron que seguir a la sombra de Los Beatles revalida su éxito "ATP".
Dónde estabas vos cuando nosotros estábamos subiendo? La pregunta del hit Champagne Supernova resume la relación entre la banda de Manchester y su público: el "getting high" al que se refiere juega con la ambigüedad entre "estar volado" y la voluntad de ascenso que motorizó su carrera. Por eso, hoy, a 14 años de aquel "Boom del Brit Pop", la pregunta suena a balance: ¿en qué están ellos ahora mientras (casi) llenan un River, tras aquel retumbante Luna Park del '98 y dos más rutinarios Campos de Polo?
¿Dónde? En una madurez de banda para estadios, donde cada vez comparten mejor esos highs -intensidades que hoy las letras nombran como "Raptos", "Shocks", "Relámpagos"-, ahora que pasaron la ambición (1994), la escalada nacional (1995), la conquista del mundo (1997), el bajón de los excesos y la rehabilitación (2000), los vanos intentos de resurrección (2002) y el primer signo de adultez (2005). En su último álbum, Dig Out Your Soul (08), Noel logra que la performance y la producción emulen bastante a una obra beatle que siempre funcionó como su modelo, Magical Mystery Tour (67) y su psicodelia bailable. De ahí que el show cierre con un tema central en aquel disco: Yo soy la morsa. Junto con el debut, Definitely Maybe, descuella como una colección compacta que redime a los Gallagher de ser sólo "un grupo de grandes simples".
Ya están en lo alto. "Llegaron". No pierden tiempo en altanerías y altisonancias como en los '90: ahora nos pueden elevar. Tan "de vuelta" están, que hasta podemos testimoniar a un Noel emotivo, de modestia inesperada, al recordar en voz alta su primera visita a esta ciudad, cuando en 1991 fue plomo de los Inspiral Carpets, ganándose aplausos. Ahora bien, el desafío para River es cómo reproducir en vivo la producción perfeccionista de Dig Out Your Soul, que es la que consigue contagiar esos "highs". Por suerte, los Gallagher 09 purgaron su repertorio para no incluir nada del '97, y apenas mandar de Liam la Songbird (un pastiche de Harrison) del período 2000-2006. The Masterplan expone el momento en que la autoclonación los amenazaba finalizando los '90. En River, sin los arreglos orquestales, se la oye tan desnuda como lo que alguna vez fue: un lado B de la antológica Wonderwall.
Como previa del concierto, apenas terminaron Los Tipitos (el otro telonero fue Mole), parece que Noel hace de disc jockey. Waterfall (Stone Roses), Birthday (Los Beatles), God Save the Queen (Sex Pistols), Cum on Feel The Noise (Slade)... ¿Acaso ya no estamos escuchando a Oasis? Si con algo equilibraron su jactancia, fue con la humildad de sentirse posmodernos, por haber llegado tarde al rock. Sobre todo, tras los insuperables Beatles. Siempre a su sombra, así consiguen que Núñez sea invadida por un público donde conviven abuelos, padres e hijos. Para la platea femenina ahí están las melodías beatlescas. Y Liam, claro. Es la contraseña "Beatles" la que abre la comprensión de todos. Así Oasis es la banda que sirvió para corroborar que el rock seguía vivo cuando los rockeros casados con hijos se estaban perdiendo las novedades que trajeron la electrónica, el house y el hip hop, géneros hoy absorbidos por las nuevas bandas de rock. Aun Oasis suena hoy como si hubiera canibalizado a Chemical Brothers desde el rock.
El espíritu apto para todo público y la intención originaria de pertenecer al Rock and Roll Hall of Fame se ve fortalecida por la presencia del tecladista Jay Darlington (ex Kula Shaker). Su imagen, de barba y pelo largo, está datada en 1971, por eso muchos fans lo bautizaron "Gandalf" (El Señor de los Anillos). Da efecto bizarro verlo a Noel (un líder cuyo perfil cruza al Darín era Susana con Condorito), o a Liam (gran voz, actitud desafiante, sobretodo modelo The Matrix o The Prodigy), junto a esa cita humana del rock sinfónico atrás. En tanto, Gem Archer (ex Heavy Stereo) parece salido de Los Kinks 66 y Andy Bell (ex Ride) lleva los anteojos oscuros y el chicle camélido, esenciales para uniforme de rockero con restos de punk. Un casting que sintetiza todas las épocas del rock inglés.
En casi dos horas de concierto no se podría hablar de gran fervor. Aunque vieran unas bengalitas, banderas inglesas (¿qué es ese patriotismo tilingo?) y un cartel que igualaba Dios a Noel, los músicos tenían enfrente un gran plato de lentejas humanas manchadas de lucecitas azules. Es la Generación YouTube: prefieren registrar el show, siguiéndolo en una pantallita de celular, que disfrutar el aquí y ahora.
La grabación de la batería en Dig Out Your Soul suena a Ringo Super Starr, pero en vivo, no. El batero Chris Sharrock (ex The La's: con tantos exs, los Gallagher arman un seleccionado ATP también) lanza al aire un palo para recogerlo sin suerte en la caída. Su esfuerzo y su cope no bastan. Pero el atrevimiento de Oasis pasa por cocer, con tanto descaro como empeño, una versión de Yo soy la morsa, cuyo original es inmejorable. Un reto -el de hacer rock después de tanto rock y ser "Brit" y "Pop" tras Lennon-McCartney- ante el cual no siempre están a la altura y, a veces, pecan de profesionales que marcan tarjeta. Pero, inspirados, pueden sonar supersónicos, supernovas, súper. Nunca superiores a la historia a la que rinden tributo.
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