BRUCE COCKBURN
Misticismo cristiano rock
Tras cuatro años de silencio el cantautor canadiense Bruce Cockburn ha vuelto a grabar un disco, acompañado por otros músicos de los años setenta como Jackson Browne o Emmylou Harris. You´ve never seen everything (No has visto todo) es su álbum ya numero 27, y está editado por un pequeño sello independiente llamado Cooking Vinyl, distribuido en España por Discmedi. Sus baladas de rock siguen siendo inspiradas por sus muchos viajes y visiones místicas, que le han hecho uno de los más extraños artistas cristianos de la música de nuestro tiempo.
Cockburn comenzó como cantante de folk a finales de los años sesenta, pero como muchos de aquellos cantautores, fue incluyendo elementos del jazz y del rock a medida que pasaban los años. Sus letras han sido siempre increíblemente originales, pero no hace una música cerebral. Sus canciones son hermosos poemas envueltos en poderosas atmósferas de una gran intensidad emocional. Bruce nació en Otawa en 1945. Se introdujo en la música popular por medio de Elvis Presley en 1956. Guitarra a la espalda, siguió las huellas de Dylan y Donovan. Pero tras vagabundear un tiempo, cantando por las calles de París, estudió en la Escuela de Música de Berklee, en Boston, Estados Unidos. Cuando publica sus primeros discos a principios de los años setenta, tiene fama ya de místico barbudo, que hace una música amable e introspectiva, orientada hacía la naturaleza. Destaca desde sus inicios como un hábil guitarrista, capaz de tocar acordes imposibles en los trastes de su acústica. Pero al hacer su quinto álbum, se hace conocida su conversión al cristianismo en 1974.
Su borrosa visión de Dios en la naturaleza adquiere ahora la gloriosa claridad de la revelación de Dios en Cristo. En su disco del 78, Further adventures... (Posteriores aventuras), suspira por el día en que todo ojo le verá: “Cuando Tú vengas cabalgando desde el brillante cielo / para buscar a aquellos que te aman / ¿Puedo ir contigo? / ¿puedo ir contigo?”. La compañía con la que estaba entonces, empezó a tener problemas para difundir su material. “Era demasiado cristiano para el mundo secular, pero para el mercado cristiano, no lo suficiente”. Algunos se interesan sin embargo cada vez más por su música, que comienza a tener fama de intelectual. Ya que abundan en sus canciones las citas literarias, sobre todo de escritores del circulo cristiano que había en la Universidad de Oxford en torno a C. S. Lewis y Charles Williams.
A partir de los años ochenta su obra toma un claro giro político, haciendo campaña por la causa revolucionaria en países como Nicaragua. “Algunos cristianos se pusieron un poco nerviosos” con esta militancia, “que se supone que no puedes tener si eres un cierto tipo de cristiano”. La violencia del lenguaje de canciones como Si yo tuviera un lanzacohetes provocó múltiples reacciones en contra suya. Y “hubo muchos cristianos que no entendieron ese cambio de ideas, ahora más liberales”. Por eso “muchos escribieron cartas, exhortándome, a no desviarme del camino”. Temas como Evangelio de esclavitud arremeten de hecho contra la llamada derecha cristiana norteamericana con una virulencia hasta ahora desconocida.
“Hace ya mucho tiempo que la Iglesia apoyaba a artistas como El Bosco”, dice Cockburn, “y ahora tienes toda esa blandenguería” que se llama cristiana. A muchos creyentes les ofende sin embargo su lenguaje, que ven difícil de reconciliar con su profesión de fe. Su espiritualidad en realidad tiene muy poco que ver con la llamada música gospel, ya que no escribe canciones religiosas. Es más bien un cantautor, que “resulta que también es cristiano”. Pero va por solitario, lleno de visiones místicas, difíciles de valorar a la luz de la Biblia. Uno de los temas del nuevo álbum, Carros celestiales, se basa en una experiencia que tuvo el año 78 en el campo, sintiendo el agua caliente a la luz de la luna. El comienzo de este nuevo disco es además bastante oscuro, aunque acaba con una cierta nota de esperanza. Pero Cockburn sigue siendo un enigma.
El cantante continua siendo muy crítico con la actual política norteamericana, pero también con la religión de tele-evangelistas como Jerry Falwell, a quien dedica todo tipo de insultos, llegando a desear que alguien le diera un tiro. Todo por el mensaje que hizo como reacción al once de septiembre, relacionándolo con el aborto y la homosexualidad. Esas declaraciones de Falwell provocan de hecho una de sus canciones, Ponlo en tu corazón (Put it In Your Heart), en que le compara con Osama Bin Laden. La reacción para él ante este desastre ha de ser más bien la de llevarnos a la meditación. “Una de las cosas que intento decir en este disco es que al ver toda esta oscuridad y los aspectos horribles de la conducta humana, te puedes volver cínico”.
El cristianismo de Cockburn es cada vez menos reconocible. “Hay algo nuevo en la espiritualidad humana, una apertura, un sentido de destino común”, dice. En sus entrevistas habla mucho ahora de “la interconexión de todo”. Aprecia la espiritualidad sufí y su énfasis en el amor, que describe como una fuerza humana. Pero la esperanza cristiana no está basada en lo que nosotros podemos hacer, sino en lo Dios ha hecho por nosotros en Cristo. Su mística está en realidad demasiado arraigada en esta tierra. Pero “si hemos resucitado con Cristo, buscamos las cosas de arriba”. Porque allí “está Cristo sentado a la diestra de Dios”. Y nuestra vida está en realidad “escondida con Él en Dios. Por eso sólo cuando Él vuelva, se manifestará con toda su gloria” (Col. 3:1-4).
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