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sábado, 9 de mayo de 2009

MAS DE EGBERTO GISMONTI



En nombre del padre y del hijo
El genial guitarrista y pianista brasileño cuenta qué
le provoca venir
a dar un concierto con su hijo Alexandre.




Por: Sandra de la Fuente

DE LUXE GISMONTI, VIEJO CONOCIDO DE LOS ARGENTINOS, TOCA EL LUNES EN EL GRAN REX.
"Toco mi vida, no un instrumento", dice el pianista, guitarrista y compositor brasileño Egberto Gismonti con un tono tan seguro que resultaría intimidante si no estuviera matizado por su humor agudo y refinado. Para Gismonti, "nada de lo humano me es ajeno. Aunque ahora que lo pienso, me es ajeno el fútbol. Y esto sí que es toda una definición para un brasileño".

El lunes Gismonti volverá a tocar en Buenos Aires junto con Alexandre, su hijo, en el Gran Rex. Hace ya un largo tiempo que la música de Gismonti oscila entre la gran sociabilidad que impone la orquesta, para la que escribe conciertos que interpreta como solista, y el registro más intimista del diálogo con Alexandre. Sin embargo, su producción discográfica parece haber descendido. "Para quien llegó a los 30 años de carrera con 60 y pico de discos, el grabar uno cada dos años, se percibe casi como un abandono de la actividad", se justifica. "Pero la explicación es fácil: sin duda tengo hoy más ideas que cuando era joven, pero no puedo evitar ser mucho más crítico. Cuando creo que una idea es buena me tomo el tiempo de compararla con propias y ajenas. Y muchas veces me encuentro con que ya se habían plasmado en algún otro lado, así que evito la repetición. Me pasa muchísimo con las tapas de los discos: llamo a un amigo para contarle la genial idea gráfica y me responde que la idea es tan pero tan maravillosa que ya fue usada tres o cuatro veces por otros".



¿La música para orquesta ha superado ese filtro? ¿Ha grabado algo?

Sí. Grabé muchas cosas que todavía no se distribuyeron aquí pero saldrán en pocos días. Escribí música para una orquesta de cuerdas integrada por mujeres cubanas. Como viajo mucho a Cuba pude conocerlas muy bien y escribir especialmente para ellas. El disco se llama Miscigenación, da cuenta de la mezcla de culturas y razas que tenemos en Brasil, una gama que va del blanco al negro y pasa por todos los colores. Será el primero de una serie que empezará a salir ahora luego de haber peleado cuestiones legales con las discográficas que tengo contrato. También tengo en gateras otro disco de duetos con Alexandre.



Decías que la relación con la orquesta cubana te permitió encontrar una música particular. ¿Y con tu hijo, cuál es la particularidad de lo que hacen juntos?

Tocar con Alexandre es mucho más particular que tocar con una orquesta cubana, aunque confieso que la orquesta de mujeres cubanas me movilizó muchísimo pero, claro, por distintas razones. Cuando nació Alexandre le escribí una canción que ahora él toca. Cada vez que la escucho me embarga una sensación de que la eternidad es posible. Aunque, tengo que reconocerlo, muchas veces no se conforma con mis arreglos, los cambia.



¿Te enoja que lo haga?

No, no me enoja, ¡me alegra! Creo que después de haber hecho 60 discos todo lo que viene de más es de puro placer. Alexandre es un gran músico y confío en sus ideas. Me esfuerzo por encontrarle semejanzas conmigo pero todo el mundo me dice que no nos parecemos en nada. Pero yo insisto: (se ríe) ¡si toca tan bien será porque es mi hijo!

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