"Detesto la palabra cantautor"
El filipino-español acaba de sacar una lujosa antología de su obra.
Habla de sus diferentes pasiones,
reflexiona sobre su carrera y confiesa miedos.
Aute atiende, amable. Café y mucho cigarrillo. Tiene motivos para conversar: se cumplen 40 años de su primer disco y acaba de lanzar una edición de lujo que contiene siete CDs., dos DVDs. inéditos y un libro de 84 páginas con reproducciones de fotos y de parte de su obra plástica; además sigue sacando la serie de CDs. Auterretratos y lanzó uno de canciones nuevas titulado A día de hoy.
Tanto plan de recopilación y antología... ¿no está marcando un ego exacerbado?
Los artistas tenemos un ego importante. O de lo contrario, tenemos terror a no tener ningún ego. La edición de lujo fue una idea pura y exclusiva de la compañía discográfica; la serie de Auterretratos, que son nuevas versiones de viejos temas, la hago para recuperar los derechos de las canciones. El ordenamiento del material fue movilizador. Tengo más de 400 canciones y llegué a una conclusión que no sé si me alegra o me entristece: siempre escribo de lo mismo.
¿Hay canciones que envejecen mal?
Sí, las circunstanciales, las de coyuntura, las periodísticas.
Ediciones tan caras te deben alejar de la gente común...
Sí, es cierto. No es apta para quien no tenga una buena cantidad de euros. Y tampoco es apta para piratas.
Tener una posición holgada, ¿hace que puedas llegar perder el eje sobre a qué cantarle? A que se pierda la calle, por decirlo de alguna manera...
Yo no he sido muy callejero. La llamada canción urbana nunca me interesó demasiado. Es más: detesto la palabra cantautor, me resulta insoportable. Mis canciones intentan ser más reflexivas, más introspectivas, más existenciales, de amor, conceptuales. Son viajes al interior, no al exterior. La calle está porque vivo en una ciudad. Pero mis bares son interiores. Por eso me gusta el tango, que incorpora muchas veces genialmente los dos universos, la calle y la reflexión.
Nacido en Manila, Filipinas, el 13 de septiembre de 1943, hijo de un catalán empleado de una compañía tabaquera, la familia se afincó en Madrid en 1954. Temprano, Aute diversificó sus intereses: de adolescente incursionaría en la pintura, la música y el cine, actividades que desarrolló profesionalmente y de un modo simultáneo. De las tres pasiones, parece primerear la pintura. Muestra su taller con orgullo, el pucho en la boca, la mirada buscando aprobación. Habla de sus tres hijos y, en un zapping furioso, de Obama, Lula, los '60, el vino español, el presidente de Ecuador y los faisanes y los pavos reales del parque del barrio.
Enumera el top five de su olimpo musical, y jura que no es demagogia que destaque a dos argentinos: "En este orden: Atahualpa Yupanqui, John Lennon, Jacques Brel, Enrique Santos Discépolo y Bob Dylan". "Estoy de acuerdo con aquello que dijo Chico Buarque en cuanto a que la canción es un fenómeno del siglo 20. La canción popular está muy hecha, demasiado hecha. Pero se puede deshacer. Igual yo creo que mientras alguien cante bajo la ducha la canción va a seguir existiendo", dice Aute.
Después pregunta: "¿Almorzaste?". Apura el fin de la entrevista, invita a un buen restaurante y con el grabador apagado, empieza lo mejor de la charla. Despotrica, se suelta y confiesa delicias inconfesables. Suele ocurrir.
Luis Eduardo Aute
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