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jueves, 9 de abril de 2009

DAVID BOWIE COMENTA SUS MEJORES CANCIONES



Crónicas marcianas

Aunque en principio parecía sólo una compilación más de la obra del mito camaleónico del rock británico, para el flamante iSelect el propio Bowie no sólo seleccionó personalmente los temas (“son canciones de las que no parezco cansarme”, explicó), sino que, además, escribió los recuerdos que guarda de cada uno de ellos. A continuación, algunos de esos recuerdos y canciones.

“Sweet Thing / Candidate / Sweet Thing”
(Diamond Dogs, 1974)

Fallé en obtener de la viuda de George Orwell los derechos teatrales de la novela 1984 y, habiendo escrito ya tres o más canciones para su adaptación, hice una rápida finta y reciclé la idea para Diamond Dogs: punks adolescentes en patines oxidados viviendo en los techos de la distópica Hunger City, un paisaje post-apocalíptico. Una pieza central para esta posible producción teatral sería “Sweet Thing / Candidate / Sweet Thing”, que escribí usando el método del cut-up de William Burroughs. Se escribe un párrafo o dos describiendo diversos asuntos para crear una suerte de lista de ingredientes de la historia, digamos, y después se cortan las oraciones en secciones de cuatro o cinco palabras, se mezclan y se vuelven a unir. De esta manera se pueden conseguir interesantes combinaciones de ideas. Se las puede usar tal como quedaron o, si se tiene una cierta necesidad de no perder el control, usarlas como disparadores para escribir nuevas secciones de texto.

Estaba buscando crear un mundo libertino, que podría ser habitado por personajes de Kurt Weill o John Rechy, esa clase de atmósfera. Un puente entre el Backengham de Enid Blyton y la Nueva York de The Velvet Underground. Aunque sin Noddy. Pensé que podía ser evocativo derivar del melodrama de “Sweet Thing” al sonido sucio de “Candidate” y después volver. Por ninguna razón clara (¿qué hay de nuevo en eso?), dejé de cantar esta canción hacia mediados de los ’70.

Aunque nunca tuve la paciencia o la disciplina para sentarme a terminar una idea musical para teatro más allá de los espectáculos de rock por los que soy conocido, tengo una idea clara de lo que intentaría crear si lo hiciese. Nunca he sido un entusiasta de los musicales tradicionales. Encuentro terriblemente difícil creerme un diálogo que de pronto deviene canción. Creo que una de las pocas personas que pueden hacer que algo así funcione es Steven Sondheim, con obras como Assassins o Sunday in the Park with George. Prefiero trabajos en los que se canta todo el tiempo y apenas hay diálogos, si es que los hay. Sweeney Todd es un buen ejemplo, por supuesto. Como lo son Peter Grimes y Otra vuelta de tuerca, dos óperas de Benjamin Britten y The Rise and Fall of the City of Mahagonny por Kurt Weill. Qué fantástico ser capaz de crear algo así.

“Teenage Wildlife”
(Scary Monsters, 1980)

La mañana se termina y estoy pensando: “Nueva canción y nuevo enfoque. Ya sé: voy a hacer un Ronnie Spector. ¡Sí!”. Y lo hice y aquí está. Bendita sea. Aún hoy sigo enamorado de esta canción y la cambio por dos “Modern Love” cuando quieran. Me parece además muy gratificante de interpretar sobre un escenario. Tiene algunos pasajes bonitos e interesantes que pueden levantarte el ánimo, un buen obstáculo con el que lidiar en directo. Resulta irónico que la letra hable de echar un vistazo a la vida sin mirar demasiado lejos, ni pensar en los problemas del futuro. La letra podría haber sido un consejo a un hermano menor o al adolescente que fui. Las guitarras en este tema forman un pequeño e incisivo duelo entre el gran Robert Fripp y mi viejo amigo Carlos Alomar.

“Life on Mars?”
(Hunky Dory, 1971)

Esta canción fue tan fácil. Ser joven era fácil. Un día realmente hermoso en el parque, sentado en los escalones de la glorieta: “Sailors, la-la-la, la-la-la”. Una heroína anómica (y no gnómica). Extasis de clase media. Paseo por Beckenham High Street para tomar un colectivo hacia Lewisham y comprar unos zapatos y camisas, pero no me puedo sacar el riff de la cabeza. Me bajé un par de paradas después de haber subido y casi al galope volví a mi casa en Southend Road. El estudio era un enorme cuarto vacío con un sofá, un biombo art noveau comprado en oferta (“un ‘William Morris’”, les decía a todos los que preguntaban), un cenicero de pie enorme y siempre desbordante y un piano de cola. Poco más. Comencé a trabajar en el piano y tuve terminada toda la letra y la melodía para el final de la tarde. Estupendo. Rick Wakeman pasó un par de semanas más tarde y embelleció la parte del piano, y el guitarrista Mick Ronson creó uno de sus primeros y mejores arreglos de cuerda para esta canción. Que ahora se ha convertido en una cita obligada de mis shows en vivo.

“Hang on to yourself”
(Live Santa Monica ’72, 1995)

Ziggy and the Spiders habían dado alrededor de cincuenta conciertos en el Reino Unido, y la actuación de Santa Mónica del 20 de octubre de 1972 sería nuestro espectáculo número 12 en los Estados Unidos. A pesar de que la calidad del único pirata disponible dejaba mucho que desear, y que la batería y el bajo estaban mezclados de cualquier manera, espero que al escucharla se pueda sentir nuestra emoción al presentar a la banda al público por primera vez. Me tuve que colocar en el centro del escenario con la misma facilidad que lo hubiera hecho un viejo actor del Bromley Repertory, pero en realidad estaba como un flan. Era nuestra primera retransmisión en una radio norteamericana, así que era algo importante. Metimos la pata muchísimo esa noche, pero era difícil estar más contentos y más orgullosos.

Algo asombroso de Mainman, mi agencia de entonces, es que en los 18 meses de vida de Spiders (y, de hecho, después tampoco) nunca nos organizaron una actuación en ningún lugar de Europa, donde Ziggy era un monstruo proverbial. Ni giras, ni actuaciones. Ni siquiera en París. Nunca logré entender por qué. En aquel momento, aquello me afectó bastante, pero ahora me doy cuenta de lo ingenuos y lo poco preparados que estaban mis managers para un trabajo tan importante como aquél.

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