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martes, 14 de abril de 2009

No te va a gustar_"Nos gusta ir despacio"


Cada vez son más masivos en la Argentina. Junto con La Vela Puerca, representan la avanzada del rock uruguayo más popular. Antes de sus shows en el Luna Park, Clarín cruzó el río para entrevistarlos.

Viaje al mundo de No te va gustar, del otro lado del charco. La banda presentará "El camino más largo", su último disco, el 24 y 25 de abril en el Luna Park. Por Pedro Irigoyen

Antimaquiavélicos. Emiliano Brancciari y sus compañeros de No te va gustar no sienten que el fin justifique los medios, todo lo contrario. Acaban de sacar su sexto disco, El camino más largo, -lo presentarán en el Luna Park el 24 y el 25 de abril- que es una proclama en defensa de la forma de trabajo que eligieron como banda: comida casera en la grabación del disco, ritmo de vida saludable en Montevideo, independencia económica para manejar el arte del grupo, ahorro para grabar y hacer shows. Todo a su tiempo. Así viajan, de mate en mano y ojos abiertos, disfrutando el paisaje y el camino recorrido. Brancciari (guitarra y voz), más Gonzalo Castex (percusión), Martín Gil (trompeta), Denis Ramos (trombón), Mauricio Ortiz (saxo), Marcel Curuchet (teclados), Guzmán Silveira (bajo) y Diego Bartaburu (batería) están en su ciudad. Es Brancciari el que lleva la voz cantante.

¿Qué virtudes y defectos tienen los caminos largos? ¿Y los cortos?

La virtud del camino largo, primero que nada, es poder vivir ese camino. Eso es lo mejor de cada situación de la vida que termina siendo un viaje: disfrutar del propio viaje más que del destino. La contra del camino largo es que si estás apurado es probable que no lo disfrutes. Por el camino corto llegás en menos tiempo, pero no disfrutás la ruta. Y hay una diferencia entre tomar atajos y seguir por donde vos creés que tenés que ir, y pasar por las etapas que tenés que quemar para llegar a algo. Quizás llegás al mismo sitio, pero por el camino largo la satisfacción es más grande. Lo que cuesta se valora más. De repente, para tomar atajos tenés que ceder cosas.

¿Esto tiene que ver con la independencia?

Bueno, nosotros somos una banda independiente, elegimos editar nuestros propios discos. Ahí están los atajos: podés firmar con una multinacional, nos pasó en algún momento y por suerte pudimos salirnos. No es que esté en contra, simplemente no nos sirve. No tenemos apuro. Disfrutamos de hacer las cosas de a poco, a pulmón, pero teniendo todo el control sobre lo que hacemos.

En este sentido, ¿cómo ves a la generación a la que le cantás?

Y ¿es una generación que está quieta. La rebeldía se ve por otro lado. Por un lado que no construye. El individualismo es lo que prima. A los jóvenes les enseñan que le tienen que pisar la cabeza al de al lado y llegar como sea a tener ciertas cosas: 'Cagate en el de al lado y no hagas nada grupal porque no sirve'. Creo que nosotros como banda siempre fuimos todo lo contrario.

Sos argentino, viniste a los 12 años a vivir a Montevideo, ¿qué es lo que más valorás de estar acá y qué extrañás de Buenos Aires?

Extraño a mi padre, a amigos, ir a la cancha a ver a Boca... Rescato de vivir en Uruguay la tranquilidad. Poder llegar de un lado al otro en 10 minutos. Obviamente que está mi familia y mis amigos. Mi vocación la encontré acá. A Montevideo le tengo un cariño enorme, es una ciudad hermosa. Buenos Aires me encanta, pero al primer problema de tránsito que te agarra en un taxi ya te querés volver. Como banda no se planteó vivir allá, sabemos que ese sería precisamente un atajo.

Te sacaron fotos robadas los paparazzi, hiciste una canción criticando a los medios...

A algunos medios. Me sacaron una foto en la puerta para una revista de chimentos. Eso no era muy común acá, siempre se consumió lo que pasaba en Argentina. Pero como acá no existe un mundo del espectáculo glamoroso, vinieron a romperme los huevos a mí. Salimos de un ensayo y vi un tipo enfrente con un lente enorme. Me fui para adentro pero ya me habían sacado dos fotos. Fue tapa de esta revista y me enojé un montón, pero no podía hacer nada. Una foto robada, sin argumento, sin nota. La canción habla del poder mal usado de los medios. No hay que creer todo, básicamente. Es un poder que damos nosotros cuando decidimos prender la tele o comprar estas revistas. Estás en todo tu derecho, pero si lo seguís haciendo le seguís dando poder a ciertas cosas. Nadie te obliga a ver que Moria Casán se peleó con no sé quién.

¿Tuviste muchas críticas por los nuevos sonidos que usan en el disco?

Cambia lo que tiene que cambiar. Es lógico. Hay mucha gente que te dice: 'A mí me gustaban los primeros discos'. Yo creo que si no cambiáramos, seríamos una farsa. Si siguiera escribiendo las mismas cosas y sonando igual que a los 17 años, no sería auténtico. Después de quince años no sos la misma persona. Los problemas no son los mismos. En ese momento me preocupaba saber si iba a tener un pesito para salir el fin de semana o si perdía Boca. Es imposible ofrecer lo mismo. Hay muchísima gente que le gustó lo nuevo, y está perfecto que haya otra muchísima gente a la que no le gusta. La vida es así, dinámica. Obviamente, hay principios que se mantienen: la forma de ser y relacionarse de la banda y la forma de vivir la música.

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