El 4 de diciembre de 2007, el renombrado músico, conguero, y colaborador de los diseños de Latin Percussion, Carlos Valdez —a quien el mundo conoció afectuosamente como “Patato”— murió a causa de un fallo respiratorio. Cubano de diminuta estatura que nació el 4 de noviembre de 1926, Valdez generaba tal presencia tonal en las congas que era opacado su tamaño físico… Y esto resuena aún más con su fallecimiento. Hoy nos estremecemos al escuchar grabaciones que demuestran su monumental sonido, el elemento justo que la muerte no pudo llevarse.
De joven, Patato era muy conocido gracias a sus apariciones en la televisión cubana, durante las cuales combinaba su teatralidad, bailando a veces encima de sus congas, siempre manteniendo una sólida musicalidad. Emigrando de Cuba a Nueva York en 1955, patrocinado por Cándido y Mongo Santamaría, Valdez trabajó al poco tiempo con Kenny Dorham, Tito Puente, Herbie Mann, Dizzy Gillespie y la mayoría de las figuras del jazz y la música latina de la época.
Al ver que sus intenciones melódicas se frustraban por las limitaciones de los instrumentos de tensión fija, Patato creó las congas afinables, las cuales usó de manera original — tocando, además, los ritmos tradicionales— al acompañar a los grandes directores de orquesta con sus incomparables líneas melódicas. Al poco tiempo comenzó su amistad con el Fundador de LP, Martin Cohen, a quien aconsejó sobre una variedad de aspectos técnicos y problemas de diseño. Los unía una confianza mutua y una pasión por la música latina. Su colaboración dio como resultado la creación de las Congas Modelo Patato de LP, las cuales se convirtieron en las congas de mayor venta de todos los tiempos.
El estilo dramático de Patato le valió un papel en la clásica película de Brigitte Bardot Y Dios Hizo a la Mujer. En ésta, Patato le enseña a bailar el mambo a la diosa de la pantalla.
Carlos "Patato" ValdezPatato también fue reconocido por sus contribuciones a la música y cultura latinas. El Festival de Jazz de Puerto Rico, el Salón de la Fama de la Música Latina y los Periodistas Hispanos de Espectáculos de Nueva York son tres de entre una larga lista de instituciones que galardonaron a Patato con premios por una larga vida de logros.
Muchas grabaciones, en el sello de LP y otros, demuestran la musicalidad de Patato. En el sello de LP sobresalen discos como Ready for Freddy y Authority. Pero dos grupos excepcionales expresan de manera más clara la herencia de Patato —su increíble toque, tono orgánico y sentido de la comunión musical. Uno es el Ensamble de Percusión de Jazz (Latin Percussion Jazz Ensemble), creado por el Fundador de LP Martin Cohen, el cual inmortalizó a otro artista de LP, el desaparecido Tito Puente. El Ensamble fue grabado para el disco Live at Montreaux 1980. El otro grupo es una colaboración que sucedió después, The Conga Kings, con el cual participó Patato con sus colegas-iconos Candido Camero y Giovanni Hidalgo, grabando varios discos importantes. Fue con los Conga Kings que Carlos “Patato” Valdez tocó en su último concierto.
Patato y su estilo dramático le valió un papel en la clásica película de Brigitte Bardot Y Dios Hizo a la Mujer. En ésta, Patato le enseña a bailar el mambo a la diosa de la pantalla.
también fue reconocido por sus contribuciones a la música y cultura latinas. El Festival de Jazz de Puerto Rico, el Salón de la Fama de la Música Latina y los Periodistas Hispanos de Espectáculos de Nueva York son tres de entre una larga lista de instituciones que galardonaron a Patato con premios por una larga vida de logros.
Muchas grabaciones, en el sello de LP y otros, demuestran la musicalidad de Patato. En el sello de LP sobresalen discos como Ready for Freddy y Authority. Pero dos grupos excepcionales expresan de manera más clara la herencia de Patato —su increíble toque, tono orgánico y sentido de la comunión musical. Uno es el Ensamble de Percusión de Jazz (Latin Percussion Jazz Ensemble), creado por el Fundador de LP Martin Cohen, el cual inmortalizó a otro artista de LP, el desaparecido Tito Puente. El Ensamble fue grabado para el disco Live at Montreaux 1980. El otro grupo es una colaboración que sucedió después, The Conga Kings, con el cual participó Patato , grabando varios discos importantes con sus idolos Candido Camero y Giovani Hidalgo. Fue con los Conga Kings que Carlos “Patato” Valdez tocó en su último concierto.
Su melódica contribución musical y su legado en el baile siguen vivos, al igual que las congas de LP que llevan su nombre.
Mucho antes de aparecer con Fernando Trueba en “Calle 54”, Patato era ya conocido en pantallas por haber instruido a Brigitte Bardot en sus serias intenciones de bailar un mambó con tóxico sabor a cha cha chá en “Y Dios creó a la mujer”. Porque Patato, más que un músico, fue en realidad siempre un performer. Extático, alternaba el sonar de los cueros con interrupciones orales que coludían a su cuerpo a invadir el mismo espacio que hasta ese instante era el lugar sagrado de los golpes abandonados de sus pequeñas manos. En ese momento Don Mario Bauzá dejaba la dirección de la orquesta y sostenía a Patato en la tensión de arribar el baile sobre las congas. Patato bailaba en y sobre. Dejaba maravillada a toda la audiencia. Llegó incluso a patentar unos pasos que el mismo bautizó como el pingüino, la toalla y el tirabuzón. Bailes que aprendió alterando el compás que su padre, uno de los más grandes treseros cubanos de la época, le enseñó de niño, periodo de su vida en que ganó la mayoría de concursos de baile organizados en la región de Los Sitios, su ciudad de origen: “Mi padre me enseñó el son y la rumba pero yo era diferente, tenía ideas nuevas…mis propios pasos.” Eran públicas las apariciones del pequeño pero grande Patato en la televisión, inventando nuevos pasos de baile improvisados.
Era su presencia mística, afuera y adentro, allí y allá, lo que le valió ese otro apelativo con que sería recordado después por los turistas en La Habana: “El pequeño zombi”.
Patato fue la pieza central en la modernización de las congas. Explorando siempre sus propios recursos inventa un tipo de conga afinable que sería usada por la mayoría de orquestas que vendrían luego –desde las famosas Jazz Emsemble de la época, hasta Carlos Santana y los Rolling Stone-. La corporalidad de Patato descubre que podía mejorar y afinar el sonido tensando el cuero: “Antes yo quemaba mucho cuero para afinar la conga. Y como era un inventor de naturaleza, le hice el arreglo de ponerle llaves a las congas. Y mis amigos me veían con esas llaves y les llamaban la atención." Enterado, Martin Cohen, de la empresa musical Latin Percussion y, además, mirada detrás de todas las fotografías que conocemos de la época más gloriosa del jazz latino, inspirado en Patato, crea las congas Modelo Patato, que permiten mejorar notablemente la calidad sonora del instrumento en el año 70.
Patato alternó con los mejores masterjazz del mundo. Armó la rumba con Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Billy Taylor, Herbie Mann, Carl Tjader y el recientemente desaparecido Max Roach. Todo en su vida se articulaba con un significado paradojal. Patato es en Cuba la denominación para el “sujeto pequeño”. Los turistas lo llamaban “El pequeño zombi”, asombrados por su mística presencia. La primera actividad a la que intentó dedicarse profesionalmente en su juventud fue el boxeo. Era conocido en las lides como “El Toro”. Creció en Cuba armando la rumba en casa del Mongo Santamaría, donde las fiestas duraban toda la noche y los músicos se turnaban para preparar la comida y los tragos, además de echar uno que otro baile.
Ya adulto –su padre negó en su juventud algunos permisos de viaje para Patato- se trasladaría a conquistar los Estados Unidos y los escenarios de Nueva York, donde finalmente nos dejaría.
Fue montado en el aire, cerca del cielo, donde Patato susurra en el oído de Cándido: “Compadre, no puedo respirar.”
El aterrizaje del avión supone la muerte para alguien que estuvo siempre en lo alto, en la cumbre de las vanguardias más sofisticadas, generadas alrededor de la música latina y su influencia en el jazz norteamericano.
El 4 es un número religioso en la vida de Patato. Un 4 nació, un 4 enseñó a bailar mambo a Brigitte Bardot, y un 4 murió. 4 de diciembre del 2007, a los 81 años, mientras deshacía convenciones en la gira de los “Conga Kings” por Estados Unidos junto a Cándido Camero y Giovanni Hidalgo.
Evocar a Patato será siempre evocar su religión. Evocar a los orishas y evocar a Changó. Es hundirnos en arena movediza.
Patato fue subversivo hasta el día de su muerte, en que partió hacia Changó para celebrar juntos su día: El día de Changó.
El médico que lo atendió aseguró que Patato, en el instante de morir, levantó los brazos y dijo: "¡Changó, me voy contigo!"
A una semana y media de cumplirse ya dos meses de su partida, pasamos a recomendar tres discos muy especiales en la discografía del gran Carlos Valdés.
Hasta la próxima rumba, Patato. Y que Changó disfrute contigo en la gloria.
Patato&Totico. Año 1967
El primer disco de Patato luego de despedirse de la orquesta del flautista Herbie Mann. Este disco junto a Eugenio “Totico” Arango –amigo de infancia y vecino en La Habana- es el primer solitario de su carrera, grabado con la importante disquera Verve, plataforma de las mejores grabaciones en la historia del jazz. La producción de este disco es de una factura impecable en la aparente precariedad de la época. Patato&Totico es pura rumba callejera alternada con ritmos y fraseo carioca junto al más puro guaguancó habanero. (Sin duda uno de los mejores discos de guaguancó de la historia.)
El disco, ya con 41 años de recorrido, narra las anécdotas y experiencias del barrio de Los Sitios, Jesús, María, y de Belén, donde la voz de Totico y las congas de Patato circulan en un mismo plano en el que se cola con maestría la mediación de dos grandes colaboraciones espontáneas: el desaparecido maestro del tres, Arsenio Rodríguez, y el temible contrabajista Israel López “Cachao”.
El formato musical usado en Patato&Totico fue auténticamente revolucionario en el contexto de las grabaciones de la época. El conjunto estaba conformado por un tres, un bajo, el set de percusión y, en brevísimos instantes, un piano. Una estructura inusual para el guaguancó, que permitió a Patato y Totico ubicarse como los más grandes y revolucionarios del género.
El arte del sabor. Año 2000
Disco emblemático por haber juntado los tres ingredientes más importantes de toda una generación de músicos latinos. Junto a Bebo Valdés e Israel López “Cachao”, esta grabación coloca en la senda los temas más populares y clásicos de la isla, a ritmo de son, cha cha chá y bolero, en versiones instrumentales que permiten reconocer toda la grandeza de los instrumentos que estos músicos hicieron inmensos.
“El arte del sabor” es una producción que aparece comúnmente como parte de la carrera de Bebo Valdés. Y cuenta nada menos que con la participación de Paquito de Rivera en el saxo alto y el clarinete.
Un imprescindible disco de colección, auténtica joya representativa del mejor trabajo y los mejores talentos de toda una generación.
The Conga Kings. Año 2000
!Baila Patato baila!
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