¿Prozac o música? Cuando el ritmo ayuda a curar enfermos
Vera Brandes, directora del programa de investigación en música y medicina de la Universidad Médica Privada Paracelso, de Salzburgo, en Austria se autodefine como "la primera farmacóloga música". Una tendencia en auge.
Por: MATTHEW GUREWITSCH*
Que la música afecta al núcleo de nuestro ser es un descubrimiento viejo como la conciencia humana. Platón captó los poderes de la música en "Las leyes" y otros diálogos, y no fue el único en hacerlo. Shakespeare en varias de sus escenas más conmovedoras dramatizó el efecto sedante de la música en los espíritus perturbados.
Los sanadores tratan de aprovechar la música para fines terapéuticos, aunque sea como accesorio de cristales, perfumes y té verde. Pero, ¿tendrá alguna vez la música su lugar como medicamento?
Una experta apuesta a que sí. Se trata de Vera Brandes, directora del programa de investigación en música y medicina de la Universidad Médica Privada Paracelso, de Salzburgo, Austria. "Soy la primera farmacóloga musical", dijo Brandes el otoño pasado en Viena. Como tal, está desarrollando medicamentos en forma de música, indicados como receta médica. Para comercializar la línea de productos, ayudó a fundar Sanoson (sanoson.at), una empresa que también diseña sistemas de música personalizados para servicios médicos. "Estamos preparando el lanzamiento de nuestras terapias en Alemania y Austria en el otoño de 2009 y esperamos ansiosamente el lanzamiento en Estados Unidos para 2010", dijo.
El tratamiento funciona así. Una vez que el médico hace un diagnóstico, el paciente es enviado a su casa con un protocolo de escucha y música cargada en un reproductor parecido a un iPod. La tecnología –que incluye auriculares y formateo especiales como protección contra la piratería– está registrada. Una solicitud de patente fue presentada en la Oficina de Patentes de los Estados Unidos.
La música también está registrada. Para evitar la interferencia de asociaciones personales, las grabaciones están hechas con material totalmente original. "Descubrimos que cuando las personas escuchan música que conocen, sus reacciones son totalmente distintas." El camino de la señora Brandsen se cruzó con el del doctor Roizen en agosto pasado en un simposio titulado "La música y el cerebro", presentado por la Clínica Cleveland y la Orquesta de Cleveland durante la residencia de esta última en el Festival de Salzburgo. Roizen, que es autor (junto con Mehmet C. Oz) de "You: The Owner's Manual" y sus numerosas y exitosas secuelas, dio su charla "Los efectos beneficiosos de la música en la salud". Brandes, que en ese momento trabajaba en el programa Mozart & Science 2008, un congreso internacional realizado en Viena en noviembre pasado, estaba presente y descubrió que compartía con él la pasión por cuantificar los efectos saludables de la música, en los que muchos durante largo tiempo tuvieron fe.
Además de Platón y Shakespeare, científicos naturales, muchos de ellos también músicos, han visto la música con un ojo cada vez más analítico. En el utilitario siglo XX, Muzak construyó un imperio (ahora en concurso de acreedores) partiendo de la premisa que la música de fondo en el trabajo podía aumentar la productividad. El doctor Oliver Sacks, explorador de regiones desconocidas de la neurología, dedicó su último best-seller "Musicophilia" a efectos espeluznantes de la música en el cerebro. Y como saben todos los que tienen un iPod, las listas discográficas personales pueden obrar milagros en el ánimo y el bienestar.
¿Pero cómo? Igual que los antiguos boticarios, que destilaban extractos de su reserva de hierbas y plantas naturales, Brandes y sus asociados analizan música de todo tipo para extraer los "ingredientes activos" que luego son mezclados y equilibrados en compuestos medicinales. Si bien se mantienen alejados de las patologías graves o las enfermedades infecciosas, sostienen que sus métodos tienen una amplia aplicación en trastornos psicosomáticos, control del dolor y otras enfermedades como depresión, insomnio y ciertos tipos de arritmia.
La farmacopea abarca unas 55 grabaciones de música medicinal, y hay más en camino. En un estudio piloto, que en 2008 fue mencionado en la reunión científica anual de la American Psychosomatic Society de Baltimore, Brandes y sus socios investigaron los efectos de la música en pacientes que sufrían de hipertensión sin causa orgánica aparente. Según su estudio, escuchando un programa de música diseñado especialmente durante 30 minutos por día, cinco días a la semana, por cuatro semanas, los pacientes experimentaron mejoras significativas en la variabilidad de la frecuencia cardíaca. En su próximo estudio, Brandes someterá estas conclusiones a un ensayo clínico completo. Productora de eventos y grabaciones musicales, Brandes, 52, fue quien descubrió al fenómeno del arpa, Andreas Vollenweider, y montó el concierto de Keith Jarrett en Colonia, Alemania, por mencionar sólo dos hechos salientes de su CV. Pero un accidente de auto en 1995 la llevó a un cambio de carrera. "Me rompí las vértebras 11 y 12, a un milímetro de la médula", dijo Brandes. Para que se recuperara el equipo médico esperaba mantenerla inmovilizada durante 10 semanas. Pero Brandes compartía su habitación con una budista cuyos amigos iban a cantar todos los días y después de dos semanas en el hospital, una resonancia mostró que su columna estaba curada. "Todos decían que era un milagro", cuenta. Tres años más tarde, Brandes pasó tres meses junto al lecho de su madre, que estaba en coma con un raro cáncer sanguíneo, haciéndola oír música. En un primer momento, la enferma respondió mejor a la música de guitarra española clásica que siempre le había gustado. Pero a medida que su estado fue empeorando, esos viejos favoritos comenzaron ma afligirla, y el minimalismo suave resultó más beneficioso.
Pese a lo sugestiva y significativa que había sido esta experiencia, Brandes, que no tiene ningún título avanzado de medicina o ciencia, sabía que sus teorías nunca ganarían maceptación sin ensayos clínicos formales.
Hoy los sujetos de sus estudios musan relojes inteligentes para medir siete valores fisiológicos, entre otros, la frecuencia cardíaca y la actividad eléctrica muscular. Principios similares a los de Sanoson son los que sostiene Sourcetone Interactive Radio. La empresa dice que "el servicio apunta a promover la salud a través del poder de la música ofreciendo listas discográficas que favorecen estados emocionales deseados como la relajación, la tonificación, la estimulación y la felicidad". Sourcetone utiliza la investigación realizada junto con el Beth Israel Deaconess Medical Center de Boston y la facultad de Medicina de Harvard, donde el neurólogo Gottfried Schlaug estudia los efectos de la actividad musical en la función y la plasticidad cerebral.
Asimismo, Stefan Koelsch, investigador en el área de neuro-cognición de la música y el lenguaje en la Universidad de Sussex, Brighton, Inglaterra, está trabajando en tratamientos musicales participativos para la depresión.
Desde la perspectiva de Brandes, es posible que algunas cosas en el futuro sean diferentes. "Cuando llegue un paciente que sufre una depresión, lo primero será siempre ver al médico. Pero después habrá una variedad de opciones de tratamiento: el analista, Prozac o música."
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