UNA BANDA EN CADA PUERTO
Por Julia González
Peter abre la puerta del departamento de Barbi, la cantante de Utopians, que amablemente le cedió a él y a Julia, su mujer, en el mes de su estadía porteña. Yo La Tengo es la música de fondo, y crea un ambiente distendido entre una base de humo y paredes repletas de discos. Peter y Julia hablan bajo y están sincronizados. Se lo ve contento al cantante de Los Alamos de estar por fin acá: dice que el reencuentro con sus compañeros de banda fue emotivo, después de ocho meses de no verse. Aunque desde que se fue a vivir a Marsella con su esposa francesa, compañera musical y ex Hacia dos Veranos, se veían las caras a través de los monitores, gracias a las tecnologías globales, y hablaban casi todos los días. En ese tiempo, Peter también les enviaba por medio de You send it los demos de las canciones que estaba componiendo. “Cuando me compré el pasaje para venir, estuve tocando todo el mes las canciones de Los Alamos, me ponía los auriculares y tocaba arriba de las canciones”, cuenta Peter con una sonrisa de oreja a oreja, y ahora sí se nota que está ansioso por estar frente a su público de siempre. “A veces, después de bocha de tiempo no sabés qué onda, no sabés cómo va a pasar. Pero a mí siempre me pasa que sueño que voy a subir y no voy a poder encontrar el agujero para conectar el cable del amplificador, cosas re estúpidas”, dice en medio de una carcajada. Habría que preguntarle a un psicólogo qué significan esos sueños en donde lo más deseado no llega a concretarse.
En Francia, la vida del cantante corre sin más, afianzando su francés y viendo algo de música, como la vez que encontró a Bonnie Prince Billy, en un concierto íntimo para su deleite. Tres o cuatro meses le llevó a Peter y a su mujer asentarse en Marsella. Y en ese tiempo de búsqueda laboral pudieron hacer su propio estudio hogareño y se refugiaron, como era de esperar, en la música. Allí se dedicaron a grabar las canciones de su banda, Eastern Committee, donde Julia pasó de las percusiones a la batería, la flauta y las voces; y Peter siguió con la guitarra y también canta. Antes de irse al país de la elegancia, el dúo estuvo presentándose en Buenos Aires. “Igual, ahora cambió bastante de lo que tocábamos acá. Empezamos a tocar, buscamos un nombre, o sea, no dijimos: ‘Vamos a seguir tocando como antes’, éste es un nuevo proyecto, con canciones nuevas y otras formas. Ahora nos concentramos los dos en un instrumento.” La banda suena a folk, con el registro de ambas voces fundidas en una, la flauta aporta dulzura a los rasgueos delicados de la guitarra acústica. Los seguidores de Los Alamos sabrán encontrar el timbre de la voz de Peter en Eastern Committee.
El hecho de darse cuenta de que podían trabajar y juntar unos euros para volver, los motivó a cranear el regreso. “Empezamos a hacerlo como siempre, con ayuda de los Ban (Ale y Caro, manager y prensa), de los chicos, empezamos a buscar conciertos y como no tocamos hace mucho, había gente que tenía ganas de ver a la banda o que la banda toque en Chile, donde vamos todos los años desde hace cuatro años. Cuando se enteraron de que estábamos acá, nos dijeron: ‘Dale, vengan’.” En Rosario y Córdoba pasó lo mismo, así que lo que sería una visita a sus amigos se convirtió en una gira con todas las letras. “De hecho me parece que cuando vivía acá nunca tocamos diez shows en un mes, nunca, y eso está buenísimo. Algunos me dicen: ‘Tuviste que irte a Europa para venir acá y tocar diez veces en un mes’.” Lo que Peter no puede precisar es cómo serán los conciertos. Dice que eso también lo pone un poco nervioso porque le gusta ser sorpresivo: no sabe qué van a tocar, cuál será la lista de temas y simplemente se dejarán llevar por lo natural y espontáneo, aprovechando la secuela de la oportunidad.
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