Puros impuros
EL “HUEVO” WEHBE DICE QUE LA ESCENA MESTIZA QUE EXPLOTO EN BUENOS AIRES A FINES DE LOS ‘90, Y DONDE FUERON INCLUIDOS, NO LES HIZO DEL TODO BIEN.
Por Mario Yannoulas
Alguna existió aquí el sueño de la Patria grande mestiza. Desde mediados de los ‘90, una tropilla empezó a hacerse visible con un lenguaje en común y a construir algo parecido a una “nueva movida” que pretendía desintoxicar de vicios y prejuicios al rock local. Soñadores como Goy Ogalde imaginaron una mancha mestiza que reestructuraría la matriz rockera capitalina, embanderados en una consigna patria: basta de etiquetas. No es entonces coincidencia que Aztecas Tupro esté a punto de festejar quince años. Pero aquel intento por derribar los rótulos devino, tal vez, simplemente en unos nuevos: “rock latino”, “rock mestizo”, “world music”, “reggae medicado”, dijeron góndolas, medios y discográficas.
Si se piensa en Aztecas Tupro, suele pensarse también en Karamelo Santo (entre otras cosas, Goy mezcló Imaginar, disco editado por Aztecas el año pasado), Pampa Yakuza –con quienes compartieron fechas en épocas pasadas–, los vecinos Andando Descalzo o, yendo algo más allá, en Los Umbanda. Pero Aztecas, a década y media de haber nacido, trata de salirse del paquete. “Hace cuatro años que no tocamos con Pampa y todavía nos dicen: ‘Che, ustedes son amigos de ellos ¿no?’”, refunfuña el guitarrista Federico Fassa. “En su momento compartimos la idea de juntarnos y hacer el camino a la par, pero tenía que ver con que había músicos en común, y eso no terminó siendo muy copado. No nos consideramos parte de ninguna movida, y no por cercarnos sino porque sentimos que eso nos limita”, labra Pablo “Huevo” Wehbe, cantante y único miembro original del grupo. Para los músicos, que completan Sebastián Lara en bajo, Horacio Antelo en teclados, Daniel Bosco en batería y Fernando “Tumba” López en percusión, la columna vertebral de los Aztecas ancla en el reggae, pero con identidad propia.
–¿Cómo construyeron su identidad musical?
Federico: –La música no puede ser separada de la realidad del que la toca. Si viviera en Jamaica, Brasil o Inglaterra, no tendría la misma vida que llevo en Buenos Aires. Nosotros mamamos lo que pasó por acá en los ‘90, la etapa en la que nos compenetramos con la música. En nuestras discografías no hay sólo discos de reggae, y eso es lo que se nos viene a la cabeza a la hora de tocar. Es difícil contar diferentes historias siempre con el mismo ritmo.
Huevo: –En nuestro ADN musical hay un par de cromosomas que están en otro lado, más uno que falta (risas). Tengo una edad que me permite hacer comparaciones acerca del género, y en un momento la cosa se fue al carajo. Nunca imaginé ver a ciertos pibes autoproclamándose rastafaris en la Argentina. Hay algunas actitudes medio forzadas.
–¿Y cuándo la cosa se fue al carajo?
Huevo: –Empezó con Los Cafres, un grupo muy respetable, que hizo escuela por haber sido la primera banda argentina en sonar jamaiquina. Pero a partir de ahí sólo se tomó eso como auténtico, incluso alimentado desde ellos. (Guillermo) Bonetto dice que acá hay bandas de reggae y bandas de “riggi” (que vendrían a ser las que no lo saben tocar), y que para que haya reggae no puede haber congas. O Petty, de Riddim, que declaró que acá las bandas le quieren dar su onda y hacen mierda al estilo. Ni siquiera en Jamaica el género está tan cerrado. En Brasil se coló de otra manera, se mezcló con elementos locales y así nació el samba-reggae. La realidad es que el reggae es como se te cantan las pelotas y no tiene mucho sentido ponerse en juez de lo auténtico. Además, si vamos al caso, los créditos de Catch a Fire (primer disco de The Wailers), dicen “Bunny Wailer: Congas y bongó”, así que ya estaríamos arrancando mal.
–¿Cómo manejan la composición?
Federico: –Nunca dijimos “Aztecas va a tocar reggae, ska, punk, cumbia y lo que sea”, salió naturalmente. La composición se da igual. No somos una banda que haga cuarenta temas por disco.
–O sea que Santaolalla no.
Huevo: –Nooo. Estamos completamente contra eso. En nuestros discos no hay temas de relleno, ni estamos pensando en si nos falta el tema del Diego o el de los milicos.
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