Inspirado por el escritor Michel Houellebecq, el rockero elige el jazz, la bossa y la chanson en su álbum más maduro.
Iggy Pop haciendo“Les Feuilles Mortes”, de “Préliminaires”, su nuevo trabajo, en París la semana pasada.
Esa melancolía sarcástica, que recorre el disco, está influida directamente por La posiblidad de una isla, novela del francés Michel Houellebecq. "Como Daniel (el cómico que protagoniza el libro), también me siento agotado de una carrera que me volvió un entretenedor, y deseo una nueva vida", confesó Iggy. King of the Dogs suena a jazz de Nueva Orleans, y, más, al Tom Waits de Franks Wild Years (87). Esto sí que es agotamiento y "nueva vida" para un rocker que asume su flaccidez emocional a los 60, tras años de tensar musculatura en acrobacias envidiables...
Incluso, prueba una versión de Insensatez (Jobim), y merodea el mundo de un Yves Montand al cubrir la otoñal Les Feuilles Mortes. Sí, hablamos de un disco tristón, que remite a lobbies que perdieron estrellas y caireles (How Insensitive), o a restos de piñata en el hall de un reformatorio (Party Time). De rock, no hablar: la cocción no pasa del baño María, y el coxis de Iguana no se zigzaguea más...
En una escucha superficial, ese acercamiento de un yanqui harto de malls a la Europa más decadentista podría definir a Preliminaires como una intersección entre el depresivo Berlin ('73) de Lou Reed y un snob Starbucks... Pero en A Machine for Loving, cuando el mismo ex Stooge lee gutural a Houellebcq, se entiende que la fábula del perro y el amor incondicional de 1969 continúa, con cinismo: "Por más feo, perverso, deformado o estúpido que un humano pueda ser,/ el perro lo amará igual". Guau.
0 comentarios:
Publicar un comentario