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sábado, 8 de agosto de 2009

HEROICOS SOBREVIVIENTES CITA A RICKY MARTIN



"UNA COSA ES HACER BUENA MUSICA, Y OTRA ES LOGRAR QUE LA ESCUCHEN"



SI TODAVIA PENSABAS QUE YA NO HABIA BANDAS QUE INSULTEN A MARIO PERGOLINI, NI QUE RECUPEREN UN CONTRATO A PUNTA DE PISTOLA, O QUE SUFRAN LA MALA LECHE DE NO HABER TOCADO CON LOS ROLLING STONES A PESAR DE HABER FIRMADO, SE EQUIVOCARON: TODAVIA EXISTEN HEROICOS SOBREVIVIENTES.

Por Mario Yannoulas

Tomar el nombre y jugar con las coincidencias suena poco original. Porque Heroicos Sobrevivientes suena a profecía autocumplida. Como el título de una novela o una película que se escribe con la historia resuelta. Mientras todo se derrumba, el sobreviviente perdura, para bien o para mal. ¿Y los héroes? Seres dispuestos a dejar la carne guiados por una idea, o algo así. “Personaje de carácter elevado en la epopeya”, graba la Real Academia. Puede ser. El mundo rebosa decadencia mientras los Heroicos, esa banda de rocanrol casi espectral, con tantas idas y vueltas y no tantos discos como años de historia (dos décadas no es poco), supieron hacer un estilo de su propia decadencia. ¿O hay algo más decadente que decirse “heroico” a uno mismo? “Se dice de las personas famosas por sus hazañas o virtudes y, por extensión, también de las acciones”, pontifica la Real Academia acerca de lo “heroico”.

Heroicos sobrevivientes es un grupo nacido a finales de los ‘80 que fue referente para numerosas bandas de rock stone (influyeron sobre Pity Alvarez, entre otros), y luego se volvió una opción algo cheta y sofisticada al rolingaje sucio del cambio de siglo. Ahora presentan Gloria eterna, su cuarto disco, editado el año pasado con sello independiente. He ahí el recorrido más llano que puede hacerse por su trayectoria: que los Ratones, que no había lugar para los dos en el pequeño pueblo del rock stone de principios de los ’90, que se la perdieron por barderos, que son un eslabón perdido, una banda de culto... un puñado de especulaciones.

Una tarde dominguera, sentado a la mesa de una pizzería familiar en la frontera entre Núñez y Belgrano, Segundo Gassiebayle se toma un tinto Norton. “Si fuera por mí, tocaría sólo en una sala de ensayo y para los que les gusta la banda. No pondría a los Heroicos en ningún lado (ni siquiera en una calcomanía) y esquivaría todo este cabaret de los medios que no tiene nada que ver con la música y te obliga a chuparle el orto a Pergolini y Fulanini, cuando son ellos los que viven de los músicos. Todo esto se maneja en un sistema igual al capitalista, que está claro que no funciona para la vida del ser humano. Hay desigualdades monstruosas en el mundo, gente que muere; porque hoy, si no tenés plata, sos un insecto, una babosa que hay que exterminar”, dice el cantante.

–¿Y los Heroicos qué lugar ocupan?

Segundo: –No podríamos ponernos en ningún lugar porque, como dijo Fidel Castro, eso lo determinará la historia. Lo único que siento es una profunda repugnancia por todos estos hijos de puta, una profunda decepción. Cuando tenía quince años la disyuntiva era: “¿Me dedico al rock, que es el arte, o me dedico a ganar plata?”. La decepción es haberme dado cuenta de que las dos cosas eran exactamente iguales. Mirá, una vez Ricky Martin planteó algo muy interesante: “Una cosa es hacer buena música, y otra es lograr que la escuchen”. Son dos oficios paralelos. Las reglas son claras: si no te metés en todo este sistema, no llegás a ningún lado. Evidentemente, a nosotros nunca nos ha ido bien con esas reglas.

–Pero, ¿cómo se ven?

Segundo: –Entre Tinelli y el museo. Entre lo que es actual y me repugna, y el museo, que también me repugna porque es historia pasada. Eso a nivel de cómo le va al grupo: es un híbrido. A nivel personal, con más ganas que nunca de subirme a un escenario y cantar rock para tres, veinte o quinientas personas.

La arrolladora charla con Segundo se quiebra ante la llegada del resto de la banda. El guitarrista Fernando Pita, símil Iggy Pop y alma mater de los Heroicos desde el comienzo, junto a Lucky Candenas (guitarra) y el batero ex Redondos Walter Sidoti. “No escucho más rock and roll, porque ya lo escuché todo y porque suena todo el tiempo. De todas maneras, esta música es así: cuando está bien, sintoniza siempre”, desliza el ex ricotero. Sólo faltan a la cita Bruguera (ex bajista de La Favorita y Mamporro) y el percusionista Alein Yoberno. Los que llegan son, igual que Segundo, escurridizos, entran y salen de la conversación con naturalidad notable.

–¿Hacer rock and roll se hizo más fácil o más difícil?

Segundo: –Cuesta más, porque es más fácil. Ser sencillo es muy difícil.

Fernando: –Entre las posibilidades de la juventud están la rebeldía y la transgresión. Para seguir haciendo rock and roll hay que conservar principalmente la transgresión, la rebeldía uno la va dejando de lado.

–¿Cuál sería la diferencia?

Fernando: –La rebeldía es contra el sistema. Cuando uno es chico lo ve así, quiere crear un mundo ilusorio que no existe, y la transgresión es...

Segundo: –... para mí es buscar lo original, que en realidad es ponerse el sombrero del abuelo, porque todo vuelve. El ser humano se viene transgrediendo a sí mismo, pero repitiéndose: es el eterno retorno. En lugar de trascender, el hombre se transgrede a sí mismo. Creo que la banda que realmente ha modificado algo fueron Los Beatles al principio, y un poquito los Rolling. Y después Walter Sidoti con los Redondos (risas).

–Si escribieran un cuento para narrar cómo llegó la banda hasta hoy, ¿cómo empezaría?

Segundo: –Me gustaría que lo escribiera Henry Miller, un sujeto que es realista dentro de su fantasía. Yo escribo, y muchas veces me planteo escribir la historia de los Heroicos como una novela. Con lo que hemos pasado, es un milagro que la banda siga tocando.

–¿Podemos precisar?

Segundo: –Por ejemplo, nos metieron en un cajón cinco años sin ningún tipo de explicación. Tuve que ir personalmente a EPSA (discográfica independiente) y sacarle el contrato a esa gorda hija de puta con una pistola en la cabeza. O las tres veces que vinieron los Rolling, que teníamos el contrato firmado y nos bajaron de golpe y porrazo. También cuestiones personales con las que hemos contribuido un poco al caos, pero si me preguntás si volvería a hacer lo mismo... sí, no cambiaría nada.

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