Se trata del primer trabajo que la banda publica luego de la muerte de Sokol. Aunque la música de Las Pelotas perdió un poco de aquella aspereza que le aportaba el cantante, el grupo propone nuevos matices en su sonido, sin perder el espíritu de los últimos tiempos.
Por Roque Casciero
A nadie, y mucho menos a los integrantes de Las Pelotas, le pasa por alto el hecho de que Despierta será escuchado y analizado de manera particular, ya que se trata del primer trabajo que la banda publica después de la muerte de Alejandro Sokol. Porque Sokol, el Bocha, fue parte crucial del espíritu pelotero desde el inicio y hasta que las tensiones con sus compañeros lo llevaron por otros rumbos. Sin embargo, en las letras del noveno disco de Las Pelotas no hay referencias tan directas como las lágrimas que derramó Germán Daffunchio en Cosquín Rock, y eso tiene una explicación: las canciones fueron compuestas cuando Sokol todavía andaba por acá, dando los primeros pasos con El Vuelto SA. Así y todo, ¿cómo no pensar en Sokol cuando Daffunchio entona “Bien, quizá fue una burla del destino/ pudiste abrir la puerta equivocada/ pudiste estar sin ver” en la balada “Pasajeros”? La dedicatoria explícita aparece en el arte del disco, donde se llama al cantante fallecido “amigo y compañero en todas las batallas”. Sin dudas, eso fue el Bocha para Daffunchio, y mucho antes de que confluyeran, primero en Sumo y más tarde en Las Pelotas: ambos se conocían desde la infancia. Que el final de Sokol haya llegado justo cuando estaban alejados no invalida los años compartidos, parece decir la banda, y hasta habría que pensar si el hecho de que él quedara apartado de Las Pelotas no fue el último llamado de atención ante lo que, ahora se sabe, era inevitable.
Ahora bien, ¿cómo es el sonido pelotero sin Sokol? En principio, perdió un poco de ese filo que le aportaba el cantante, eterno callejero y con propensión al bardo. En Despierta, Las Pelotas suena en cinemascope, especialmente por la mano del tecladista Sebastián Schachtel en su rol de productor (compartido con Daffunchio), incluso con más claridad que en los últimos y exitosos tiempos. Eso le permite al ex Sumo intentar otros matices a la hora de enfrentar al micrófono, acorde con canciones que van desde el enojo hasta la placidez. Ejemplo del primer sentimiento es “Saben”, el tema inicial de Despierta, que hace rato suena en las radios con su coro infantil a la “Another brick in the wall part II”: algunos de los hijos de los músicos atacan a las “ratas” que prometen que cooperarán para arreglar el mundo “cuando en realidad les chupa un huevo”. Y del segundo, el final con “Destellos”, donde Daffunchio canta “Despierta que está el día, a ver si hoy podemos”.
En medio, la banda regresa al reggae –uno de sus mascarones de proa en los primeros años– con “Una tregua” y el futuro hit “Que estés sonriendo”, rockea con el cuchillo entre los dientes en “Si quisiste ver” (en la que Fernando Ruiz Díaz, de Catupecu Machu, aporta un poco de rispidez) y hasta se anima con el soul liviano en “Personalmente”. Donde más se extraña la voz y la presencia de Sokol es en “¿Qué podés dar?”, una canción en la cual su forma de acentuar es reproducida por Daffunchio. En resumidas cuentas, el disco entero es como un nuevo día para Las Pelotas, que intenta despertar a otra encarnación de manera genuina, sin apelar al morbo ni televisar su dolor.
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