Espejos frente al mar
Por Jose Luis Person Properzi
Mi abuelo era pescador, trabajaba en el puerto de Mar del Plata. Era un tipo muy pintón, y me enteré de que era pescador de grande: como salía a pescar de noche, cuando lo veía estaba siempre bien vestido, hecho un dandy, con un pañuelo en el bolsillo de la camisa. Y en las fiestas de fin de año agarraba el acordeón y cantaba canzonetas italianas y tangos. Estaba copado con cantar pero, según me contó una tía, mi abuela lo apuró: “La música o yo”. Por suerte se quedó con mi abuela, si no yo no estaría acá.
Pero antes de eso, mi abuelo cantaba tangos viejos, como “Tu perro pekinés”, de Edmundo Rivero. Me enteré de esto también de grande, cuando yo tenía 25 años y mi tía me regaló un disco de chapa que había grabado mi abuelo en 1942. Parece que lo grabó en Nueva York, en uno de los viajes que hizo trabajando con la Marina Mercante. Tenía un tango de un lado y del otro una canzoneta, pero es inaudible y encima está escrito en lápiz y no se entiende nada. Lo que me llamaba la atención era que a mi viejo también le gustaba el tango, pero Julio Sosa y ese tipo de cantores. Mi abuelo le decía que Piazzolla también estaba bueno, y mi papá le contestaba que eso no era tango... ¡Era al revés! Estaban las generaciones cambiadas. Le creo, porque mi abuelo era un hombre de pocas palabras: me dijo que había conocido personalmente a Piazzolla.
Tengo la teoría de que Piazzolla te empieza a gustar de grande. Por ahí está asociado a la “juventud” tanguera, pero conozco muchos tangueros que recién lo entendieron de grandes. Mi viejo, por ejemplo. Y yo también, porque lo descubrí cuando trabajaba como músico. Nací en el ’67, pero ya en el ’70 estaba el disco con “Adiós Nonino” sonando en la casa. Después mi abuelo murió y le perdí el rastro al tema por mucho tiempo. Un día pasaron el tema en una AM y pregunté qué era, pero nadie me supo decir. Hasta que el locutor de la radio dijo: “Acaba de pasar ‘Adiós Nonino’, de Astor Piazzolla”. Fui derecho a una disquería a ver qué tenían de Piazzolla y vi una foto suya en la que estaba igual a mi tío Norberto. Por eso lo veo como un pariente, casi: tengo una relación muy familiar con Piazzolla.
No es el ritmo, sino una “sensación de tango”. Te entra por los poros, es innegable que es tango. El la autodefinió como “música ciudadana”, para que no lo molesten. Ni siquiera dijo “porteña”, porque tiene un sentido más amplio. Me remite al mar, definitivamente. Sabiendo que Piazzolla es marplatense y habiendo tratado de entender como compositor de dónde vienen los estímulos a la hora de crear, no me parece una casualidad o una asociación caprichosa. Cuando escucho los acordes iniciales de “Adiós Nonino”, es como si estuviera viendo el mar. A medida que avanza el tema, me hace acordar a actitudes de mi abuelo, como cuando marcaba con un taconazo sobre el suelo de la casa y me decía “¿Vamos?”. Si lo tuviera que ilustrar con imágenes, pondría un mar en movimiento o la marea bajando.
Tiene una cadencia de notas que es absolutamente relativa a la sensibilidad. Viene en acordes menores y a medida que avanza, aunque no se mayoriza, da una sensación de alegría. El bandonéon me trae a la memoria el bandoneón de mi abuelo y también el perfume del puerto de Mar del Plata. Es abril en el puerto, un día soleado con nubes y frío. También me genera recuerdos más personales: perdí a mi viejo hace cuatro meses y siento que tiene que ver con él. Para mí, “Adiós Nonino” es como un guión emotivo: es una canción para recordar alegrías melancólicamente. No es una alegría activa: es la alegría que uno recuerda. Con los Super Ratones intenté hacer algo parecido en “Aguafuertes”, para que cuando lo escuches te permita evocar el pasado.
Con los años me metí de lleno a analizar a Piazzolla musical y técnicamente, entonces me di cuenta de que “Adiós Nonino” tiene cositas de Gershwin: es una pequeña y maravillosa pieza de música contemporánea. También descubrí que tiene puntos de contacto con Brian Wilson en la composición, en los acordes y en los timbres que usa. La conexión es medio asombrosa, pero son casi de la misma época. Y bueno, Brian Wilson también tiene que ver con el mar. Dicen que la luna afecta a las mareas, bueno: también tiene que haber una influencia en el orden de la percepción. Piazzolla no habría compuesto “Adiós Nonino” viniendo de Buenos Aires o de Córdoba. Seguro. Puede parecer soberbio lo que digo, pero no habría compuesto lo mismo de no haber vivido el mar. El mar te da un poder de reflexión interesantísimo. Cuando caminás por la ciudad, no hay un fin. En cambio, cuando vas por la costa tenés el horizonte enfrente: hay un ida y vuelta. En realidad, el horizonte te devuelve lo que vos ponés en él: es como un espejo. No ves un edificio o una ruta. No ves nada más que lo que querés ver. Y tenés la posibilidad de darte vuelta y volver al mundo.
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