Revival en tiempo presente
El espectáculo fue creado en los ’70, años en los que desde el escenario decían a través de sus canciones todo aquello que estaba vedado. Ahora, en Clásica y Moderna, retoman la idea original y la hacen resonar con la actualidad.
Por Karina Micheletto
Son tres mujeres de una cierta edad, que presentan un espectáculo de una cierta edad. De una edad cierta, para ser más exactos: un tiempo en que las canciones tenían texto y contexto, y era posible que un repertorio definiera claramente una carrera, una postura, una mirada. Alguna vez Susana Rinaldi, Amelita Baltar y Marikena Monti se juntaron para hacer un espectáculo de café concert en el que decían lo que no era posible escuchar en otros espacios. Lo hacían fundamentalmente a través de las canciones que elegían interpretar, pero también con sus parlamentos, surgidos de los diarios del día. Ahora, estas Tres mujeres para el show han decidido revivir aquel espectáculo que fue un éxito en los ’70. El revival cancionístico resultó otro éxito de público: llenan todos los días Clásica y Moderna, y el mes próximo reanudarán el ciclo, que culmina mañana.
Las tres mujeres de la canción le imprimen a este espectáculo sus estilos definidos, fuertes, inconfundibles. Son minas que van al frente, dicen ellas, y vale la definición en lo artístico: en escena se plantan con una fuerza disruptiva en la intimidad del espacio de Clásica y Moderna, imponen inmediatamente la cuarta pared del teatro en un contexto en el que no hay escenario formal, transforman las mesitas apretujadas del local en un espacio que les es propio, pareciera que desde siempre. Por unas horas son reinas del café concert, y desde allí cantan y encantan.
Y si los ’70, cuando este show fue creado, fueron una gran época para el género, en 2009 el revival es tan efectivo, quizás, por la potencia inplícita del café concert. Si bien estas tres mujeres se han puesto de acuerdo en no hablar de política –porque no acuerdan en todo, aunque “son más los puntos de encuentro que los que de debate”, dirá Marikena Monti–, la mirada política sobrevuela el espectáculo. Rinaldi agradece “al público que en 1973 hizo posible este show brillante, inquieto, curioso, acostumbrado a compartir opiniones”. Ese mismo público es, probablemente, el que llena Clásica y Moderna casi cuarenta años después, con la curiosidad en pie –y la capacidad adquisitiva para hacerlo, pagando una entrada costosa–, y es posible adivinar en los comentarios de muchos las comparaciones con aquel Tres mujeres... que fueron a ver hace tanto tiempo.
Lo cierto es que, en estos años que pasaron, Rinaldi, Monti y Baltar han modelado sus carreras con fuerzas propias y diferentes, y desde allí se plantan en este nuevo Tres mujeres para el show, en un espectáculo que aunque está claramente centrado en la canción tiene mucho de teatral, dadas las posibilidades histriónicas de las tres. Amelita, con un set de Piazzolla y Ferrer, y Piazzolla y Mario Trejo, y mostrando que sigue siendo la mejor intérprete que puede tener “Balada para un loco”. Acompañada por Aldo Saralegui en piano y Sebastián Barbui en guitarra y bajo eléctrico, también se animó a un par de milongas y zambas, recordando los tiempos en que interpretaba folklore (en Tres mujeres... lo hizo, según contó en el show, como despechada respuesta en una de sus peleas con Piazzolla).
Marikena Monti, siempre inclasificable, capaz de transitar la canción francesa, el tango o la bossa nova con un sello propio, propuso algunos de los autores que definieron su repertorio. Jorge de la Vega, Jacques Brel, Vinicius de Moraes o Chico Buarque, en una impecable interpretación –que incluyó un momento a capella– y un brillante final “a dúo” con una grabación de Edith Piaf en su himno “Non, je ne regrette rien”. El cierre fue para Susana Rinaldi, una tana arrolladora, que puede mostrar el tango más mugriento o la complejidad vocal del género con igual calidad artística. La suya fue la propuesta más sólida en el acompañamiento musical, con su director histórico, Juan Carlos Cuacci, en guitarra, Abel Rogantini en piano, Mario Cigna en bandoneón y Juan Pablo Navarro en contrabajo. Entre canción y canción, las tres mujeres bromearon con sus personalidades, con sus edades, con el reencuentro. Recordaron los tiempos de La Bola Loca, de Magoya, y la forma en que gestaron este espectáculo. Pero, sobre todo, mostraron su potencia en el presente.
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