“Hay una generación que escucha música en parlantes de mierda”
Si algo puede salir de la cabeza de un ucraniano gitano, que emigró por la explosión nuclear de Chernobyl en 1986 y pasó de Europa del Este a Nueva York del Este, era un combo de gypsie punk peligrosamente festivo.
Por Mariano Blejman
Eugene Hütz bien podría hacerse pasar por Borat, ese personaje de Sacha Baron Cohen que sorprendió a los Estados Unidos como un reportero enviado por algún ignoto país balcánico a conocer las bondades del capitalismo. Hütz tiene la pinta de hippie-gypsie, desgarbado, un poco delirante y peligrosamente festivo. Nació en Ucrania y allí vivió hasta el desastre de Chernobyl en 1986, cuando explotó un reactor nuclear ruso que provocó una nube radioactiva que amenazó con llegar a Europa, y provocó una emigración de 330 mil personas. Entre ellos estaba Hütz. Desde entonces vivió como refugiado en Polonia, Hungría, Austria, hasta que recaló en Nueva York, esa ciudad en donde, según estudios recientes, se han detectado 130 idiomas. Ese peregrinaje lo llevó desde los fríos países de Europa del Este hacia el cálido Lower East Side (el lado este bajo de Manhattan) de Nueva York para desparramar una poderosísima combinación de punk, música gitana, espíritu de cabaret y aires de fiesteros contestatarios.
Con ese bigote daliniano, de clown despeinado, y un vozarrón que sólo puede obtenerse después de mucha algarabía, Hütz se pone un poco incómodo cuando se le pregunta, mientras están de gira por San Francisco, si alguna vez pensó que Gogol Bordello hubiese tenido el éxito que tiene, o hubiese conseguido lo que consiguió, si no hubiera crecido en Nueva York, aunque hace un año vive en Brasil. “Siempre pensé que era necesario, pero ahora vivo en San Pablo, donde hay una gran comunidad ucraniana. Tal vez podríamos haber empezado en Brasil. Lo extraño es que mucha gente piensa que soy argentino. Es mucho mejor pasar por un hippie argentino que por ucraniano”, dice Hütz.
Aunque Hütz es ucraniano, a la hora de armar su propia fiesta exuda gitanismo. “La gran característica es que los gitanos hablan más fuerte, y eso explica mi lugar perfectamente. Creo en la psicomagia, el concepto de Jodorovsky. Creo que tus ancestros están hablando a través tuyo, y uno está con ellos. Cuando eso se entiende, la vida tiene un cierto fluir y yo encontré mi fluir. Como fluimos a través de un río, tal vez por eso es fácil relocalizarme, lejos de mi casa. No es sólo una cuestión romántica sino que tal vez me siento más cómodo en San Pablo que en Ucrania”, dice Hütz.
Gogol Bordello significa algo así como “el burdel de Gogol”. A saber: Nicolai Gogol (1809-1852) fue un intelectual que introdujo la cultura ucraniana en la sociedad rusa, así como Gogol Bordello intentó (y lo logró) llevar la música gitana y de Europa del Este al mundo angloparlante, para desde allí rebotar hacia el resto del planeta. Pero no deja de ser extraño, en primera instancia, que la banda lleve el nombre de un “nacionalista” ucraniano mientras que sus integrantes hacen alarde del cruce de fronteras. “Más que nacionalista, Nicolai Gogol era muy avant garde en su defensa de la cultura ucraniana. Fue una suerte de inspiración para nosotros”, dice Hütz. “Su intención era ser libre, explorar esa cultura sin importarle que estuviese prohibida. Porque en un punto la cultura ucraniana estaba prohibida. No lo hizo por reacción, está mucho más allá de eso. Nicolai Gogol quiso imaginar el mundo sin jurisdicciones. Lo que hizo por la cultura ucraniana fue eventual, colateral, su intención era mantener el espíritu libre. Fue avanzado hace 150 años.”
Gogol Bordello se armó inicialmente con el guitarrista Vlad Solofar y Sasha Kazatchkoff en Estados Unidos. Luego se unió Eliot Fergusen y Sergey Rjabtzev, un ex director de teatro de Moscú que fue fundamental para armar el bizarro mundo de Gogol sobre tablas, como por ejemplo desarrollar una historia de poderosos vampiros inmigrantes ucranianos. Comenzaron tocando música gitana en casamientos rusos hasta que en 1999 editaron Voi-La Intruder, su primer disco producido, entre otros, por Nick Cave. Solofar y Kazatchkoff fueron reemplazados por el acordeonista ruso Yuri Lemeshev, el guitarrista Oren Kaplan y el saxofonista Ori Kaplan, curiosidades del árbol genealógico mediante (los dos Kaplan no tienen nada que ver).
La explosión mundial de Gogol Bordello llegó después de una gira por Europa en la primavera de 2002 (la primavera del primer mundo, claro). Luego llegó Multi Kontra Culti vs. Irony (2002), Gypsy Punks Underdog World Strikd (2005) y Super Taranta! Con la propaladora de los festivales internacionales de fondo, la caravana de doce integrantes (una sola mujer) ya no pudo detenerse. Desde entonces, los bigotes de Eugene Hütz no han parado de crecer, así como su reverberancia. “Observo periódicamente que hay cada vez menos música en las calles. Es un ritual que se está institucionalizando. E increíblemente hay toda una generación que está escuchando música en parlantes de mierda. Estamos escuchando música de laptops con tecnología muy pobre. No están escuchando música real. No sé qué standard de calidad van a tener las próximas generaciones. Literalmente es algo totalmente peligroso. Alguna gente escucha música en los autos, pero la mayoría está escuchando en las laptops, notebooks, en mierdas que van a reproducir. No sé qué va a pasar. ¡Esto no es música! Hay una generación que está escuchando ringtones, ésa es su idea de música”, dice Hütz.
Como contraparte, el negocio de la música hoy está manejado por las productoras, ya que ante la avanzada de Internet sigue siendo la única forma de generar ingresos genuinos (los shows en vivo, se sabe, todavía no se pueden bajar de la web). “Pero eso es positivo. Nuestro fuerte son los shows en vivo, allí entramos nosotros”, dice Hütz, y entonces se le insiste con que hubiese sido más difícil armar giras internacionales viniendo de países periféricos. Para más ejemplos está el caso de Amadou & Mariam, la pareja de Mali que estalló en París (y de allí al resto del mundo) cuando fue producida por Manu Chao. “No creo que la cosa sea ir a Europa. La cosa es que Manu Chao fue a Africa, y creo que los grabó en su hotel. Los créditos no son de Europa... Pero no sé, es una pregunta complicada”, se ofusca. Según le dijo el propio Manu Chao a este cronista, él escuchó a Amadou & Mariam en una radio de París, y decidió producirles un disco.
Como sea, Hütz también se pone nervioso cuando este cronista le pregunta sobre el riesgo de convertirse en un cliché (un sonido estereotipado relacionado, en este caso, con un lugar específico, con una cultura específica). “No hay nada más lejos de un cliché que nuestra música”, se defiende. La banda vendrá a promocionar, entre otras cosas, un DVD en vivo de dos shows en Nueva York con algunos temas que no fueron incluidos en el álbum anterior. En marzo del año que viene sacarán un nuevo trabajo.
Ni siquiera el propio Eugene Hütz entiende cómo es que un día logró que Nick Cave le produjera su primer disco, cómo lo llamaron para hacer un papel protagónico en la multipremiada película Everything is Illuminated (2005) o de dónde sacó su teléfono Madonna para llevarlo al rol protagónico de su película Filth and Wisdom (2008). “No tengo idea. No hago fiestas, ni voy a ellas, no estoy en el VIP. Lo que hago es tocar música día y noche, con la guitarra, en las esquinas... nada más. No sé cómo Madonna consiguió mi número, pero recuerdo que Nick Cave apareció en mi vida con Tom Morello de Rage Against The Machine, que es un gran amigo, con él tenemos algo en común, estamos muy conectados. Yo siempre tengo tiempo para esto, es lo que hago”, cierra Hütz, poco antes de invitar una copa después del show.
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