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viernes, 13 de noviembre de 2009

Amelita Baltar, Susana Rinaldi y Marikena Monti.: Tres voces con historia


Un show con algo más que nostalgia.


Por: Eduardo Slusarczuk


INVITACION. Con estilos diferentes, Rinaldi, Monti y Baltar invitan a visitar el pasado sin perder de vista el presente.

Como 36 años atrás, la propuesta implica asumir riesgos. Si por entonces se trataba de convencer al público de que tres mujeres podían "vender" un show que valiera la pena ir a ver, ahora el desafío consiste en demostrar que el reencuentro es algo más que una expedición al pasado en busca de sueños perdidos. O peor, frustrados.

A esta altura está claro que ni Susana Rinaldi, ni Marikena Monti, ni Amelita Baltar tienen la obligación de revalidar su lugar en la música popular. Pero, es sabido: las excursiones al ayer suelen convocar fantasmas. Y Tres mujeres para el show, el espectáculo que el trío estrenó el martes en Clásica y Moderna, invita a mirar atrás. Sin embargo, la nostalgia es sólo una parte de la idea, que tiene presente.

Entonces sí tiene sentido que Marikena cuente que la primera vez fue en La bola loca, en la calle Maipú, en el '73, en una Buenos Aires surcada por personajes insólitos, como ahora, pero distintos. Y también tiene sentido que Amelita, la primera que le pone música a la noche, prologue sus canciones con recuerdos de Astor Piazzolla. Porque el recuerdo se queda ahí. Divierte. Emociona. Pero cuando el piano de Aldo Saralegui y el bajo de Sebastián Barbui suenan, el siglo XXI se abre paso, y pone cada cosa en su lugar.

Primero, Preludio para el año 3001. Después, Violetas populares. Habla Baltar, y su voz se quiebra. Pero renace cuando canta. Recupera potencia, mientras tensiona cada músculo de su cuerpo en cada nota. Vuelve a Piazzolla, y cuenta cómo decidió hacer folclore. Y se le anima a la guitarra para una milonga y una zamba, para el cierre, con Balada para un loco, tan previsible como bienvenido. Y aplaudido.

Ahí está ahora Rinaldi. Habla de compromiso, de aquel público brillante. Y le abre paso al segundo segmento de la noche. Ahí va Monti con su sonrisa franca. Enorme.

Primero pasa Jorge de la Vega. Después, Jacques Brel. La cantante cuenta cómo conoció a Vinicius de Moraes, y arranca con Samba e Preludio. Más Brasil con Minha Historia, de Chico Buarque. "Yo quería ser actriz", y el bar es más café concert que nunca, mientras Abel Rogantini musicaliza canciones y monólogos, hasta que Marikena cierra a dos voces con la Piaf.

Entonces la presentadora es Baltar. Pocas palabras y la Tana se apodera del escenario. Allí, otra vez Rogantini, pero esta vez con Juan Carlos Cuacci, Juan Pablo Navarro y Mariano Cigna. Luchar y existir, Sueño de barrilete, Naranjo en flor y compañía se entrelazan con referencias a los "años duros". "Cuando fui echada", dice Rinaldi, quien interpreta su repertorio, de punta a punta, con tanta pasión como pureza técnica.

Entonces sí, las tres mujeres se abrazan, se saludan, se despiden. "Hasta mañana".

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