Amigo, vuelve a casa pronto
Hernán Espejo siempre tuvo varias vidas: fanático del heavy metal e integrante de Vrede, compositor y musicalizador para publicidad y cable, hincha de Huracán, alumno del Liceo Francés, y finalmente estrella del indie conocido como Compañero Asma. Con este alter ego viene armando una obra notable desde fines de los ’90 y ahora, con la producción de Ariel Minimal, acaba de editar Guitarra dulce hogar, donde se reconcilia con el rock nacional, no incluye un solo tema escrito en inglés y abraza la tradición del guitarrista que nunca dejó de ser.
Por Martín Pérez
Casi como un regreso a casa. Así es como se disfruta un disco como Guitarra dulce hogar, el primero cantado totalmente en castellano por Hernán Espejo, ex guitarrista de Vrede, y más conocido dentro del mundo indie porteño como Compañero Asma. “Pero para dejarte intranquilo, te cuento que también va a haber una versión totalmente en inglés del disco, que se va a llamar Kraut’n’Roll”, se burla Hernán, que revela que Ariel Minimal, el productor de Guitarra dulce hogar, fue quien lo terminó arengando para que el disco no tuviese ningún tema en inglés, justo a una década de Memorias de la segunda infancia (1999), un debut en el que no había ni un tema en castellano. “Fue un proceso bastante largo”, explica Espejo sobre el lento amanecer del idioma del rock nacional en su repertorio, aun cuando parezca –tanto en este disco como en el anterior, Respira! (2005)– como lo más natural dentro de su obra, no sólo por el fraseo sino también por la música, que se ubica cómodamente entre la mejor tradición del rock de estas pampas. “Es que en los últimos años, al haber logrado empezar a vivir de la música, traté de mantener la parte de Compañero Asma lo más limpia posible”, cuenta este eterno productor de radio y televisión, que ha logrado capitalizar todos estos años de experimentación sonora dedicándose a componer y musicalizar tanto para el cable como para la publicidad. Por eso, explica, sus discos se han ido librando de la influencia de las máquinas –que asegura haber llevado al extremo en National Rock (2002)– y la guitarra ha ido ocupando cada vez más un lugar protagónico. “Es que yo sigo siendo guitarrista, y además es una forma de seguir la tradición de la guitarra en el rock de acá”, dice Hernán acerca del nombre de su último disco, que refuerza la idea de ese regreso a un hogar que, a decir verdad, la obra del que sigue siendo el artista más secreto de la última tradición del indie local nunca llegó a habitar. Pero es que, parafraseando el memorable parlamento final de alguna obra maestra del cine, Compañero Asma ha recorrido un largo camino hasta llegar adonde tenía que estar.
Guitarra
Alumno del Liceo Francés durante la semana, y habitante de Parque Chas y Parque Patricios –más específicamente la cancha de Huracán–, cuando esa semana llegaba a su fin, Hernán Espejo parece haberse acostumbrado desde muy chico a repartir sus días entre dos mundos. Tal vez haya sido por eso que, cuando encontró un mundo propio, se encerró en él todo lo que pudo. Y ese mundo fue el thrash, que aquel joven bilingüe –primero fanático del pop durante una adolescencia a puro Abuelos y Soda, y luego del metal, de Iron Maiden y Whitesnake en adelante– descubrió con el disco Master of Puppets, de Metallica. “Me enganché en tocar rápido, en ser thrasher, en buscar cuando se equivocaban y pasaban un video en la tele, en ir a Rock Show, ahí en Cabildo.” Pero, aun en ese momento de militancia estética casi unívoca, justo cuando estaban grabando el debut de Vrede –grupo del que Espejo formó parte– es que prácticamente nació el alter ego de Compañero Asma. “Aprovechando el Farfisa que había en los estudios Del Abasto, me puse a grabar unos temas que había compuesto por mi lado”, recuerda Hernán, que se acababa de pelear con una novia norteamericana y no paró de componerle temas, uno tras otro. Por eso el inglés. Y de ahí la costumbre de armar casetes con esos temas y regalarlos. “Es que, justo entonces, un amigo me bajó las revoluciones cuando me regaló Jehovakill de Julian Cope, y Dry de PJ Harvey. A partir de ahí puse de un lado los grupos en los que tocaba la guitarra, y del otro lo que hacía yo, que pasó a ser más libre.” Una libertad que, con el tiempo –y los discos, que empezaron a llegar–, terminó ocupando el lugar de esos grupos en los que Hernán tocaba la guitarra. Y por eso ahora, claro, el círculo se termina de cerrar. Y entonces Guitarra dulce hogar.
Dulce hogar
Uno de los discos del año, sin lugar a dudas, Guitarra dulce hogar deslumbra en cada tema no sólo por cómo está tocado sino incluso por la pertinencia de sus letras, que van creando un mundo propio sin pretensiones. “El nombre del disco se le ocurrió a mi hijo Blas, y me gusta porque, además de poner la guitarra en medio de todo, tiene una cosa medio astral. Después de todo, al zodíaco le vendría bien una guitarra entre tanto arco, ¿no?”, bromea. Pero también confiesa, casi mirando el cielo: “Siempre trato que la inspiración venga de un lugar que ni yo sé muy bien dónde empieza”. Contenido finalmente dentro de un rock nacional del que supo abjurar, pensando en su momento –se ríe ahora al recordarlo– que había que ir a buscar un lugar en el mundo en vez de quedarse acá, Espejo también sabe que eso de nacional bien puede ser una ilusión. “Cuando en el Festival de Cosquín alguna banda joven intenta meter algún giro de reggae en lo que hace, los insultos llegan al toque. ¿No será que el rock nacional es sólo de Capital y tal vez también Rosario, nomás?”, se pregunta, al tiempo que se confiesa fan de Cerati, orgulloso de haber compartido escenario con Nebbia y haber llegado incluso a revalorizar la obra de Charly García. “El nombre original de este disco era Sábado 7 AM”, revela Compañero Asma, que no abandonó su proverbial productividad, y acompaña la edición de Guitarra dulce hogar con Asmacity, un álbum de covers y rarezas que se consigue online, y un EP titulado No hay humillación en ser gentil, que incluye el vals instrumental que bautizaba el disco antes de su nombre definitivo. “Está dedicado a la supuesta resurrección del mártir urbano de ‘Viernes 3 AM’, el tema de Charly. Porque la madrugada es un momento muy especial para transitar. Para el judaísmo ortodoxo es la hora de la vejez, y es difícil de vencerla tratando de vivir más”, calcula el feliz padre de Blas, de 6 años, y Ada, de 1. “No quiero vivir nunca más esa sensación. Y además siempre fui un tipo muy matinal. Así que la actitud es la de levantarse temprano y ponerse a trabajar.” Por eso Sábado 7 AM, entonces. Y Guitarra dulce hogar, claro está.
0 comentarios:
Publicar un comentario