A 40 años del primer disco de Almendra y a 30 del reencuentro del grupo en plena noche dictatorial, se revelan los archivos de inteligencia que seguían los pasos de Spinetta y su banda. Además, una mirada sobre el show que 'el Flaco' dio en Vélez.
Por: Gabriel Martín Cocaro
A lo largo de seis meses de intenso trabajo, de proposición total hacia lo que es nuestro, hemos comprendido que, lo que en un momento puede llegar a trascender, deja de ser exclusivamente propiedad del autor y se transforma en algo legítimamente de todos. Por eso, el 15 de enero es una fecha importante tanto para nosotros como para ustedes. Es la salida de nuestro primer long play. Es nuestra salida hacia ustedes". Con ese texto, escrito a máquina, fotocopiado y distribuido en forma de volante, Almendra anunció el lanzamiento de su álbum debut a principios de 1970. El conjunto, venía batallando duro desde hacía casi dos años y llevaba editado tres simples que no habían tenido ventas extraordinarias pero sí las suficientes como para que Vik, sello subsidiario de RCA Argentina, decidiera subir la apuesta. Entonces, entre enero y octubre de 1969 en los estudios T.N.T., Luis Alberto Spinetta, Emilio Del Guercio, Edelmiro Molinari y Rodolfo García, alumbraron un puñado de piezas formidables que trascenderían largamente su tiempo.En la tapa del vinilo, se veía a un hombre angustiado. Su cabellera estaba cubierta por un pañuelo atado al cuello y una lágrima le caía por el rostro; en la cabeza, llevaba pegada una flecha de juguete y tenía puesta una remera rosa, con el nombre de la banda. La imagen era un dibujo de Spinetta que contó con el aval de sus compañeros y el desprecio de la compañía, que destruyó el original. Pero El Flaco rehízo el trabajo y la grabadora, finalmente, cedió. "El sello pensaba que los compradores de discos eran, mayoritariamente, mujeres. Por eso, la portada debía ser una foto mostrándonos lo más carilindos posibles. Nosotros, rompimos con ese precepto", afirma García. En la contratapa, en lugar de los títulos de las temas, aparecían la lágrima, el ojo y la flecha del personaje de la cubierta como únicos indicadores. Así, el grupo vestía su propuesta con un ropaje exótico y, a la vez, cándido. "El acto creativo, es el juego del niño llevado al presente del adulto. En el mundo de Almendra –explica Del Guercio– había mucho de juego y absurdo. Por eso, a Luis y a mí nos gustaba tanto Julio Cortázar, porque era un fiel representante de ese universo fantástico".
La obra, mostraba un amplio abanico estilístico. La potencia rockera de "Ana no duerme", convivía con la melancolía tanguera de "Laura va", la psicodelia hendrixiana de "Color humano", los aires jazzeros de "Que el viento borró tus manos" y la impronta bossa novística de "Fermín". Las melodías iban, desde la belleza despojada de "Muchacha (ojos de papel)" hasta la complejidad armónica de "A estos hombres tristes". Todas, acompañadas por cuidados arreglos vocales y sutilezas instrumentales, como la flauta dulce de "Figuración" o el piano de "Plegaria para un niño dormido". Aquellos sonidos, combinados con letras tiernas, oníricas, existencialistas y surrealistas daban como resultado un nuevo tipo de canción urbana. "Escuchábamos a Atahualpa Yupanqui, a Astor Piazzolla, a jazzeros argentinos y, como elemento central, a Los Beatles. Almendra, se creó bajo el signo que ellos nos inocularon: la búsqueda de un lenguaje creativo con total libertad. Con esa idea, elaboramos las canciones", sostiene Del Guercio.
A tres meses de su salida, gracias a la difusión de "Muchacha (ojos de papel)", la placa superó las 20.000 unidades vendidas. Y aunque algunas críticas señalaron un particular uso del lenguaje (acentuaciones incorrectas y ciertas licencias gramaticales), todas resaltaron la calidad de la producción. "Hoy aquellos temas son clásicos pero, en ese momento, eran considerados de vanguardia. Con el tiempo –reflexiona Del Guercio– me di cuenta de que la mayoría de ellos están enhebrados por la tradición cancionística de nuestro país. Son canciones argentinas. La verdadera vanguardia revoluciona lo que hereda. Almendra, fue heredero de la mejor música argentina y combinó sus elementos sin ningún prejuicio". Luego, el grupo comenzó a darle forma a una ópera rock. Pero la idea se frustró y aceleró cierto desgaste interno que, meses después, provocó la separación. Antes, el conjunto grabó un disco doble y se despidió de su público con dos recitales en el cine Pueyrredón, de Flores, el 25 de diciembre de 1970.
El retorno comenzó a mencionarse en lascartas que Del Guercio y García, instalados en España desde 1975, intercambiaban con Spinetta. Sin embargo, recién se concretó cuando, a mediados de 1979, Alberto Ohanian, abogado y amigo de El Flaco, le formalizó a los músicos la propuesta. Por entonces, el bajista y el baterista estaban nuevamente en Argentina. Y Molinari, que vivía en los Estados Unidos, regresó al país para sumarse al proyecto.
Al principio, se pautaron dos presentaciones en el Estadio Obras, para el mes de diciembre. Pero el público arrasó con las localidades y ese par de funciones, se convirtieron en seis. Mientras esto sucedía, las huestes de Jorge Rafael Videla continuaban con su cacería humana. En tiempos tan duros, resistir era la única opción. Aunque "sumergir no es desaparecer", advertía la banda en un comunicado en el que anunciaba su vuelta. "El individuo –dice Del Guercio– se acomoda al contexto para sobrevivir. Pero esa adaptación, es el peor residuo que puede dejar una dictadura porque es uno el que la perpetúa cambiando sus conductas. Nosotros, habíamos tomado conciencia que Almendra tenía un vínculo emocional con muchas personas y la reunión fue como decirles: 'estamos haciendo un ejercicio de adaptación, pero no nos olvidamos quiénes somos y qué era lo que soñábamos'".
Trastienda de una persecución
La Junta Militar, había clausurado todo tipo de expresión política (partidos, sindicatos, centros de estudiantes) y los recitales masivos eran la única forma sobreviviente de agrupación colectiva. Por eso, luego del Golpe, las razzias a la salida de estadios y teatros se tornaron frecuentes. A partir de esa modalidad, la escena rockera se retrajo. Pero Almendra, empezó a convocar multitudes. A los shows en Buenos Aires, se sumaron otros en Rosario, Córdoba, Mendoza, La Plata y Mar del Plata. Los represores, no podían permitir tamaño brote de manifestación popular. Entonces, días antes del primer Obras, se iniciaron operaciones de inteligencia para desalentar la concreción de los eventos y, ya con la gira en marcha, la agrupación fue víctima de una minuciosa tarea de espionaje.
En el radiograma 12782/803, fechado el 4 de diciembre de 1979 y enviado por el Ministerio del Interior a todos los gobernadores de provincia, se afirma que Almendra "ejecuta el género musical denominado rock nacional y sus integrantes hacen alarde de su adicción a las drogas, circunstancia que incluso es insinuada en las letras de algunas canciones que interpretan, como así también el desenfreno sexual y la rebeldía ante nuestro sistema de vida tradicional". El texto, aseguraba que las autoridades cordobesas habían prohibido la presentación del combo en esa provincia y aconsejaba a los otros mandatarios a "adoptar medidas similares".
Pero el radiograma mentía, porque Almendra había tocado en el Chateau Carreras. Treinta años después, leyendo por primera vez aquel comunicado, Del Guercio opina: "Los militares, con un lenguaje burdo, advertían que había algo, para ellos incomprensible, que estaba subvirtiendo el orden en el cual vivían. Tenían razón. Almendra, generaba un pensamiento diferente en los jóvenes de la época. Eso, era lo que incomodaba".
La fecha en el estadio de Newell's Old Boys, estuvo a punto de suspenderse. Finalmente se concretó pero, horas antes, las fuerzas de seguridad solicitaron las letras de todas las canciones. Los músicos, eran vigilados de cerca.
"Cuando íbamos a algún lugar a comer –recuerda García– al rato, aparecían dos personas. Se ubicaban en una mesa cercana a la nuestra e intentaban escuchar lo que hablábamos. Si uno de nosotros advertía esa actitud, mencionaba en la conversación la palabra 'dolby'. Así, nos alertábamos de lo que estaba pasando".
La actuación en el Club Estudiantes de La Plata, también se llevó a cabo. Pues, según explicaba el intendente de dicha ciudad en una carta al subsecretario de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, suspenderla implicaba el "riesgo de una desfavorable y aún tumultuaria reacción (dado el tipo de público asistente a esta clase de espectáculos)...". De todas formas, el show fue grabado por personal policial. Y a su término, una brutal represión dejó un saldo de ciento noventa y siete detenidos, la mayoría menores de edad.
El 20 de enero de 1980, en el Estadio Mundialista de Mar del Plata, Almendra dio otro recital. Al día siguiente, la policía marplatense le envió a la Dirección General de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires un informe de seis hojas que incluyó los antecedentes artísticos de los músicos, una detallada crónica del concierto y las letras de los nuevos temas de la banda. El escrito asevera: "efectuadas averiguaciones a través de charlas mantenidas con su productor, como asimismo con algunos de sus integrantes se ha podido saber que este grupo se ha reunido por única vez, siendo en consecuencia la actuación realizada en Mar del Plata, la despedida del grupo". La historia, demostró lo contrario.
A fines de ese año, el conjunto volvió a reunirse, grabó un álbum y emprendió una gira nacional. "El trabajo de Almendra –aclara Del Guercio– no pretendía adoctrinar a nadie. Pero, era una expresión artística donde la idea de la libertad estaba siempre presente". Aquellos adolescentes, que a finales de los '60 leían a Cortázar, jamás traicionaron su esencia. Y en plena noche dictatorial, hicieron carne las palabras del escritor: "el fondo de un hombre es el uso que haga de su libertad".
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