Clásicos con alto voltaje
El santafesino les encuentra nuevos bríos a “Pensar en nada”, “Sólo le pido a Dios”, “El ángel de la bicicleta” y “En el país de la libertad”, entre otros temas, junto a la banda hard D-Mente, que se encargó de las adaptaciones.
Por Luis Paz
El, “mezcla de baguala, Internet y tango viejo”. Ellos, “sumidos en un mar de obsesión, de sexo y error, dispuestos a matar”. El cruce entre León Gieco y D-Mente no podía ser otra cosa que el promedio entre clasicismo y modernidad, el cocido balance entre la crudeza de la historia y la crudeza del contexto musical. Un león d-mente, el flamante disco del santafesino y la (ya no tan) nueva banda del ex A.N.I.M.A.L Andrés Giménez, presenta en once canciones de Gieco, la apropiada “El fantasma de Canterville” (de Charly García) y el “Canto en la rama” de Leda Valladares, el recorrido que traza el poder latino, circulando como sangre hirviente por las venas abiertas de esa América latina profunda a la que necesariamente hay que seguir cantándole.
De ese modo lo vio León. O ese sentido, al menos, reconstruye la selección, que va de la historia reciente (de su discografía y de la Argentina) de “Yo soy Juan” o “El ángel de la bicicleta” al Gieco más hímnico, el de “En el país de la libertad”, “Sólo le pido a Dios” y “De igual a igual”. Porque, por supuesto, no se trata de la primera vez que muchos de estos temas (también están “Pensar en nada”, “La mamá de Jimmy”, “La memoria”, “Bandidos rurales”, “Hombres de hierro” e “Idolo de los quemados”) han sido revisitados, por el propio León o por otros artistas. Pero el pulso nü metálico de los D-Mente logra teñirlo de un novedoso brillo acerado.
Es claro que se trata de una nueva obra de Gieco, fundamentalmente, aunque haya entregado a la banda la faena de la hechura y se haya reservado simplemente tres días para grabar las voces: este disco no es el acercamiento del cuarteto que completan Lisardo Alvarez en guitarra, Gula Cocchiararo en bajo y Marcelo Baraj en batería a la canción popular. Ellos hacen lo suyo –tocar fuerte y con precisión quirúrgica– y es el solista el que se aproxima a los terrenos de la distorsión más saturada, los cortes a contrabombo de batería y las densas líneas de las cuatro cuerdas.
El proyecto compartido empezó a gestarse en todas las invitaciones a escenarios cruzadas entre León Gieco y D-Mente, como la contundente del último Cosquín Rock, ocurrida a fines de febrero. Nueve meses después, la obra acaba de llegar a las bateas para incluir lo rural en lo urbano y el folklore en lo valvular. En ocasiones, el resultado es un upgrade de potencia a clásicos como “Pensar en nada” o “La memoria”. Pero en donde Un león d-mente efectivamente se convierte en disco de versiones es en la acelerada “De igual a igual”, en el groovero cover de Sui Generis, en la hipnóticamente épica “En el país de la libertad” y en “El ángel de la bicicleta”, presentada en una oscuridad simplemente emocionante.
Si Ricardo Iorio se pondrá celoso de Giménez, si los metaleros usarán bombachas de gaucho o si en las peñas sobrarán las melenas de aquí en más, no puede saberse aún. Lo que sí, ya se puede disfrutar de estas trece piezas revividas por una energía fresca, con un sonido circa año 2000 y el espíritu querellante de Gieco, que las conserva saludables hasta un tercio de siglo después. Aunque el hecho de que las luchas sigan siendo las mismas no sea algo para celebrar.
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