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jueves, 10 de diciembre de 2009

Festival de Jazz de Buenos Aires: Renovación del jazz en clave francesa


crítica Orchestre National du Jazz. La agrupación cerró el Festival con un programa dedicado a Billie Holiday.

Por: Marcos Mayer

BUEN TELON LA PERFORMANCE DE LA ORQUESTA FUE LA CLAUSURA APROPIADA DEL BUENOS AIRES JAZZ. EL FESTIVAL SUMÓ 54 CONCIERTOS.

Es interesante que el cierre del exitoso festival de Jazz de Buenos Aires haya estado a cargo de la Orchestre National du Jazz. No sólo por la excelencia demostrada por la mayoría de sus integrantes, sino también porque las búsquedas del grupo, al menos en el espectáculo armado por su actual director Daniel Yvinec, están atravesadas por muchas de las preguntas que se plantea un género que lleva bastante más de cien años de existencia y que no deja de renovarse.

Una de esas preguntas apunta a qué hacer con un repertorio que ha sido transitado en infinidad de versiones, algunas de ellas a cargo de los grandes héroes de la historia del jazz. La otra tiene que ver con la convivencia del jazz con otros géneros en el ámbito de la música popular, en especial con el rock. Para ello eligieron recorrer el repertorio de Billie Holiday, lo que implicaba no tener que atarse a un estilo definido, con todas las posibilidades de experimentación que esto significa.

Las respuestas dadas a estas cuestiones por los nueve músicos y dos cantantes en escena fueron muy convincentes en algunos momentos, como en la interpretación de God Save The Child -que recordó la versión rock hecha alguna vez por Blood Sweat and Tears-, aunque también podría decirse que revelaron una marcada desorientación a la hora de encarar Don't Explain, casi sobre el final de un recital que se extendió alrededor de una hora y media ante un público que colmó el Coliseo de manera entusiasta.

La Orchestre -un proyecto estatal que deja en manos de su director el poder absoluto de ir en la dirección que le plazca- reúne músicos de muy buena formación a la que ha agregado esta vez un cantante, el británico Ian Siegal, que viene de la zona del blues y del rock. Siegal, cuyo parecido a Mickey Rourke antes del botox es impresionante y cuya voz que (probablemente de manera deliberada) recuerda inmediatamente al primer Tom Waits -tanto en el timbre como en fraseo-, agrega lo que podría llamarse un toque raro a la música del grupo.

Es extraño escuchar esas canciones que se han oído casi siempre en una voz de mujer sonando ahora de manera tan ronca. Lo que junto con algunos arreglos free aleja a la propuesta de la banda de toda marca de reconstrucción historicista.

No es igualmente eficaz la presencia vocal de Karen Lanaud, quien no decide el perfil en el que cantar los temas de Billie y de algún modo compite imaginariamente con ella. Y por momentos trata de salir de esa trampa buscando otros estilos, como el aire a lo Marlene Dietrich con que interpretó My Man, convertido por la orquesta en una especie de tango a la francesa.

La propuesta general osciló entre buscar la belleza intrínseca de los temas, como sucedió por ejemplo en el conmovedor solo de saxo de Joce Mienniel en I'll Be Seeing You o en la intrincada presentación en piano de You've Changed, a cargo de Eve Risser, o en tratar de rodear a las composiciones de toques novedosos. En este último punto la banda osciló entre cierto manierismo, como las voces agregadas a Siegal en In My Solitude, y notables invenciones como los arreglos de bronces sobre todo en Strange Fruit, a lo que habría que agregar el sólido trabajo de Yoann Serra en la batería.

Dentro de un desequilibrio entre tema y tema que por momentos pareció deliberado, la Orchestre cerró el festival con la mejor apuesta posible: que el jazz no se resigna a perder el futuro.«

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