Ensayos contra la monotonía
Tras una exhaustiva labor de remasterización y restauración sonora se rescató en un doble CD el trabajo de estos años clave en la obra del compositor. Se trata de su primer octeto y de su orquesta de cuerdas, donde Piazzolla empezó su “segunda vida” musical.
Por Karina Micheletto
Dos años puntuales y significativos dentro de la prolífica historia musical de Astor Piazzolla, reunidos en la cuidada publicación de un CD doble, y de esta forma resaltados dentro de esa historia. La reciente edición de Astor Piazzolla 1956 - 1957 - Completo se destaca por un doble valor dentro de las numerosas compilaciones del genial bandoneonista y compositor. Está, por un lado, el valor documental de un material que agrupa por primera vez el trabajo de estos años clave en la obra de Piazzolla, un trabajo que tomó forma en su primer octeto y en su orquesta de cuerdas con piano y bandoneón (una parte de este material permanecía hasta ahora inédita en CD). Y está también la posibilidad de apreciar esta obra luego de un exhaustivo trabajo de remasterización y restauración sonora, a cargo de Diego Vila, que incluyó hasta la escucha de vinilos originales y equipos de la época, para salvar las intervenciones de ediciones anteriores descuidadas.
Los dos años que transcurren entre la llegada de Piazzolla de París –adonde había sido becado para tomar aquellas clases con Nadia Boulanger que destacan sus biografías– y su partida a Nueva York, adonde va a trabajar como arreglador, son aprovechados por Piazzolla para desplegar su música en dos direcciones. Graba dos discos con un formato orquestal de cuerdas con piano y bandoneón, y otros dos con su Octeto de Buenos Aires, una creación inspirada, según él mismo sitúa en las notas que acompañan a uno de esos discos, en los conjuntos de jazz que pudo escuchar en París, entre ellos el Octeto de Gerry Mulligan. “Fue realmente maravilloso ver el entusiasmo que existía entre ellos mientras ejecutaban. Ese goce individual en las improvisaciones, el entusiasmo de conjunto al ejecutar un acorde, en fin, algo que nunca había notado hasta ahora con los músicos y música de tango”, explica Piazzolla, y destaca en su estilo: “Era necesario sacar al tango de esa monotonía que lo envolvía, tanto armónica como melódica, rítmica y estética. Fue un impulso irresistible el de jerarquizarlo musicalmente y darles otras formas de lucimiento a los instrumentistas”.
Reunidos en este CD doble –el número 52 de la colección Grandes del tango, del sello Lantower– los discos Tango progresivo y Tango moderno avanzan en aquel proyecto de Piazzolla con el lucimiento de instrumentistas como Leopoldo Federico, Atilio Stampone, Enrique Mario Francini, Hugo Baralis, José Bragato, Horacio Malvicino y Juan Vasallo. De estos discos, más los dos grabados con la Orquesta de Cuerdas –y unos temas grabados con orquesta en 78 rpm, a modo de bonus tracks– resultan los cuarenta temas de esta edición, “un pequeño cuerpo –apunta el periodista Diego Fischerman en el texto que acompaña al disco– que aquí se presenta junto por primera vez y configura uno de los más importantes y ricos no sólo de la carrera de Piazzolla (allí empieza su segunda vida, podría decirse), sino de toda la música de tradición popular del siglo XX”.
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