Por pimera vez, el prestigioso bajista tiene una banda propia, Electrohope. Integrada por músicos Sub-30, habla del gran momento del jazz argentino y de su relación con los grandes, de Bob Dylan a Luis Alberto Spinetta.
Por: Gloria Guerrero
Javier Malosetti interpretando "Over the rainbow".
Figurón convocante del jazz de acá, experimentador y eterno propenso a la carcajada, Malosetti ha hecho casi todo. Pero siempre hay algo que alguien hace por primera vez. A los 43, tiene por fin banda propia: Electrohope, cuyo álbum debut sale a la venta este martes 30 de junio. El disco incluye composiciones propias y versiones de clásicos y rarezas (de Prince a León Gieco) y dos temas con dedicatoria especial: Waltz for Leloir (al Parque y al doctor) y Hymn for Mono, al gran baterista Norberto Minichilo, fallecido recientemente.
Javier Malosetti canta y se ocupa de bajos, guitarras, baterías y hasta panderetas. Y también del M2, un instrumento realizado por el luthier Mariano Maese compuesto por un doble mástil con bajo de cinco cuerdas y guitarra.
¿"Electrohope" es tu primera banda? ¿De verdad?
¡Yo nunca tuve una banda! Siempre toqué con algún solista, con algún cantante, en el grupo de otro... pero nunca formé parte de una banda. Entonces, me armé una yo.
Y con pibes.
Y con pibes, sí. Hay uno que es más jovato, aunque no llega a los 30 años: Nico Raffetta, organista y tecladista de Pappo; para mí es una pieza fundamental en el blues local. El baterista es Tommy Sainz (20 años); yo veía que no se soltaba, que no se soltaba y le dije: "Noto que, ante la duda, no tocás. Hacé al revés: ante la duda¿ ¡vos pegále!". Al final lo hizo, entendió todo, es perfecto (se ríe). En otros temas de este disco tocan Oscar Giunta o mi hijo (Julián, 17), o sea que las partes de batería siempre están buenísimas... salvo en dos canciones que la toco yo. Hernán Segret (22) es el guitarrista, un gran compositor; lo conozco desde que tenía 16 y era mi alumno de bajo... Mirá, éste es el primer disco de toda mi trayectoria en el que delego el lugar del bajista: en un tema toca Hernán, y en otro Mariano Otero... Pero el cambio fundamental de este disco radica en los chicos. En Electrohope lo de "Hope" (esperanza) es por ellos. Para mí son la esperanza del país, ni más ni menos: los artistas jóvenes
¿Y lo de "Electro"?
Porque tiene un sonido "un poquito más allá". No es que tocamos en las raves, entendés, no estamos hablando de música electrónica, pero tiene un destino más eléctrico que lo que yo venía haciendo. Remite más al sonido de un equipo puesto al palo, al sonido de un órgano con su Leslie girando hasta levantar vuelo... No interpreté mi propia música de este modo nunca antes.
¿Ahora sí te va a perturbar que te premien sólo como músico de jazz?
A ver: en realidad estoy agradecido de que cada tanto alguien ponga un disco mío y piense: "vamos a reconocérselo". Eso está buenísimo. Y si me ven como "músico de jazz" también me halaga, porque es la música más grossa en este momento...
¿Creés que el jazz es la música más grossa...?
Y, para mí sí. Porque tiene los conceptos armónicos de la música clásica pero extendidos aún más: tiene la improvisación, el swing, el ritmo, el «áfrica, el humor, cosas que, a mi modo de entender, la convierten en la música más alta. Pero algunos apelan también a otros estados, claro. Como los "rockeros malos", todos pintados: son otras sensaciones que prefiero dejarlas en mi casa. Porque a veces las músicas heavies se llaman así porque están tocadas desde un modo pesado, pero musical y armónicamente tienen un mensaje muy inocente. Y después ponés el Pájaro de Stravinsky y decís: "¡Esto sí que es pesado, boludo...!" O la Danza de Maya de la Mahavishnu Orchestra: ¡ésas son cosas pesadas, que te dejan lleno de inquietudes y de miedo!... El jazz es una gran influencia para mí, aunque no la única. Fue lo que siempre más me gustó: no quiero darles la espalda a todos los años en los que escuché a Louis Armstrong. No el Armstrong de cabaret, sino el Armstrong joven, inquieto y compositor. Me gusta que eso aparezca en mi música de algún modo, en algún momento. Es una tradición. Y a mí me gustan las tradiciones. Como me gusta Prince, porque disfruta tanto de Duke Ellington: Prince ha escuchado mucho, es como un Duke moderno¿
En tu nuevo disco está Prince y también está Príncipi...
(Risas) ¡Sí! Grabé mi versión de Vicki Waiting: si hago un tema de un artistazo, prefiero que sea un lado B. Y Cachito campeón de Corrientes es un tema que me encanta de toda la vida. También incluimos esta versión en el disco homenaje a León Gieco, a beneficio de comedores de Buenos Aires, y Osvaldo Príncipi participa como invitado: es el relator de la pelea de Cachito. Príncipi, mirá vos, fue de gira por todo el mundo con mi abuelo materno, el periodista de boxeo Jorge Mórtola, quien tuvo las páginas Luces en el ring en Crónica durante medio siglo... Príncipi era algo así como "el pollo" de mi abuelo y todo el tiempo me cuenta cosas de él... a mí, que de boxeo no tengo ni idea. Y terminé haciendo un blues rural, aunque en el medio conservé un poco de chamamé. Porque el blues y el chamamé comparten el compás ternario: vos ponés un chamamé y un blues que estén al mismo tiempo y no tienen nada que ver estilísticamente, pero rítmicamente caminan juntos. Cachito... es fantástico, es una novela¿
Ahora vas a presentar "Electrohope" en La Trastienda y después en el interior. ¿Cómo se vive la crisis en las giras?
Sé que cerraron muchos lugares y que la cosa está difícil en los pubs, pero en el interior siempre tocamos en teatros hermosos... El del jazz es un fenómeno particular. En un país bastante incendiado y con poca guita, sin embargo hay boliches de jazz, un vasto catálogo, salen muchos discos, y todos tocan. La crisis argentina es innegable, pero tenemos laburo y a salas llenas. No sé, será que a la gente le gusta destinar parte de su erario a su esparcimiento artístico... cosa que celebro con felicidad.