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domingo, 27 de septiembre de 2009

ENTREVISTA A STEVE VAI


En la entrevista habla sobre todo sobre su último DVD “Where The Wild Things Are” pero también de sus discos anteriores, proyectos, etc:

Steve Vai

Cuéntanos algo sobre el DVD:

S- Acababa de terminar un año y medio de trabajo en un doble CD-DVD en directo con la orquesta de Metropole llamado “Sound Theories” y “Visual Sound Theories” que salió a la venta en 2007. Tenía muchas ganas de tocar, así que en vez de volver otra vez al estudio a grabar, reservé un Tour por Europa, USA y Sudamérica para saciar mis dedos y mi ego por un tiempo. Quería reunir una banda única que le diera otro aire a mi catálogo de temas musicales. Siempre me gustó la idea de tener un violinista en el grupo pero durante las audiciones no pude encontrar ninguno que tocase a tono y melódicamente. Muchos eran agudos sonando como “metaleros” o eran músicos con formación clásica que sonaban “afeminados” cuando los enchufabas. Entonces, los cielos se abrieron y Alex DePue y Ann Marie Calhoun entraron en mi vida. Dos virtuosos de élite que pueden tocar música desafiante, pero también entender la actitud dinámica del rock. Tienen un control completo de sus instrumentos y “se les ve increíble haciendo lo que hacen”.

*¿Que buscas para que un músico entre en tu banda?

S- Llevo de gira 30 años y lo primero que busco en alguien para el grupo, es una persona que pueda salir a la carretera cuando sea. Una gira es un pequeño trozo de tu vida y cuando estás viviendo con gente “en un submarino en la autopista, no hay secretos al mar”. No importa cuan exitoso es un tour o un disco, si hay un “capullo” en el autobús, la experiencia al completo puede ser un infierno, así que la primera cosa que busco es que sean buena gente. Y también tienen que ser capaces de hacer algo especial con su instrumento.

Ayuda si pueden leer música o por lo menos tienen un conocimiento básico sobre ello. La canción que abre el DVD es un rápido tiempo de 25/32 Es una pieza extremadamente compleja pero muy heavy. Cuando la hicimos en el ensayo, cada parte, se alargó casi 25 pies. El pobre Jeremy Colson, tuvo un ataque de ansiedad. Pero sabía que ellos podrían tocarlo y soy un experto ensayando música compleja. Empezamos poco a poco y le dimos a nuestra paciencia y alma un buen desarrollo. El resultado final es una canción heavy melódica, perfecta, entretenida y que fluye muy natural. El grupo la toca con muchísima confianza.

Los Dioses del buen Karma del grupo brillaron claramente considerando esta gira y esta banda. Reuní un buen espectáculo y nos pusimos en camino. Recorrimos el mundo, viviendo y amando la vida y disfrutando de cada uno de nosotros y de las audiencias que compartieron nuestro néctar en el escenario. Este néctar fue capturado en vídeo en Minneapolis en el State Theater.

*¿Porqué elegiste Minneapolis?

El encanto de la ciudad y Mineapolis me atrapó hace años. Una magnifica metrópolis que es limpia, es cultural y aunque a veces es fría y húmeda, su gente es calurosa y amigable.

*¿Que podemos esperar ver en este DVD?

S- Cuando formo un grupo y un show, intento crear un experiencia de entretenimiento que a mi me gustaría ver si estuviese en la audiencia. Me gusta ver buenos músicos, pero no demasiado cerebral, ni tampoco sobre-indulgente, me gusta que me estimulen con un gran registro de intensidades emocionales. Disfruto cuando la gente ama sus instrumentos y eso se demuestra con su unidad con el mismo. Me gusta sentirme como que soy parte de una familia con la audiencia y con la banda.

Quiero marcharme sintiéndome bien, animado y no jodido por el ego de alguien o por las cosas que ellos odian sobre ellos mismos y el mundo. Me encantaría una camiseta gratis (ser libre) pero Vai nunca elegiría eso. Hay básicamente 2 elementos que van juntos a la hora de interpretar una pieza, da igual su nivel de dificultad. Por un lado, la parte técnica de ser capaz de interpretar la pieza en el instrumento y, por otra parte, es el desgaste emocional que un músico tiene con la música.

Lucho por encontrar un equilibrio entre los dos porque creo que para ser un músico efectivo. La habilidad técnica y el desgaste emocional van de la mano. Por supuesto también tienes que trabajar tu imaginación. Hay una pieza muy pintoresca en el DVD llamada “The Murder” (El asesinato). Es más la interpretación de una obra de arte. En el concierto, llevaba la guitarra como si fuera un gran mayo y luego en el estudio puse todo tipo de efectos especiales digitales con el audio haciéndolo más atractivo. Vi en mi cabeza todo antes de salir al escenario. Fueron muchas horas de trabajo para conseguir que fuera así.

*¿Estará disponible en Blu-Ray?

Si, Se que pocos conciertos de rock en Blu-ray ahora mismo pero creo que el medio, o al menos el de calidad 1080, será muy popular. Después de verlo en Blu-ray, oír la mezcla 5.1 y ver los colores tan brillantes que salían de la pantalla, el dvd normal parece mediocre. También habrá un cd audio en directo del concierto. Contiene temas que nunca han sido publicadas en directo antes como Oooo, Tender Surrender, Taurus Bulba, Now we Run, etc.

*¿Publicaste una caja con 5 cds con la mayoría de tus temas mezclados sin la guitarra. Se llama “Naked Tracks” (Temas desnudos). Casi como Karaoke Vai. ¿Se te ocurrió en el instante o ya la tenías en mente desde hace años?

La idea de la caja surgió cuando estaba mezclando mi primer trabajo y pensé que sería bueno tener todos los temas sin la guitarra para yo acompañar. Así que decidí que para todos mis trabajos, haría una mezcla de las canciones sin la guitarra o sin la voz si era una canción vocal. Finalmente cuando la tecnología para hacer bucles se introdujo, cree bucles con diferentes partes de las canciones y ensayaría sin parar. Esa parte es una de mis actividades favoritas, simplemente tocar sin parar sobre un bucle que parece que no acabará nunca, o hasta que se acabe la electricidad en la casa.

Aunque es genial tocar con los bucles y los temas grabados, es también importante tocar con músicos de verdad porque la música es una experiencia para compartir que implica intima comunicación con otros pero de vez en cuando es agradable darse el gusto de tocar solo y dejarse llevar hacia una excitante onda.

*Nunca había oído a alguien hacer algo así antes.

Me esfuerzo conscientemente en hacer proyectos que sean únicos. Me encanta desafiarme a mí mismo con nuevas ideas que creo son únicas como la caja de Naked Tracks, The 7th Song, Alive in An Ultra World, the Jem guitar y otros proyectos. Estas cosas me dan un sentimiento de éxito

*¿Muchas de tus composiciones requieren técnicas complicadas (y también un equipo de guitarras de alta tecnología), ¿crees que la gente será capaz de emularlo?

Intentar emular lo que hago en mis discos es una forma de enfocarlo. Quizás no es la manera más sencilla. Tocar sobre esos temas desnudos (sencillos) es una gran manera de descubrir tu propio estilo. Yo propongo usar esos temas como una base para descubrir tus propias partes e ideas. Es una buena manera de desafiar a tu imaginación. También propongo fijarse como meta el conseguir con estos temas algo completamente diferente de lo que yo hice. Usa tu propia expresión creativa.

Puedes tener cualquier nivel de destreza y usar cualquier guitarra y equipo. Incluso puedes una guitarra acústica. Lo que haces está limitado a tu propia imaginación. Pero yo sugiero que si alguien va a intentar tocar mis partes sobre estos temas, deberían esforzarse en subirlos un nivel. No sufras y no te eches la culpa si lo haces.

*¿Cómo amplias tus horizontes musicales?

Imaginándome a mi mismo haciendo cosas que no puedo hacer. Si puedes imaginarlo finalmente lo conseguirás. Por supuesto tienes que ser práctico y realista. Así es como he desarrollado mi estilo a lo largo de los años. De noche, cuando estoy en la cama, me imagino que estoy tocando la guitarra y busco nuevas ideas. También me imagino las composiciones. Esa técnica lleva a una liberación y una exquisita libertad mental.

*¿Haciendo memoria, ¿qué guitarristas te impactaron más cuando empezaste a tocar? Y de donde cogiste la idea de explorar las técnicas de trémolo?

Cuando era un adolescente Jimmy Page era mi ídolo. Me gustaba Jimy Hendrix, Richie Blackmore, Brian May y otros pero Joe Satriani fue mi profesor de guitarra cuando empecé. El podía tocar siempre bien y era tremendamente musical. Fue un mentor.

*¿Estás usando True Temperament ahora mismo, ¿cómo afecta esta tecnología a tu sonido?

Afecta a la entonación más que a nada. Permite que ciertos acordes suenen más a tono de lo que normalmente sonaría a causa de la construcción de la guitarra. También ayuda con el sostenido.

*Joe Satriani está con Chickenfoot. ¿No echas de menos estar en un grupo?

Tengo una banda. Pero si te refieres a un grupo de rock con vocalista, no. Lo hice y fue divertido pero no tengo ganas en estos momentos. Quizás en el futuro, quien sabe. Fui a ver a Chicken Foot el otro día y fue fantástico. Sammy cantó genial y Joe fue la hostia. Creo que son una buena banda de rock and roll.

*¿Cuéntanos algo sobre Alien Guitar Secrets

Siempre he disfrutado enseñando y hablando de música, de guitarras y del negocio de la música. Tengo bastante experiencia y sentía que algún día me encantaría compartir ese conocimiento cara a cara con entusiastas de la música. Y ese día es hoy. Los últimos 35 años de mi carrera musical los he pasado componiendo, grabando disco, viajando por el mundo tocando y aprendiendo a navegar por las complejidades del negocio. A través de esto mi principal énfasis fue identificar y cultivar una voz musical única, adquirir independencia económica y empresarial mientras luchaba por alcanzar el equilibrio espiritual.

Mirando atrás, puedo identificar períodos de crecimiento vitales y varias circunstancias o técnicas que inspiraron momentos de claridad. En esta categoría, comparto estos descubrimientos con la gente con la esperanza de inspirarles a ellos en su propio camino en el mundo de la música.

Un músico joven tiene normalmente 3 preguntas. Una es cómo voy a hacer un disco y distribuirlo para que el resto del mundo lo pueda oír, cómo me identifico y desarrollo mi propia voz en el instrumento, o cómo decido si ser música para el resto de mi vida es una buena idea o no?

Todas son preguntas válidas y quiero tratarlas todas. Se pueden encontrar estudiosos de la música en cualquier página buena de Internet o en cualquier libro bueno sobre el tema, pero en Alien Guitar Secrets hablo sobre como identificarte con tu propia voz musical interna y expresarla a través de una exploración catártica de autodescubrimiento. Hablo de la importancia de fijarse unas metas prácticas, el poder de la visualización y la actitud positiva, y como dividir tus metas en pasos asequibles. Hablo desde lo esencial de la expresión creativa hasta los aspectos prácticos para convertir en realidad tus ideas. Incluso hablo sobre el mundo de la música y algunas cosas que creo que un músico joven necesitaría saber para protegerse asi mismo y tener independencia de la industria. Es una atmósfera íntima donde todo el mundo tiene la palabra para preguntar cualquier cosa. Al final, tenemos una Jam session donde invitamos a 5-10 guitarristas de la audiencia, cada vez uno, para improvisar conmigo. La clase de Alien Guitar Secrets Master es diferente a un concierto de Steve Vai.

En esta clase, me siento y hablo, muestro algunas cosas con la guitarra, toco un puñado de temas. En mis conciertos, soy un artista (animador) en una sesión de hipnosis de guitarra. Disfruto mucho tocando la guitarra, componiendo y yendo de gira pero también es verdad que disfruto compartiendo mis experiencias con la gent a la que le interesa. Pero lo más satisfactorio para mi es cuando veo iluminarse los ojos de la gente cuando relacionan lo que estoy diciendo y como le pueden usar como una herramienta de inspiración en sus vidas.

Traducción: Elena Serrano


EL EQUIPO PARA LAS GIRAS DE TOM DUMONT GUITARRISTA DE NO DOUBT


Equipo Tom Dumont No Doubt

Tom Dumont (guitarrista de No Doubt) muestra los amplificadores y pedales que está utilizando durante la gira de .concierto en 2009. Vemos la guitarra Hamer Vector Korina.

En el rack podemos observar la unidad wireless, unos cuantos pedales y la unidad Furman Power conditioner:

Rack Tom Dumont No Doubt

En la siguiente foto podemos ver en detalle la pedalera de efectos, tiene una configuración bastante simple a la par que efectiva.

Pedales Tom Dumont No Doubt

El listado de aparatos que componen el equipo completo es el siguiente:

  • Cabezales Divided by 13 “RSA 31″.
  • Pantallas Divided by 13 4 x 12 equipadas con 16ohm Celestion G12M “Greenbacks”.
  • Sistema Audio Technica wireless.
  • Controladora de pedales GCX pedal switching system.
  • Pedales Eventide Modfactor y Timefactor.
  • Pedal MXR Auto Q.
  • Pedales Tone Freak Buff Puff y Naked OD.
  • Pedal MXR Bass Octave Deluxe.
  • Furman Power conditioner.
  • Cajas A&S

Depeche Mode: cross electrónico a la mandíbula


La banda británica que lidera Dave Gahan llega, intacta, a Buenos Aires

Depeche Mode: cross electrónico a la mandíbula

Por Verónica Pagés

FORT LAUDERDALE (FLORIDA).? Nada de lo que sucede sobre el escenario hace pensar que a ese hombre que baila, salta y se contorsiona febrilmente lo han operado hace poco más de cuatro meses de un tumor maligno en la vejiga. Efectivamente el poder de seducción de Dave Gahan está intacto. Y con él, el poderoso arsenal que Depeche Mode pone en juego en cada show de la gira mundial ?que traerá a la banda el 17 de octubre a Buenos Aires, en el marco del Personal Fest- en la que presentan su último disco, Sounds of the Universe . Gira que comenzó en forma un poco más que accidentada: no sólo a días de comenzar surgió lo de la enfermedad del Gahan -que obligó a suspender once conciertos y a reprogramar otros-, sino que más tarde el mismo Gahan se esguinzó una rodilla y tuvo problemas con sus cuerdas vocales; a eso hubo que sumarle que casi al mismo tiempo que el cantante entraba a quirófano, moría en Gran Bretaña el padre de Andy Fletcher, tecladista del grupo.

Así las cosas, nada hacía suponer durante esos primeros días de mayo que pocos meses después Fletcher llegaría a afirmar que están haciendo "los mejores conciertos" de su carrera. Fletcher habló desde su casa de Londres en un recreo que se tomó el trío electrónico -que completa el excéntrico genio de Martin Gore- luego del concierto que brindaron en Fort Lauderdale los primeros días de este mes, show al que este diario asistió invitado por la productora Time for Fun. "Más que unas vacaciones, éste es un período de recuperación", se sincera Fletcher. Es que una vez que se reanudó la gira no han tenido demasiado tiempo de descanso y estos hombres, que hace casi treinta años mantienen intacto prestigio y jerarquía, están grandes. Aunque no se nota. Ni un poco.

"Wrong"



Golpe certero

El impacto de lo que sucedió en el concierto que hicieron en el Bank Atlantic Center (el estadio de jockey sobre hielo de los Panthers) se sintió en el cuerpo. Eso que durante dos horas bajó a la platea e hizo que los casi 25 mil espectadores olvidara sus asientos no era sólo música, era un golpe certero al corazón. Impacto que por momentos volvía inquietos los pies, ponía todos los sentidos en guardia y al borde del suicidio más de una lágrima. El punto más alto en ese sentido fue con "I feel you" de Songs of Faith and Devotion (1993) -quizás el más rockero del show- en el que la batería parecía estar conectada a la cabeza de cada espectador. La potencia aceleraba el corazón y no se podía hacer otra cosa que gritar. Gahan sonreía con una felicidad feroz. A él también le estaba por explotar el pecho.

"Elegir los temas del show es muy difícil, tenemos una gran lista de hits pero también hay un disco para presentar. De hecho cuando empezamos el tour en Israel teníamos en el set más canciones nuevas, pero nos dimos cuenta que la gente quería algo más de las viejas. Nunca llegamos a un punto en que los tres pensamos que está perfecto porque cada uno tiene sus favoritas. Por eso nos gusta cambiar esa lista, de hecho tenemos preparada una serie de sorpresas para Buenos Aires", cuenta Fletcher, quien estuvo un par de veces en la ciudad en su rol de DJ. Justo él no fue de la partida en el show que dio Depeche en Velez en abril de 1994: "No estuve en ese segmento del tour porque estaba enfermo; fue el tiempo más loco en la historia de la banda y no fue, en verdad, un gran momento. Eramos un poco salvajes, estábamos de fiesta la mayor parte del tiempo".

Ahora -también según las palabras de Fletcher- están más viejos, más sabios, más profesionales. Y eso se ve en un show prolijo, visualmente diseñado hasta la obsesión por Anton Corbijn, en el que Gahan, Gore y Fletcher aparecen en carne y hueso y reproducidos e intervenidos -en vivo- en una megapantalla precedida por la enorme bola que bien puede ser ese mundo/ universo al que ellos le pusieron sonidos y Corbijn furibundos rojos, azules y amarillos.

Del disco nuevo sólo avanzan con "In Chains", "Wrong", "Hole to Feed", "Little Soul" y "Miles Away/ The Truth Is", que ya con cinco meses en la calle no se puede decir que sean temas difíciles, a los que cueste entrar. La voz sombría de Gahan es la de siempre y como dice Fletcher "las canciones de Martin [Gore] son las canciones de Martin". Aunque "Hole..." y "Miles away..." son de Gahan. Es que desde que el cantante tiene en paralelo una carrera solista le dan más permisos: "Creo que ese nuevo rol le ha hecho muy bien a Depeche", suma Fletcher, que en el escenario disfruta su estricto tercer lugar -él dice ser "el hombre del fondo"- sin ningún problema de ego o cartel.

El show es una celebración en la que Depeche alterna climas con la misma facilidad con que Gore cambia sus coloridas guitarras. La euforia atraviesa "Walking in my Shoes", "It´s No Good" o "Question of Time" para llegar a la tristeza infinita de "Precious". Altos y bajos, claros y oscuros; una fiesta rota por la melancolía en donde no existen los medios tonos, en la que todos disfrutan, los fanáticos que crecieron con ellos, los recién llegados y, sobre todo, ellos tres. "La verdad no sé cuál es la fórmula que nos trajo hasta acá, debe haber muchas razones: hacer muy buenas canciones, trabajar con buenas personas, tener fans leales. Nunca lo hicimos planeando que íbamos a estar juntos tantos años, nunca pensamos que Depeche iba a volver a la Argentina 15 años después, simplemente sucedió", dice Fletcher a modo de bienvenida.

Grilla completa del Personal Fest

Viernes 16 de octubre

  • Escenario Main Personal Pet Shop Boys, Nile Rodgers & Chic, Cuentos Borgeanos, Leo García.

  • Escenario Nokia Libertador Zero 7, Tahiti 80 (Francia), Plastilina Mosh (México), David Lebón, Súper Ratones, Hana, Pat Coria y los Susceptibles.

  • Escenario Tingaldo (electrónico) Plaid (Warp - UK), Prefuse 73 (Warp - USA), Tim Exile (Warp - UK), Victoria Mil, Alfi Martins, Wapaq.

  • Escenario Isla Ximena Sariñana (México), Nicolás Ibarburu (Uruguay), Loli Molina, Ambulancia, Walter Domínguez, Zolvein Vixen, Datura y Venome.

Sábado 17 de octubre

  • Escenario Main Personal Depeche Mode, Justin Robertson (warm up DJ set), Banda de Turistas, Bicicletas, Volador G.

  • Escenario Nokia Libertador Café Tacuba, Spanish Bombs (homenaje a The Clash), La Portuaria, Estelares, No Lo Soporto, Pánico Ramírez, Tony 70.

  • Escenario Tinglado Hercoles & Love Affair (DJ set), Poncho (con Justin Robertson), Adicta, Indica, Rock Hudson (Chile), Gusz.

  • Escenario Isla Tom Ze (Brasil), Rosal, DDC, Fantasmagoria, Kausal, Genitales Argentinos, Indignos, LAyFe.

Murió la pianista Alicia de Larrocha





Fue una de las grandes intérpretes del siglo XX

BARCELONA (DPA).- Alicia de Larrocha, la pianista española más importante del siglo XX, murió -a los 86 años- en Barcelona, su ciudad natal, a causa de dolencias cardíacas y pulmonares.

Alicia de Larrocha fue una niña prodigio, que a los cinco años ofreció su primer recital y a los doce fue solista con orquesta, e inició en 1947 una carrera brillante. Acaso la magia de su arte esté centrada en sus manos, pequeñas, pero tan flexibles, que le permitían abarcar sin mácula las páginas más endemoniadas escritas para piano. Cuando actuó por primera vez en el Colón, en 1961, había recibido hacía pocos días el codiciado galardón Medalla Paderewski. Memorable fue aquel recital con obras de Scarlatti, Beethoven, Chopin que incluyó un ramillete brillante de Albeniz, así como la presentación junto con la Filarmónica de Buenos Aires en la que interpretó el Concierto Nº 2, de Rachmaninov. De Larrocha recibió de inmediato el calor del público que la ubicó en el sitial de los grandes de España, junto con los nombres ilustres de Casals, Zabaleta, Segovia y Victoria de los Angeles, entre otros, mérito ratificado en varias visitas posteriores con eclécticos programas que se caracterizaron por miradas interpretativas de indudable originalidad.

De Larrocha fue la única concertista española incluida en las memorables grabaciones con recopilaciones de los 74 mejores pianistas del siglo XX promovidas por diversas compañías discográficas. Cuando en cierta ocasión se le consultó sobre el orgullo que seguramente sentía, dijo de un modo muy espontáneo: "¡Qué va, Jusú!, ¡qué horror...! ¡Si hay pianistas mujeres fenomenales...!" y su gesto -imposible de olvidar- estuvo acompañado de una mirada pícara y encendida. Un recuerdo acaso inadvertido por quienes tanto la admiraban se refiere a su rechazo a las adulaciones, a las reuniones sociales en su honor que le provocaban una actitud de silencio y de quietud. Otro recuerdo imborrable es su opinión sobre la condición acústica del Colón: "¿Qué es esto? ¡Un milagro!... Si escucho como mis trinos más pianos llegan al paraíso...".


viernes, 25 de septiembre de 2009

PATRICK COWLEY_El hombre máquina





Productor emblemático de la música High Energy, director del sello Megatone y responsable del sonido de San Francisco. Su corta e influyente carrera. Una de las primeras víctimas de sida de la comunidad disco gay.

Por Gustavo Lamas

Alta Energía

”I Feel Love” de Donna Summer produjo un quiebre en pleno furor de la música disco. Ese tema, producido por Giorgio Moroder en 1977, fue el primer paso hacia un rumbo nuevo en la música para pistas. Bowie recuerda que, durante el proceso de su trilogía berlinesa, Brian Eno le hizo escuchar esa canción como ejemplo del sonido del futuro que cambiaría la música de clubes por varios años. No se equivocó, y aunque es cierto que ya existían artistas como Kraftwerk, que trabajan con esos sonidos electrónicos, acá se trataba de música pensada exclusivamente para la discoteca. La base mecánica de “I Feel Love” marchando como locomotora y los efectos de sonidos sintéticos eran toda una novedad amalgamada con los crescendos vocales de una extática Donna, subiendo en cada estrofa un escalón más. Ahí estaba la clave. Cuando le preguntaron a la Summer por este sonido, se le ocurrió soltar por primera vez el término “High Energy”, sin saber que estaba bautizando un nuevo estilo, el mismo que, algunos años después, sonaría sin parar en todos los clubes gay del mundo. Todavía faltaban quemar los últimos cartuchos de sonido disco más tradicional y soportar disparates como el movimiento anti-disco (Disco Sucks) que incluyó la famosa quema de LP en un estadio de football de Chicago, una manifestación tan cargada de odio contra los artistas que acaparaban los charts, como racista y homofóbica. Más allá de estas expresiones, con el cambio de década, la escena gay creció en visibilidad con las escapadas de fin de semana a Fire Island y en clubes emblemáticos como The Saint en pleno Manhattan o el Heaven de Londres, donde se cocinaría el nuevo sonido: menos funky, ritmos rápidos y bases electrónicas en sintonía con el synth pop europeo. La oficialización del término “High Energy” se dio con el tema homónimo de Evelyn Thomas producido por Ian Levine. El círculo se cerraría desde San Francisco, con Patrick Cowley remezclando “I Feel Love” para convertirlo en un extenso tema de 16 minutos. Por eso no es casual que al principio, a Patrick se lo conociera como el Giorgio Moroder americano. Luego impondría su propio “sonido Cowley” y se convertiría en uno de los productores más importantes de High Energy junto a Bobby Orlando, Bill Motley y Ian Levine.

Del laboratorio a la disco

Su primer acercamiento a la música fue a través de la batería, instrumento con el que atormentaba a su familia desde el sótano de su casa hasta que se mudó a San Francisco. En 1971 en el City College comienza sus estudios de sintetizador y participa del laboratorio de música electrónica en el que desarrolla sus primeros experimentos a partir del descubrimiento de la nueva tecnología. Con gran intuición y facilidad encara sus primeros temas para jingles, pistas de cantantes y piezas meramente electrónicas. Terminará involucrado en la escena de música disco de casualidad: trabajando como técnico de iluminación del club The City Disco, un sótano show room donde se presentaba la figura transgénero de la comunidad disco Silvester. Al tiempo se incorpora a su banda haciendo las veces de tecladista, sin mostrar aún sus cualidades como productor y compositor. Pero una vez entrado en confianza, sus compañeros de banda pudieron escuchar sus experimentos totalmente novedosos para el sonido R’n’B standard que tocaban. Silvester quedó atónito ante las cosas que Pat podía lograr con los sintetizadores y decidió incorporar a sus temas esos elementos que sonaban tan frescos en 1978. Así se gestó la dupla compositiva y Cowley terminó al mando de la producción de los más grandes éxitos de Silvester, como en “Star”, donde ya aparecen sus arpegios de sintetizador predominantes. De ahí en más no dejó de aplicar en sus producciones un sello de fábrica dado por la combinación entre el uso de sintetizadores, guitarras procesadas y hasta instrumentos armados por él mismo. La fábrica de hits ya estaba en funcionamiento y lista para despachar éxitos como “You Make Me Feel (Mighty Real)”, “Dance Disco Heat”, y “Can’t Stop Dancing”. Cowley aún permanecía en la banda y no le era nada sencillo incorporar la tecnología a la performance en vivo teniendo que lidiar con las fallas de los sintetizadores primitivos.

Al ritmo narcótico

En 1981 el dj de San Francisco Martín Blacmann funda el sello Megatone y asocia a Patrick. La discográfica sería una de las usinas emblemáticas de la High Energy y la plataforma ideal para que Cowley diera rienda suelta a sus producciones. De ahí en más se hablará del sonido Megatone. El mimo que imprimía tanto en sus propios discos como los que componía para otros artistas como Paul Parker. El dj Casey Jones fue claro a la hora de describir el contexto y las características de sus producciones: “Era un sonido narcótico y bien arriba. En esa época la escena gay disco, estaba además acompañada por el efecto de las drogas que te ponían up y la energía de su música sincronizaba perfecto con el subidón de ciertas sustancias. El mundo sonoro y la lírica eran inéditas, ya no se trataba de una extensión del soul y el R’n’B. Por el contrario, él introdujo elementos cada vez más fuertes, más rápidos, con la electrónica predominando y fusionándose con new wave, progresiva, ambient y acompañado por la imaginería hardcore gay en las letras”. El primer gran éxito del sello fue “Menergy”, algo más que un guiño a la comunidad gay. El estribillo repetía con vocoder aquello de energía masculina (menergy) hasta el cansancio en una letra que pintaba el espíritu de la escena: “Los chicos hablando en el baño, riendo en un cuarto o amándose en la habitación, todos hablando de esta energía. Todos conocemos el sentimiento, ya no hay misterios cuando hablamos de menergy”.

Lo más fascinante de su sonido es que lo logra en una época en la cual tenía que hacer malabarismos para sincronizar las máquinas. Está producido con sintetizadores muy precarios cuando aún no existían ni samplers, ni computadoras, ni siquiera buenos sistemas de syncro.

Para el año 1981, Megatone iba muy bien y sumaba a Silvester, quien había abandonado su vieja compañía disquera tras un conflicto por su imagen gay en la portada de los discos.

Entre el éxito y la agonía

La vida sentimental de Patrick es bastante misteriosa. Pero sí se conoce que alternaba su trabajo en el estudio con la vida nocturna y sus visitas a los “baths”, algo así como los saunas, donde se producía el intercambio clásico de hoy y de siempre. Sus amigos, como el productor Frank Lovederde, pensaban que quizás en esos días contrajo la enfermedad que se lo llevaría tempranamente, en el ’82. Casi nadie sabía algo sobre el sida por ese momento. Pero pronto la propagación del virus devastaría gran parte de la comunidad disco de San Francisco, a fines de los ’80 reducida a la mínima expresión. Patrick sería una de las primeras grandes figuras en morir por esta causa. El padecimiento de su enfermedad es paralela a su ascenso en los charts. Su primera gran complicación es una fuerte neumonía que lo deja hospitalizado mientras su primer álbum, Megatron Man, trepa los rankings. Silvester lo visita en la terapia intensiva y le propone que, en cuanto se recupere, vuelva al estudio para trabajar juntos nuevamente. Así milagrosamente revierte el cuadro y tras el alta se recupera en casa de su amigo/cantante Paul Parker, con quien había grabado uno de sus éxitos “Right on Target”, otro clásico High Energy. Por esos días estaba muy debilitado y hasta lo subían las escaleras a upa. En ese estado regresa al estudio para grabar “Do You Wanna Funk” junto a Silvester, que se convierte en un nuevo hit de la dupla compositiva. Patrick no parará de trabajar hasta sus últimos días. No se quejaba mucho, pero estar durante largo rato frente a los teclados le generaba tremendos dolores de huesos. De ese modo encaró la grabación de Mind Warp, el segundo de sus álbumes. Para algunos es el primer disco de la era del sida y para los más cercanos e íntimos, es el álbum de la muerte. Y aunque la música sigue manteniendo la energía y el pulso rítmico de siempre, hay temas en los cuales los decibeles bajan y las letras connotan con el período de oscuridad y paranoia que atravesaba ante la posibilidad del final inminente. En temas como “They Came at Night” o “Going Home” aparecen las sombras de lo desconocido. El fantasma de la muerte en pleno ritmo maquinal y la pirotecnia electrónica.

La última fiesta

Para festejar el lanzamiento de Mind Warp el sello Megatone realiza un agasajo en la galería Design Center. Pero Patrick ya no se encuentra en condiciones de ir esa gran fiesta. A escondidas del equipo médico prepara una salida transitoria del hospital. Así, en silla de ruedas participa de la celebración. Desde un balcón puede ver la actuación de sus cantantes entre los neones, lasers y estrobos. Patrick Cowley murió el 12 de noviembrede 1982 a los 32 años. Silvester recibió la noticia en camarines en plena gira europea y tuvo que salir a escena para interpretar su “Do You Wanna Funk” luego de transmitir la noticia a un auditorio colmado. Seis años después también moría de sida.

ENTREVISTA CON EL CANTAUTOR ESPAñOL QUIQUE GONZALEZ



Un héroe de la independencia

Empezó a componer después de que se frustrara su intento de ser parte de los Galácticos y, aunque siguió siendo hincha del Real Madrid, se dedicó de lleno a la música, justo cuando agonizaba La Movida y Quique González disfrutaba de los shows de Joaquín Sabina y Loquillo. Ahora, después de una larga carrera que incluyó varios portazos a distintas discográficas multinacionales, se dio el gusto de pagar de su bolsillo el disco que viene a presentar a Buenos Aires, Daiquiri Blues, grabado en la mítica Nashville.

Por Martín Pérez

Al ingresar en la habitación, el hombre encargado de ir a buscar a John Lee Hooker para llevarlo al estudio quedó sorprendido. Ahí estaba el legendario guitarrista, parado en medio de su cuarto de hotel, mirando la televisión en calzoncillos, con las medias subidas hasta la mitad de la pierna y media botella de whisky vacía. Pero la sorpresa mayor fue que la televisión estaba sintonizada en una película de Lassie. Algo debió ver el guitarrista en el rostro de quien lo estaba yendo a buscar, porque se defendió rápidamente: “¿Qué pasa? ¡Lassie es una perra jodidamente lista!”.

La anécdota es una de las tantas que circulan por Nashville, que el madrileño Quique González supo cosechar durante la grabación de Daiquiri Blues, su último disco, que saldrá en España el mes próximo. La cuenta con entusiasmo y una sonrisa que se va ensanchando con el correr del relato, hasta terminar en una carcajada. Aclara que la escuchó de boca de los músicos locales con los que grabó, tipos tan buenos en lo suyo –según explica– que no necesitan estar demostrándolo todo el tiempo. Atesora, por ejemplo, el momento en que el auto que los llevaba llegó al estudio, pero nadie se bajó hasta que terminó de sonar “Highlands”, el larguísimo último tema del disco Time Out of Mind, de Bob Dylan. “Se mataban de risa con esa parte de la letra en la que charla con una camarera”, cuenta encantado. El productor de su nuevo disco fue Brad Jones, que ha trabajado con Josh Rouse y Steve Earle. “Un tipo con mucho sentido común para la música, que ha hecho que tenga un sonido sencillo, poco pretencioso y lleno de espacio.”

Una descripción que contrasta con la crudeza y espontaneidad del extraordinario Avería y redención (2007), el disco de separación –como su título permite suponer– que lo precedió. Y que, a su vez, sirvió como eficaz antídoto de Ajuste de cuentas (2006), el paradójicamente cuidado álbum en vivo que lo terminó de consagrar dentro de la escena musical española. Con invitados como Jorge Drexler, Enrique Bunbury y Miguel Ríos, fue el primero –y único, por ahora– en ser editado por aquí. “A mis temas les va como un guante ese estilo”, dice Quique de un álbum acústico cuyo repertorio recorre los mejores temas de más de una década de carrera, que este madrileño comenzó como infiltrado entre la generación de cantautores liderada por Javier Alvarez y Pedro Guerra, y termina junto a los más destacados de una nueva escena rocker que ha sabido sacarles la punta a sus composiciones, a medio camino entre las estrellas y el indie español.

“Nos la hemos currado todo este tiempo, haciendo lo nuestro, sin esperar a engancharnos al cometa del próximo éxito”, dice de una generación que integra junto a Xoel López y los Pereza, entre otros, con los que coincidió hace unos años en Buenos Aires, como parte del proyecto Laboratorio Ñ, que reunió artistas locales y españoles para grabar en los Estudios del Cielito. “No dejamos de recordar esa experiencia cada vez que podemos porque fue importante para todos. Porque siempre los que hacemos canciones nos la pasamos mirándonos el ombligo”, explica González, que desde entonces ha regresado cada vez que pudo. Lo hizo para presentar Ajuste de cuentas, y ahora anticipando la salida de su nuevo disco, cuya salida se irá a acompañar a España después de que termine de despedirse, este viernes, de los escenarios porteños. Y de los colectivos que, según él, van peligrosamente rápido por las calles céntricas, que le recuerdan demasiado a su Madrid natal.

DESPUES DE LA MOVIDA

Al hablar de sus experiencias en Nashville, la sonrisa que se le dibuja en el rostro a Quique seguro que es parecida a la que, cuando niño, debía tener al deambular por la juguetería de su padre, en el barrio madrileño de Vallecas. A pesar de los discos de Nacha Pop y Los Secretos heredados de su hermana mayor, y una guitarra acústica que le prestó durante un verano su vecino del séptimo piso, el sueño de toda la infancia del pequeño González Morales –su apellido completo– fue jugar en el Real Madrid. “Hice la prueba dos veces, me gustaba jugar de media punta, pero apenas daba para lateral derecho”, recuerda. “No era malo, pero era flaquito, demasiado pequeño entre los de mi edad.” Aquel sueño se le fue luego de un accidente de moto que le destrozó un pie, gracias al que se salvó del servicio militar. Aquel tiempo inmóvil, explica, fue cuando empezó a tocar. “Cuando estás en tu casa todo el tiempo, sin nada que hacer, se te empieza a volar la cabeza”, explica Quique, que ya escribía sus cosas antes de empezar con la guitarra, y apenas la agarró casi naturalmente comenzó a adaptarlas a la música.

Aquellos primeros palotes coincidieron con el final de la movida madrileña, y Quique se recuerda yendo a ver a Joaquín Sabina, Loquillo y Burning, los artistas más callejeros de la época, pero con un particular gusto por las canciones antes que las reivindicaciones. “Es que eran tiempos de mucho grupo reivindicativo”, precisa alguien que, sin embargo, no se confiesa muy fanático del hedonismo de la movida. “Hizo mucho daño, porque grupos como Tequila fueron denostados por tocar bien, y se ensalzaba justamente lo contrario. Por suerte en la década siguiente vinieron Los Rodríguez a poner las cosas en su sitio.” Por entonces, Quique se recuerda en Londres sin saber muy bien qué hacer con su vida. “Estaba allí trabajando en un laburo de mierda, y escribí dos canciones que creía que valían la pena. Así que me di cuenta de que más me valía volver a Madrid, para trabajar en otro laburo de mierda, pero tocando mi música.” Dos años después estaba detrás de Javier Alvarez, Pedro Guerra e Ismael Serrano, grabando sus temas en un compilatorio dedicado a la siguiente generación de esa movida de cantautores. Pero lo suyo era otra cosa, inspirado por solistas más rockeros, pero no menos autores de bellas canciones, como Enrique Urquijo o Antonio Vega.

PELEANDO A LA CONTRA

El ingrediente que falta para terminar de explicar el estilo de Quique González se llama Carlos Raya, que hoy reparte su tiempo entre M-Clan y Fito y Fittipaldis. Otrora guitarrista de Sangre Azul, el grupo heavy español más famoso detrás de Obús y Barón Rojo, a mediados de los ’90, Raya tomó como alumno a un veinteañero como Quique, recién llegado de Londres. Pero a las dos clases, luego de escuchar sus canciones, pasó a ser el productor del cantante hasta el consagratorio Ajuste de cuentas. No sólo eso: fue su sostén cuando su disco debut, Personal (1998), no colmó las desmedidas expectativas de su discográfica –esperaban vender 400 mil, y sólo vendió 5 mil–, que rápidamente rescindió su contrato. A pesar de lo que se suele decir dentro del mundo del rock (que para el primer disco un artista tiene toda su vida y en cambio para el segundo apenas el tiempo entre ambos y por eso suele ser un paso difícil), es el segundo de Quique, Salitre 48 (2001), grabado a pulmón en el estudio casero de Raya, el que muestra realmente todo su potencial. Aun hoy ese disco contiene muchas de las mejores canciones de su carrera. “Tal vez si me hubiese ido bien con Personal, en ese segundo disco hubiese estado perdido. Pero tuve que volver a demostrar que valía, y me empeñé en hacerlo.”

La misma discográfica que lo había despedido lo volvió a contratar, sólo para volverlo a despedir y contratarlo nuevamente para el tercer disco, Pájaros mojados (2003), un minué que se termina cuando González renuncia a todo, y se lanza a la independencia con una carta pública titulada Peleando a la contra, como el libro de Bukowski. “Hemos llegado a una situación en la que la falta de respeto, la comercialización salvaje y la falta de escrúpulos hacen difícil encontrar algo de verdad en el panorama”, escribió entonces, en una época dominada por programas como Operación Triunfo, durante la que sobrevivió grabando y vendiendo él mismo –a través de su sello Varsovia– dos admirables discos: el acústico Kamikazes enamorados (2003) y el eléctrico La noche americana (2005), cuyo hit “Vidas cruzadas” se repitió en su regreso a una multinacional con el hasta aquí tantas veces mencionado Ajuste de cuentas, un disco al que ahora sí se le puede entender mejor el título. “Si tengo que elegir uno de esos dos, me quedo con Kamikazes enamorados, por lo que significó”, explica hoy González, recorriendo los hitos de su discografía desde la cocina de su céntrico hogar porteño durante este mes. “Fue un ejercicio de libertad: un disco sin bajos ni batería. Los que me decían que era un suicidio comercial se quedaron boquiabiertos, porque era lírico y etéreo, denso y profundo. Siempre será un disco valiente.”

LA VUELTA A LA INDEPENDENCIA

Una de las cosas que más le sorprendió a González de su reciente experiencia en Nashville fue que aquellos músicos a los que terminó admirando, le insistiesen en preguntar todo el tiempo de qué trataban las canciones que iban a tocar. “Me preguntaban mucho por las letras”, explica. “Tal vez fuese algo exótico para ellos, y viesen la grabación como un reto. Pero necesitaban saber el clima del tema, para entonces tocarlo.” Como para su productor Jones los músicos sólo tocan con el corazón la primera vez, el flamante Daiquiri Blues es un álbum muy espontáneo y directo, de primeras o segundas tomas. Un disco que, además, Quique revela que ha pagado de su bolsillo, ya que –¡otra vez!– se ha desligado de su discográfica poco antes de que llegase el momento de viajar. “Me ha salido más barato que mis últimos discos”, dice con una sonrisa, disfrutando del poder del euro. Al tiempo que explica que esta nueva libertad le llegó al negarse a firmar un contrato en el que debía ceder a la discográfica un porcentaje de sus actuaciones en vivo, como parece ser la nueva usanza.

Por eso es que se sonríe en silencio cuando se le pregunta cuánto han cambiado las cosas desde aquella carta abierta, en la que decía, entre otras cosas: “No estoy resentido con la industria, simplemente no me veo dentro en esas condiciones. Esto es lo que pienso y sólo puedo defender mi postura desde la independencia. Así lo siento ahora y debo ser coherente. Si volviera a firmar con una multinacional estaría aceptando una serie de condiciones que en algunos puntos me parecen indignas y en otros directamente esclavistas”. Aquella vez la disputa era por la cláusula que lo obligaba a pagar sus grabaciones con sus royalties. Por eso se quejaba: “¿Alguien pagaría por algo que no va a ser suyo?”. Ahora no tiene una postura tan confrontativa, de hecho no ha habido carta pública. Pero González otra vez está seguro de lo que hace. Y, contra viento y marea, también sabe que –pase lo que pase– va a seguir sacando discos. “Porque soy de una generación que ha crecido con ellos, y los sigo entendiendo como ciclos vitales. Así que seguiré reuniendo cada un año y medio o dos, bajo un mismo título, una serie de canciones, con una tapa y algo que tenga un sentido como un conjunto.”

Pero, ahora que ha vuelto a la independencia y paga religiosamente por sus grabaciones, ¿qué piensa del público que se baja gratis sus discos de Internet? “Bueno, todo el mundo merece cobrar por lo que hace, ¿no es cierto? Porque, si se trata de que algo sea gratis, ¿por qué sólo la música?”, ironiza. Pero agrega: “Sin embargo, creo que es injusto criminalizar a la gente, que lo hace sólo porque le dieron la posibilidad de hacerlo. Después de todo, las discográficas fueron las primeras en piratear a sus propios artistas, cuando relanzaron sus discos en un formato como el compact, que les salía más barato y lo vendían más caro... ¡pero nunca cambiaron los porcentajes de los viejos contratos!”, se indigna González, que se ha ganado siempre la vida a base de tocar en vivo, y sabe que seguirá siendo así. De hecho, por eso insiste tanto en venir a Buenos Aires. Quiere conseguir un público de la misma manera en que lo hizo en España, asegura este fanático de Andrés Calamaro y Charly García, que va a ver en vivo cada vez que puede a Spinetta. Que menciona a unos desconocidos como Vetusta Morla como el grupo español que mejor se merece su actual éxito, y advierte que aquí un cantautor como José Ignacio Lapido sería un héroe. Y que se siente cuidado por Los Tipitos, prácticamente sus anfitriones en este viaje, y se confiesa fascinado por la música de Lisandro Aristimuño. “Noto acá a la gente con ganas de hacer cosas, mientras que en España nos obsesionamos con parecernos a Europa, dándole la espalda a Portugal y a Marruecos, que están más cerca y con los que tenemos más cosas en común”, explica este porteño por adopción, madrileño de nacimiento, y artista independiente, que tiene muy claro por qué el poeta decía –asegura– que se canta lo que se pierde.

Jim Carroll_Se fue el poeta de Nueva York





La semana pasada murió Jim Carroll, poeta de Nueva York, amigo de Patti Smith y de los punks del CBGB que se hizo famoso de adolescente con The Basketball Diaries (después llevados al cine con Leonardo DiCaprio como el joven y heroinómano Jim) y con la colección de poemas Living at the Movies. Además tenía su propio grupo, The Jim Carroll Band. Esta canción está en el disco debut de la banda, Catholic Boy, lanzado en 1980. Hace poco fue homenajeado por Cat Power en el tema “Names” de su disco You are Free




Gente que murió

Por Jim Carroll

Teddy estaba esnifando pegamento a los 12,
se cayó del techo en la 29 Este.
Cathy tenía 11 cuando se desenchufó
con 26 rojas y una botella de vino.
Bobby se agarró leucemia, 14 años:
parecía de 65 cuando murió.
Era amigo mío.

Esa fue la gente que murió.
Esa fue la gente que murió.
Eran todos mis amigos, y murieron.

G-berg y Georgie dejaron que sus gimmicks se pudrieran
y se murieron de hepatitis en Manhattan.
Sly recibió una bala en la cabeza en Vietnam.
Bobby tuvo una sobredosis de Drano la noche que se iba a casar.
Eran dos amigos míos,
dos amigos más que murieron, los extraño, murieron.

Mary hizo una zambullida seca desde su habitación de hotel.
Bobby se colgó en una celda de la tumba.
Judy saltó frente a un tren del subte.
A Eddie le cortaron la yugular.
Y Eddie: te extraño más que a todos los otros
y te saludo, hermano, esta canción es para vos.

Herbie empujó a Tony desde el techo del Boy’s Club.
Tony pensaba que su bronca era sólo un chiste,
pero Herbie le probó a Tony que no, para nada.
Hey Herbie, dijo Tony, ¿podés volar?
Pero Tony no podía volar... Tony se murió.

A Brian lo atraparon en una redada por un asunto narco
y zafó vendiendo a unos motociclistas.
Dijo: ya sé que es peligroso,
pero es mejor que ir a Riker’s.
Al día siguiente lo mataron
los mismos motociclistas a los que había delatado.

Esa fue la gente que murió.
Esa fue la gente que murió.
Eran todos mis amigos, y murieron.


ADRIAN BARILARI: “SOY LA CARA DE UNA BANDA QUE VENDE UNA CIFRA NADA DESPRECIABLE”



MIENTRAS AFUERA EL SOLISTA METALERO ES UNA FIJA, AQUI TODAVIA NO HA PODIDO INSTALARSE COMO COSTUMBRE HEAVY. ANTES DE VOLVER A SUBIRSE AL TREN DE RATA BLANCA, BARILARI SE PRUEBA EL LUGAR DE SOLISTA, AHORA EN EL INTERIOR.

Por Juan Ignacio Provéndola

Una de las pocas cosas que el metal local aún no ha podido nacionalizar, en sus dos décadas y media de existencia, es ese mercado de cantantes solistas tan común en Estados Unidos y Europa. Mientras la oferta en el extranjero va desde Ozzy Osbourne hasta David Coverdale, por estos lugares apenas asoma la figura del ex Hermética, Claudio O’Connor, si de constancia y convocatoria se hablara. La comparación puede sonar grotesca, pero resulta por lo menos sorpresivo que no pueda sostener carreras en solitario una escena regida, justamente, por un fuerte culto a la personalidad.

La cuestión es que Adrián Barilari recorre ese camino poco transitado desde que editó su primer álbum por fuera de Rata Blanca luego del proyecto compartido con el tecladista Hugo Bistolfi entre 1994 y 1999 bajo el nombre de Alianza. Fue en 2003 cuando puso su nombre al servicio de un estreno a puro power metal europeo, grabado incluso con la ayuda de varios referentes del género como Jens Johansson (Stratovarius y solistas varios), Emmpu Vuorinen, Jukka Nevalainen y Sami Vänskä (Nightwish). “Mi disco debut no tuvo el apoyo que yo esperaba, a pesar de haber hecho una producción increíble”, recuerda, resignado, el cantante. Su segundo intento fue con Canciones doradas (2007), una docena de covers que surgió como aventura ante la falta de medios para editar un nuevo material propio, y que luego encontraría problemas varios sobre derechos de autor.

De lo poco que quedó para elegir, Barilari prefirió a Bon Jovi, Aerosmith, U2 y George Michael (entre otros) para reformarlos en castellano. Las versiones no eran una novedad para él: había grabado desde el tango Nostalgias de Cadícamo hasta el clásico Hold the Line de Toto, al margen de haberse anotado en varios discos tributo. Sin embargo, la fórmula no le alcanzó para desarrollar una carrera solista ya de por sí condicionada a las necesidades y obligaciones de Rata Blanca. “Yo sabía de antemano que iba a ser de esta manera, supeditado a los momentos que me quedaran libres; pero si no lo hacía así, no tendría nada”, dice Barilari, quien esta vez decidió ganarle al tiempo ordenando, pero también delegando.

Bajo ese concepto fue concebido Abuso de poder, fruto de una sociedad comercial con el sello virtual DontPayMusic que no sólo ofrece gratuitamente el disco en su sitio web sino que también organizó el casting mediante el cual el cantante escogió a sus actuales compañeros, ponderando no sólo “la capacidad musical y ductilidad a la hora de componer y ejecutar” sino, también, “su equipamiento y look en cuanto a la escena”. Casualidad o no, los tres músicos que hoy lo acompañan tuvieron algún vínculo con su vieja banda: el bajista Piter Barret (Sauron y Magnos) es hermano del guitarrista Julián, quien grabó una canción en un tributo a Rata junto a Lörihen; mientras que Nicolás Polo es baterista de Mala Medicina, propuesta del bajista Guillermo Sánchez por la que pasaron otros ratas como Gabriel Marian, Javier Retamozo o Fernando Scarcella.

“La propuesta del sello fue buena –analiza– porque ellos explotan el formato virtual y las producciones de los shows, mientras que queda para mí la decisión de editar el disco en formato tradicional cuando quiera.” En la agenda de shows aparece su primera gira solista por el interior, que ya pasó por Rosario, Salta y que continúa hoy en Casilda, mañana en Bahía Blanca y el sábado en Las Grutas, además de sucesivas presentaciones en The Roxy y The End de Capital Federal.

La distribución de tareas también se trasladó a la creación musical. Adrián escogió composiciones de cinco músicos distintos y luego les agregó su letra. Un trabajo de laboratorio que cobró forma de disco en el estudio de grabación y salió directo a la descarga para mostrar a un Barilari rápido y furioso que, si bien no abandona la línea melódica tan característica de sus obras, lo hace desde un heavy decididamente más actual que el rock deepurpleano de Rata Blanca o el power metal de sus primeros tiempos como solista. Para él, todo se trata de “rock, simplemente rock”, siempre y cuando no repita lo que ya ofreció a lo largo de los seis discos que grabó con su banda de siempre: “Desde el comienzo traté de salirme de la línea de Rata, haciendo lo que me gusta, lo que tenga ganas de hacer y no pueda; no tendría sentido concebir una obra solista con la misma propuesta”, declama.

–En Abuso de poder abandonás por un rato las letras de amor y de fábulas, y bajás línea como nunca. ¿A qué se debe esa politización?

–No sé si la palabra es “politización”, no me gusta la política en ninguna de sus formas. En Abuso... me pasa lo que a cualquier ciudadano en este país, que vivió varias épocas de mandatos diferentes y ve cómo van cambiando de mano los poderes y cómo nada cambia para mejor, entonces de alguna manera lo saco hacia fuera y lo digo para que no me termine enfermando con la fuerza que la música me inspira.

–Como solista fuiste telonero de Dio en Obras y esa noche, incluso, hiciste tu versión de su canción Stargazer. ¿Cómo fue conocerlo en esa circunstancia?

–Tuve la suerte de conocer y cantar con varios de mis cantantes preferidos, como Eric Martin, Ian Gillan y Glenn Hugues, pero con Dio fue especial porque se tomó media hora después del show para venir a mi camarín a conocernos y compartir con todos un rato de su vida. Incluso quiso saber cómo había traducido Stargazer. Es un genio por su sencillez, que está más allá de su carrera.

–¿Cómo viviste todo el proceso de Cromañón?

–Fue difícil, triste y doloroso; pero, sobre todo, muy lento. En cierta forma, los culpables somos todos. Como sociedad, en general, estamos muy enfermos y nos aislamos cada día un poco más.

–¿Por qué sos el único músico de Rata Blanca que pudo desarrollar su carrera paralelamente, pese a que otros compañeros tuyos lo intentaron?

–Creo que al ser el cantante de una banda como Rata corro con una ventaja respecto del que toca el teclado, el bajo o la batería. Eso te da más oportunidades a la hora de hacer un disco porque a las empresas les interesa facturar. No les importa demasiado la música sino lo que puedas producir, y yo soy la cara de una banda que vende una cifra nada despreciable.

–¿Siguen creyendo que la banda es subestimada en la Argentina?

–Más que subestimada, creo que no fue comprendida en su momento, durante los ‘90. El público no entendía que una banda de rock pudiera tocar en televisión, estadios y locales de bailanta. Era como que aceptaban al pop en la tele, pero no al rock. Que una banda fuera a un local en Villa Luzuriaga donde se escuchaba cumbia y después tocara en el Gran Rex, estaba mal, no encajaba. No era por nosotros, te lo puedo asegurar, ya que estábamos tocando muy bien.

ROCKEROS QUE ESCRIBEN


YO SIEMPRE TUVE UN PREJUICIO CONTRA MI”

Aunque la literatura escrita por rockeros duerme en el margen, Gabo Ferro, Gillespi, Rosario Bléfari, Isol, Fernando Aime, Miguel Cantilo, Flavio Cianciarulo, Sergio Pángaro, Juan Subirá y Dani Umpi son rockeros que se mueren por escribir... y lo hacen.

Por Matías Córdoba

Parafraseando a Gustavo Cerati, no se puede separar la literatura del rock. Se miran continuamente. Con la edición de Blow!, de Gillespi, y La música equivocada, de Rosario Bléfari, se consolidó, este año, lo que algunos artistas se atrevieron a llamar el género músicos-escritores. Está bien, todo comenzó a mediados de los ‘60, con la iniciativa excéntrica de Miguel Abuelo de escribir un libro que, antes de que tuviera una palabra, ya tenía título: La historia universal de la realidad. Según los allegados a Abuelo, todo fue un sueño. Los principales músicos que sí escribieron y fueron publicados, tuvieron como respaldo una carrera inmensa: Miguel Cantilo, Luis Alberto Spinetta, Litto Nebbia. Y más acá, los editores interesados tal vez en lo que generó el rock en el público, durante y después de los ‘90, decidieron divulgar a cantantes, guitarristas, músicos populares, así fueran textos inconclusos, memorias borrosas, cuentos infantiles, poesía minimalista o lo que tuvieran a mano. Gabo Ferro, Fernando Aime (“hay músicos que se lucen en la literatura y en la música a la vez, y son los que a mí me dan más placer”), Francisco Bochatón, Nekro, María Fernanda Aldana, Dani Umpi y Flavio Cianciarulo, por citar algunos, pudieron mostrar sus textos.

Todo parece indicar que sí existen los músicos-escritores. ¿Es el campo literario un lugar más libre para dar rienda suelta a la inspiración? “A mí me parece que sí. Además siento que el campo literario está puro y no tan contaminado con ansiedades como parece estar la música”, opina Sergio Pángaro, autor del libro Señores Chinos (Editorial Vestales). “La literatura es como escribir la partitura del alma”, opina Rosario Bléfari, y continúa: “Uno escribe algo que al ser leído suena, aun en el silencio del pensamiento interno del lector”. Suena. Esa parece la premisa del músico a la hora de escribir un libro: hacer sonar las palabras como si fueran música, como melodías arrancadas a lo inconmensurable de las palabras. “Mis libros, hasta ahora, han sido de rock. Escribo desde ese lugar. No elaboro un análisis, el rock es la coartada. Lo que hago, básicamente, se llama ficción-rock”, le dice al NO Flavio Cianciarulo, bajista de los Fabulosos Cadillacs, y autor de Rocanrol, canciones sin música (Arde Rocanrol Ediciones) y The Dead Latinos (Zona de Obras).

Entonces es literatura popular. Nada de floritura, discurso erudito y rodeos. La escritura de los músicos es un conjunto de experiencias y limbos propios. “Empecé a escribir pensamientos trasnochados, después comencé a inspirarme con libros que iba leyendo. La literatura, en general, es el resultado de las influencias que tiene uno”, apunta Gillespi, autor de Blow!, una rareza que publica la editorial El Cuenco de Plata, y que cuenta con anécdotas del trompetista con sus compañeros de Sumo. Algo similar dice Juan Subirá, de Bersuit Vergarabat, sobre los textos que contiene su Desconcierto para uno solo: “Fue algo que escribí hace algunos años, y cuenta anécdotas divertidas, eufóricas y alocadas, con algunas reflexiones oportunas, pero no para tomar como si fuera literatura”.

No está del lado de la vereda del frente por haber escrito un ensayo sobre el gobierno de Juan Manuel de Rosas, pero lo de Gabo Ferro en su libro Barbarie y civilización: sangre, monstruos y vampiros durante el segundo gobierno de Rosas (Marea Editorial) es la demostración de que un músico, a pesar de los devaneos sesudos de la erudición, puede inmiscuirse en el ámbito académico. El mismo Gabo lo explica: “El libro surgió como un gesto político, como respuesta a lo que fue la década del ‘90. Porque durante esa época los historiadores mediáticos pretendieron censurar el tema Rosas”. ¿Y cómo se maneja un músico de rock dentro de la Academia de Historia? “Siempre me moví de una manera muy rockera dentro de la Academia, y muy académicamente dentro del rock. Y además, yo siempre tuve un prejuicio contra mí. Como si lo mío fuera menor por ser simplemente un músico. Y no hay que pasar por la universidad para poder decir algo o para contar la historia. Cualquiera puede hacerlo”, dice el ex integrante de Porco.

Pero no sólo de historia, poesía y ensayo autobiográfico va la literatura rockera sino también de cuentos infantiles, como lo hace Isol, ex integrante de Entre Ríos y ahora en Zypce. Ella dice: “Desde chica me interesó inventar cuentos, crear mundos, tratar de plasmar algunas situaciones que me parecen peculiares o misteriosas, graciosas o terribles. Poder mirar desde otros lugares aparte del mío, y compartir esa mirada con otros, me alivia, me alegra. La lectura y la escritura fueron muy compañeras en mis años de escuela primaria, en los cuales tuve algunos problemas sociales, y funcionaron como un lugar íntimo y gratificante, de aventura, de sueño, y fue algo que no abandoné hasta hoy”.

Lo de Isol es peculiar: ella escribe y pinta, dibuja, arma y desarma mundos en pocos trazos, todo relacionado con su amor al comic, la literatura y la plástica. Algo similar a lo de Santiago Barrionuevo, cantante de El Mató a un Policía Motorizado, que se embarcó en el proyecto de colaborar con dibujos en el nuevo libro de Fabián Casas, Rita viaja al cosmos con Mariano, y que saldrá por estos días, a través del sello Planta.

Sin embargo, la idea que subrayan constantemente los músicos-escritores, a la hora de pensar su rol, es afín a lo que dijo alguna vez el Indio Solari sobre los héroes rotos de los ‘60, esos que escarbaron en los “tachos de basura de la contracultura”. El músico uruguayo Dani Umpi, autor de varias novelas, lo confirma: “Me interesa la baja literatura y operar desde ahí abajo. Es, básicamente, de lo que va mi literatura. Yo era y soy bastante ignorante, aunque trato de ser caprichoso a la hora de escribir. Por eso me gusta mucho la literatura femenina y de autoayuda, sin tomarla como algo fetichista”, cierra Umpi, que escribió Aún soltera (Editorial Mansalva), Miss Tacuarembó y Sólo te quiero como amigo (ambos de Interzona Editores).

Parece que la literatura rock duerme en el margen. Todavía no es reconocida por los críticos, y el tiraje de las ediciones, en la mayoría de los casos, es bastante menor en comparación con otros títulos. Pero es allí, en el under, lejos de la esfera canónica, donde también circula la devoción por el arte de las letras, como bien hizo Reno González, líder de Reno y Los Castores Cósmicos, con su pequeño alegato llamado El fraude intergaláctico, en una edición subterránea. Las historias de Miguel Cantilo le permitieron bucear en algo que para él es un tema tabú dentro de la historia: el hippismo. “El libro Chau, loco (Editorial Galerna) lo escribí en respuesta a las permanentes preguntas del periodismo e interesados en el tema sobre lo ocurrido con la movida hippie de los ‘70 para aquí. La intención era aclarar y desmitificar, porque hoy en día se dice cualquier cosa. Imaginate que Rolando Hanglin se anuncia como ‘el hippie viejo’. Sentí que hacía falta escribir sobre drogas, represión, pero en un tono humorístico”, acota el autor de Marcha de la bronca. De alguna manera, la literatura rockera sirve para denunciar el olvido. Y también para escapar del canon impuesto a la fuerza por los suplementos literarios o el amiguismo reinante en el cerrado ambiente académico.

ESCRITORES QUE ROCKEAN



“LOS MUSICOS SON UNOS IDIOTAS”

Con las tertulias literarias convertidas en espacios pseudo rockeros aparecieron escritores que querían subirse al escenario. Mariano Quiroga, Sebastián Matías Olivera y Adrián Bechelli publican libros, hacen canciones... y las tocan.

Por Julia González

Hay antecedentes de músicos que publicaron libros, como Spinetta con su poemario Guitarra negra, editado hace poco más de treinta años o, un poco más cercano a estos días, Rosario Bléfari, con La música equivocada. También se puede nombrar a Jim Morrison quien, antes de que surgiera The Doors, rumbeaba para el lado de las letras, empecinado en que se lo reconociera como poeta y no como estrella de rock. Pero el camino fue el mismo que los dos ejemplos anteriores: primero llegaron los discos y luego los libros. Con el resurgimiento de las tertulias literarias que antes solían asociarse con el súmum del aburrimiento, aparecieron también los escritores que componen canciones. Estos poetas que desacartonaron la escena, que recitan como hablan y se anuncian en flyers como rockeros, se arriman a la música como una forma de expresión inevitable. Mariano Quiroga, Sebastián Matías Oliveira y Adrián Bechelli comparten algo más que el circuito literario y las periferias de Caballito. Los tres publicaron libros por la editorial independiente Milena Caserola y hacen canciones que tocan en ciclos de lecturas, en la Feria del Libro Independiente o en fechas exclusivamente musicales. Es más que un detalle el hecho de haber elegido a Milena Caserola para publicar, detalle que los hermana silenciosamente en una actitud rockera.

Quiroga (porque los escritores suelen llamarse por sus apellidos) tiene una mirada desconfiada. Mira y mide. Es un punkie tocando tango o música clásica, y no sonríe hasta que se olvida del control y le sale una expresión de nene que sacude su costado emocional. Después de haber estado peleado con su entorno musical, que no era otro que el de la Escuela de Música Juan Pedro Esnaola, Quiroga se les animó a las canciones. Y no le tiembla el labio cuando dice que quería juntarse con personas que no fueran músicos, “porque los músicos son unos idiotas. Toda mi secundaria la pasé con músicos y prefería algo más beatle, o sea, unos amigos que toquen, porque en definitiva la música se termina dando por ese lado, con la química que tenés con el otro. Y ahí lo conocí a Seba”.

Sebastián Matías Oliveira es su compañero en Suaves Dedos Finos, la banda que armaron luego de un taller de periodismo dictado por Enrique Symns en el que el monologuista de los Redondos desertó. Pero ellos tenían un viajecito en el 15 desde Florida hasta Caballito, y así nació la ansiada amistad beatle. Pero al margen de la banda que tiene con su compañero, Quiroga se presenta solo con su guitarra en las lecturas ambulantes de Capital. Canta y toca sin amplificar ningún equipo y no se parece a nadie, aunque siempre se busque alguna influencia, un registro en la voz, en la forma de tocar que encarrile hacia algún prócer del rock.

¿Primero llegaron las letras o la música? No se sabe a ciencia cierta, pero el primer contacto que Oliveira tuvo con el rock fue a través de un casete de Bridges to Babylon, que los Stones editaron en medio de sus visitas maratónicas a River. Su viejo le hablaba de sus majestades satánicas y, a partir de ahí, Oliveira empezó a armar canciones mientras tomaba clases de guitarra y se curtía en los recitales como espectador. Pantalones oxford, chalecos a lo Robert Plant y botas texanas son parte de la indumentaria que define a este chico musicalmente anacrónico, algo perdido en el tiempo. Oliveira tiene dos poemarios (una suerte de fanzines), y tres libros editados: Todo texto debe autovalerse, la novela Presente Gourmet, y Suaves Dedos Finos (“más antológico”, define el autor), editado especialmente para llevarse de viaje. La presencia de Oliveira es asidua en las noches del Pacha, reducto literario ineludible, ya sea recitando sus textos rebosantes de rock, con pepas que no pegan y noches sagradas en Cemento, o leyendo los textos de su compañero Quiroga.

En “No future”, de Vida calles hospital, su último libro, Quiroga escribe en versos: “No me molesta / desayunar agua y pan de ayer. / Voy a cumplir veinticuatro, / cuatro libros editados, / un CD y el pescado sin vender”. Y aunque le robe el título a los Sex Pistols, el escritor aclara que tiene una formación clásica, y que a los cinco, cuando empezó a tocar el piano, mechaba a Bach, Vivaldi, Mozart y Beethoven con el Topo Gigio.

“La gente que viene a mi casa / se viste raro. / Son todos poetas / aunque escriban una línea por mes”, es el comienzo del poema que Bechelli les dedica a los que deambulan por su casa en Poemas para volver a mí. Detrás de Impecable, el primer disco triple de Bechelli (“sin contar los cuatro anteriores, que cuando se acercan al primero se vuelven cada vez más impresentables”, confiesa), hay una historia mística que va más allá de la música. Tiene que ver con el número nueve, que a su vez se relaciona con lo espiritual. Bechelli explica que es místico porque tiene 27 canciones, repartidas en tres discos de nueve cada uno; nombra al Tao Te King, libro del pensamiento taoísta, de 81 capítulos “ocho más uno, da nueve. El nombre, que es Impecable, quiere decir sin pecados, que es un concepto claro del disco, un estado que es la impecabilidad de la que hablan un montón de libros místicos, incluso Castaneda habla de la impecabilidad. Y después azarosamente pasaron otras cosas, como que impecable tiene nueve letras, yo no las había contado, que yo tengo 36 años, y tres más seis da nueve también. El día que salió de la fábrica era 9, en el show presentación del disco éramos nueve en el escenario y cuando me bajé dije: ‘Guau’. El día que tocamos justo cumplía nueve años que me mudé acá, a mi casa, ¿entendés?”, se sorprende.

Simple es el CD que Sebastián editó con dos canciones, Mirame y La chica del kiosco. “Es un EP adelanto. Esos temas están grabados en toma directa y lo grabé como para tener, porque por ahí iba a tocar a algún lugar y algún colgado me preguntaba si tenía algo y no tenía nada, entonces me pintó”. En la contratapa del arte de Simple, Oliveira se pregunta si disco es cultura y responde que rock es cultura, “como lenguaje, códigos que se comparten, hasta una estética. Por ahí ves a alguien y decís ‘es rockero’, y lo podés identificar”. Estas canciones tienen el encanto de ser cantadas a lo Moris, el padre de la insatisfacción, con esa voz seca y tirando frases directas. Y conmueven, justamente, por simples y setentosas.

Impecable fue producido por Juanito el Cantor, que también participa en el disco. Los temas son simples, a veces a grito pelado, otras casi recitados, medio calamarescos. “Ayer me besé con otra / estuvo bueno pero te extrañé / la forma de tus manos y tu boca / tu calentura de pendeja putona (...)”, canta en Multitrack emocional. Las canciones tienen un costado alegre y raramente exceden los tres minutos, están tocadas con cajón peruano, algunos charangos, percusiones y teclados. El arte de tapa son dibujos de Bechelli.

“Soy bastante autobiográfico. Si tomás Punki lesbiana (track 20), es el beso de dos chicas punk en un recital punk y fue un estado repentino, como un flash místico en ese contexto, y el tema dice que baja Dios y se copa con los peinados raros y me parece que es una linda forma de hablar a lo espiritual también.” Tanto en su libro como en sus canciones aparece la noción del Zen, que Bechelli traduce en su arte y lo pone al servicio de su propia vida. Hace cinco años comenzó una búsqueda personal que lo fue llevando hacia el lado espiritual. Así llegó al reiki. En lo musical, esta fuerza compositiva se traduce en la abundancia y el concepto de un ser artístico del cual brota la creatividad, como algo natural que lleva a cierto desprendimiento del ego.

En el caso de Quiroga, primero llegó la música y luego las letras. “Me gustó la guitarra siempre, estudié contrapunto y orquestación, y el rock es un derivado”, cuenta. Para él todo lo que pasa, por ejemplo en la Feria del Libro Independiente, es cultura rock. De hecho allí estuvo tocando, al igual que Bechelli y Oliveira, durante la última edición, en IMPA, anticipando una movida artística que une el palo de las letras con la música.

A LOS 79, OSVALDO PEREDO GRABO SU PRIMER DISCO “ARGENTINO”, LLAMADO SIMPLEMENTE TANGO



El berretín de un tanguero de ley

Su vida se repartió entre oficios varios, un sueño de futbolista que lo depositó en Colombia y un presente feliz. Personaje de otra era, el cantor aboga por evitar los clásicos y redescubrir temas que no conocen las nuevas generaciones.

Por Cristian Vitale

“Chamuyamos de parado, ¿no?” Cuánta verdad fáctica, inmediata, encierra esta frase. La cocina del boliche de Roberto es un pequeño habitáculo de cuatro paredes que no supera los dos metros cuadrados. Entran una silla más una mesa pegada a la pared. Y no es posible imaginar cinco personas adentro... Cuatro, con toda la furia: fotógrafo, cronista, el cantante de tango Osvaldo Peredo y su guitarrista, todos amuchados. Sustantivo y primero: no queda otra que chamuyar de parado. Segundo: Peredo sugiere porque puede. No importa que acabe de cumplir 79 años. El puede, por estado y ánimo, permanecer media hora vertical, hablando; una más, cantando; y, tal vez dos más, tomando su bebida predilecta, Cynar con pomelo. “Va como piña, ¿lo probaste?”, murmura. Tercero, el verbo: ¡Chamuyar! Que a alguien le salga con tanta naturalidad habla de un perfil sin vueltas. Peredo es tanguero, porteñísimo de Boedo, un pedazo de historia que resiste ante los embates multidireccionales del nuevo orden. “Yo crecí en otra cosa, pibe, tomé otras mamaderas. Buenos Aires era otra cosa, ahora está llena de palabras en inglés... Nos metieron las películas y nos fue cambiando hasta el chamuyo. ¿Qué es un bonus track?”, se sonríe, picante.

–Pero en su disco figura la palabra “videoclip”...

–Y bueno, me dijeron que no podía reemplazarse. Pero hay cosas que sí, che... ¿por qué “delivery” y no “comida para llevar”? Nuestro pueblo es muy novelero, todos queremos ser europeos.

El viejo Peredo habla así, en medio de un contexto cuya edad promedio no supera los 30, y que viste remeras de Bob Marley o Led Zeppelin. El boliche de Roberto, donde Peredo canta martes y jueves, es un refugio nocturno de rockeros bohemios que abrazan el tango, más que a la inversa; de gringos que le escapan al circuito mainstream y que, de donde provengan, necesitan del inglés para establecer un código mínimo de comunicación. Un boliche enclavado en Bulnes al 300 –en los lindes de la plaza Almagro–, que data de 1894 y supo ser, en el pasado, una casaquinta devenida despacho de bebidas. “Acá, hace muchos años, se jugaba al truco todas las tardes, y luego se cantaban unos tangos... dicen que hasta cantó Gardel. Así era antes, hasta que lo agarraron los jóvenes ¡y le daban hasta las siete de la mañana! Era una lucha”, se ríe. Peredo canta de pie, sobre una tarima de uno por uno, secundado por Leandro Nikitoff, el guitarrista. El espacio reducido le permite mirar a los ojos de cada quien, mientras desgrana –sin micrófono y con voz impar– las ricas piezas que pueblan Tango, su primer disco en Argentina: “Olvido”, de Rubistein y Amadori; “En las sombras”, de Mora y Meaños; “Sin lágrimas”, de Charlo y Contursi. “Tangos que me gustan de toda la vida, ¿viste?: para mí, el fuerte es tratar de salirse de los tangos clásicos. Hay veces que me dicen ‘qué lindo tango éste’ y yo contesto ‘me parece que está un poco tocado, lo escuché mil veces’. Por ejemplo ‘Como dos extraños’. ¿Cómo puede ser que para muchos sea una novedad? ¡Laurenz y Contursi, viejo! ‘Una tarde cualquiera’ también: fue furor en los ’50 y me preguntan si es nuevo”, se enoja Peredo.

El cantor, que define su disco como un berretín, como un capricho de trasnoche, nació en 1930 en Loria e Independencia, trabajó en el Servicio Meteorológico Nacional y en una fábrica de bolsas. También de vendedor de libros, albañil, tachero y cuidacoches. Llegó a jugar en las Inferiores de San Lorenzo allá por los ’40. En 1953, cuando ya había pasado por la orquesta “de laburantes” de José Zacanino, se fue a probar suerte como volante central en el Sporting Barranquilla de Colombia, pero quedó en el intento. “Cuando llegué allá hacía como 38 grados... un infierno. Entrené tres o cuatro días y tuvieron que enyesarme. Cuando mejoré, jugué un partido, cerró el club y me quedé en pampa y la vía.”

–¿Y qué hizo?

–Me quedé tres años cantando. Canté en Barranquilla, en Medellín, en Cali... incluso grabé varios discos de pasta, de esos que te rebanaban la cabeza si te los llegaban a tirar (risas). Por eso digo que éste es mi primer disco en Argentina. No soy de conservar y lo que grabé se perdió. Desapareció de las grabadoras y no lo vi más. También estuve cantando en Venezuela y, cuando volví al país, en 1959, el tango era cosa de viejos. Me decían viejo porque lo cantaba. ¿A vos te parece? Mirá hoy... ¡Los pibes están enloquecidos con el tango!

Los pibes adoran a Peredo. La mayoría de los invitados del disco, incluso, son exponentes del nuevo tango: 34 Puñaladas, Ariel Ardit, Ramiro Gallo, Lucía Martínez... El canta con y para las nuevas camadas. Sintoniza, pero no se niega. “A mí me gusta lo que está pasando, pero falta mucho. Cuando cantaba en la Orquesta de Pompeya había como mil grupos en el país, pero ahora no veo muchos bandoneones. Aparte, antes los compositores eran poetas, no letristas... habría que hacer un esfuercito más.” Peredo cuida la voz dos veces por semana con un profesor de canto, hace yoga y, hasta no hace mucho, se animaba a jugar al Fútbol 5. “Bah, en realidad iba a caminar la cancha, pero en el último partido me decepcioné. Pensé en comprar una camiseta fosforescente y una peluca, porque no me pasaban una pelota”, se ríe.

–¿Y es de Huracán o de San Lorenzo?

–Soy de San Lorenzo a muerte, pero me hubiera gustado que Huracán saliera campeón porque jugó bien el campeonato pasado. A esta altura de mi vida me gusta ver a un equipo que juega bien. Veo dos pibes en la calle pateando una piedra y me paro. De fútbol sé un montón... acá no hay vueltas: el tango es tango, y el fútbol es fútbol.

BEATLES: Más famosos que Jesús


Un diario británico hizo la prueba con Google Trends: durante septiembre, los Beatles fueron más populares que Jesús.


LENNON TENÍA RAZÓN. Por una vez, los Beatles fueron más populares que Jesús.

La idea fue del diario británico Daily Telegraph: usar la herramienta Google Trends para comparar las palabras más tipeadas en el mayor buscador de la Web, confrontando los términos "Beatles" y "Jesús.

El resultado fue que, al menos durante el més de septiembre, cuando se lanzó el juego The Beatles: Rock Band y la caja con todos los discos remasterizados de la banda de Liverpool, los Beatles fueron más populares que Jesús.

En realidad, fue una recordada frase de John Lennon dicha en 1966 la que motivó el experimento. "El cristianismo se terminará. Se desvanecerá y quedará pequeño. No necesito discutir eso: tengo razón y lo probaré. Nosotros somos más populares que Jesús ahora, no sé qué se terminará primero, si el rock and roll o el cristianismo. Jesús estaba bien, pero sus discípulos eran chatos y ordinarios. Es cómo lo han tergiversado ellos que, creo, lo ha arruinado", comentó Lennon en la entrevista concedida a la reportera Maureen Cleave y publicada más tarde en el London Evening Standard.

En su momento, la declaración enfureció a millares de seguidores del cristianismo que llegaron a organizar quemas de discos de los Beatles. Tanto revuelo causó, que el mismo autor de Imagine tuvo que pedir disculpas públicas.

Charly García en Perú


Ante 15 mil personas, el músico inició su gira latinoamericana con un excepcional recital en Lima.


La previa al inicio de la gira sudamericana de Charly García en Perú se podía resumir en una sola palabra: ansiedad. "En la prueba de sonido salió todo bárbaro, sonó super bien. No puede ser: ¡acà hay mejores equipos que en Argentina!", decía Fabián Quintiero, antes de pasar a temas culinarios autóctonos. "Estamos muy ilusionados", comentaba Hilda Lizarazu en el lobby del hotel donde se alojaba García con su banda. Y así se podía seguir entre jefes de prensa, personas ligadas a la organización y demás, periodistas y fotógrafos incluidos. Si ese era el sentimiento desde el afuera, ¿qué pasaría por la cabeza del propio Charly? ¿Cómo dominar esas ansias de tocar? Por lo pronto, sin aparecer por el hotel, salvo para contadas ocasiones, como la distinción por parte de la Asociación Peruana de Actores y Compositores. La respuesta se vería en el escenario.

Y así fue. Pasadas las 21:30 hora de Lima, los músicos hicieron su aparición en la explanada del estadio Monumental ante 15 mil personas, que arribaron en su mayoría casi sobre el filo del horario pactado. Los acordes de "El amor espera" dieron inicio al concierto, con Charly más que concentrado ante su piano de cola negro, e Hilda haciéndole la segunda en los coros. Un buen inicio, que inmediatamente quedó opacado con el "Rap del exilio", y García ensayando pasos de baile y desmintiendo su falta de movilidad en escena. Asombroso para todos.

A partir de allí, todo fue en ascenso. García que alternaba entre un micrófono ubicado en el centro de la escena y el piano, el Zorrito a cargo de toda la "ferretería" de arreglos originales, la innata simpatía de Hilda, el toque Hendrix / funk de la guitarra de Carlos García López, el trío de músicos chilenos que secunda a Charly con un sonido más ajustado que antaño, denotando las numerosas horas de ensayo del combo y la puesta en escena de Pichón Baldinú, anticipo de lo que se verá a full en Vélez.

Y todos ya sueltos, y tras grandes momentos como "Canción de 2 x 3", García le volvió a dar rienda suelta a su labia. Tras una hermosa toma de "Influencia" (y con un poncho por arriba de su traje, lo que valió el apodo interno de "Charly Sosa" por parte de su banda, en obvia referencia a la gran Mercedes), dijo "Como estoy jodiendo a varios con todo esto. Pensar que dijeron que estaba loco". Y acto seguido, "Llorando en el espejo", uno de esos temas que el propio Gracía denominó como "proféticos" en cuanto a su propia vida, y sus ademanes de director de una orquesta que ejecutaba su imaginaria partitura a las mil maravillas.

Una versión a lo Santana de "Buscando un símbolo de paz" demostró lo bien que los estaban pasando todos arriba del escenario, y preludió el fin con dos inextinguibles: "No me dejan salir" y "No voy en tren". "El nuevo hit "Deberías saber por qué" fue el primer bis, y luego una gran versión de "Hablando a tu corazón" (temazo olvidado dentro de la carrera de García) y "Rock and Roll yo". Parecía que todo terminaba, y de hecho ya sonaba de fondo "Something" de los Beatles, cuando reaparecieron todos y ejecutaron una furibunda "No toquen". Y ese fue el final, con Charly arrojando el mic al piso y diciendo "Esto es rock and roll". En definitiva, no hay caso para los agoreros: Charly García demostró que sigue siendo un vicio más. Nuestro vicio.

Por Pablo Strozza

La lista de temas de Charly García en Peru

El amor espera
Rap del exilio
No soy un extraño
Cerca de la revolución
Chipi chipi
Fanky
No te animás a despegar
Demoliendo hoteles
Promesas sobre el bidet
Adela en el carrousel
Rezo por vos
Yendo de la cama al living
Canción de 2 x 3
Nos siguen pegando abajo
Influencia
Llorando en el espejo
Pasajera en trance
Raros peinados nuevos
Me siento mucho mejor
Vicio
Buscando un símbolo de paz
No me dejan salir
No voy en tren
Deberías saber por qué
Hablando a tu corazón
Rock and Roll yo
No toquen