“No busco ser exacto con mi arte”
El cantautor, que cosechó un Grammy latino como ingeniero de sonido, es una suerte de isla en la música joven venezolana: utiliza estructuras simples y arreglos complejos y una lírica particular.
Por L. P.
Escuchar a Ulises Hadjis es como sumergirse en aguas termales: relajante, cálido y espiritual. Los que pudieron ver sus presentaciones en Ultra Bar y el Nuevos Aires Folk durante el pasado fin de semana bien podrían dar cuenta de eso a partir de aquel pop jazzero con guitarras arriesgadas, difíciles o inteligentes, según el gusto del oyente. Y para los que no pudieron interactuar con las canciones de Presente, su debut discográfico, el pujante cantautor venezolano de 26 años ofrecerá esta noche en La Vaca Profana (Lavalle 3683) una nueva ocasión para celebrar aquellos casos en los que melodía, armonía y poética se funden en un todo conceptual encauzado en un camino exploratorio dentro de las márgenes de la música pop y su interpretación.
Para quienes no lo conozcan –que probablemente sean los más–, Hadjis es una suerte de isla en la música joven venezolana, cantautor de estructuras simples y arreglos complejos y efector de una estrategia lírica que en él se ve bien particular: “No tengo un método determinado, a veces arranco por la progresión de acordes, otras por las armonías y otras por la letra. Creo que lo mejor es desarrollarlas en paralelo. Eso genera en mí una construcción relajada, como una libre asociación con la música”, compara el ganador de un Grammy Latino como ingeniero de sonido de Vos Veis.
Sobre esas estructuras compactas y en apariencia simples, Hadjis tiene un complejo entramado de referencias sonoras que van desde Los Beatles hasta Radiohead y coetáneos latinoamericanos como Pablo Dacal, Javiera Mena o Gepe. Diferentes maneras de hacer, de sonar y de producir, que Ulises lleva a otro nivel desde la interpretación, en la que se nutre de instrumentos folklóricos como theremines y bouzokis o de bases electrónicas. Y siempre da la impresión de estar enfrentándose a algo (en este caso, doce canciones y cinco remixes) que debe necesariamente ser releído: “Creo que las canciones son como las cebollas, porque tienen capas que uno va descubriendo, tanto al componerlas como al escucharlas”, analiza.
Tal vez no haga falta reparar en la juventud del autor y las dificultades propias de la escena venezolana –en realidad no existe una escena allí, dirá Hadjis– ni captar la esencia estética de la investigación musical encarada para anoticiarse de que Presente es, de por sí, una obra bastante particular. Tal vez baste con acceder por la puerta poética a veces mística y en otras caótica de Ulises Hadjis: “Dime dónde esconden el café, dónde te escondes cuando ya aquí no”, canta en “Aquí no”; “Cierra los ojos y pide que recen por él”, suelta en “Lunes”.
Sentado en una estación de servicio y con su mochila arropada entre sus brazos y rodillas, Hadjis manifiesta sus posturas. Primero, anticipa que para él el arte es un método de intentar abarcar lo más inabarcable de la mente (aquello que en Lacan es lo “espectral”) y que la única forma que a él le funciona para hacerlo es mediante la libre asociación. Luego, que una vez lograda la obra, “hay que sacarla a la calle” con caradurez: “Tal vez algunos colegas, de los pocos que somos en Venezuela, entienden que al llegar a dar una nota en la televisión me vendí. Pero no entienden que estar en la tele es de lo menos cool que hay, que llamar siete veces a un productor para que te haga una entrevista tampoco, pero hay que hacerlo”.
Si no, establece en tercer lugar, la escena corre el riesgo de desvanecerse en su resistencia. Una lucha que no halla gran sentido en esas tierras polarizadas donde lo under es under pero una gira nacional de artistas de gran convocatoria –caso Ricardo Montaner– no admite más de diez fechas. “En el medio no hay mucho más que algunas pocas bandas que buscamos salir a mostrar lo nuestro porque estamos convencidos de que es interesante”, propone Hadjis, nacido en Maracaibo en 1982 y ex miembro de Julia, un quinteto de ska mestizo con el que inauguró su discografía en 2003. Luego, fue músico invitado del folklorista Israel Colina y la banda electrónica Sala de Leb, hasta que en una presentación en la galería de arte RADAR conoció a Roberto Rincón, productor de Franco de Vita, con quien se encargó de dar forma a Presente. “Si tengo ganas de decir algo con exactitud, lo escribo en mi blog de MySpace o armo un documento de prensa. No busco ser exacto con mi arte, sino expresarme con honestidad, disfrutándolo”, concluye.
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