Escalera al cielo
LA EDICION DEL CANCIONERO LLAMADO ESCALERAS MUESTRA EL DADAISMO DEL AUTOR.
Por Julia González
Basta una sola escucha para darse cuenta de que el segundo disco de Charlie Desidney, Escaleras, es plenamente cancionero. Pero no por eso deja de lado el vuelo, por lo que se ocupa de abarcar el surrealismo con letras dadaístas que hablan de lugares que no existen, y sin embargo podrían encontrarse entre Francia y París, o de las lluvias de tubos de luz, o de las compras de ayahuasca y talismanes. Estas letras privadas de conectores y llenas de imágenes se nutren tanto del cine, que el músico consumió, como de sus lecturas. Cuenta: “Es como un surrealismo cotidiano, canciones con una psicodelia cotidiana donde no hay que estar muy... no sé, irse a Hawai para entender lo que dicen las canciones. Son en castellano, que si bien tienen una psicodelia son bastante claras”. Charlie es australiano, de Sydney, como su alter ego lo indica, pero dice que es más porteño que cualquier porteño, aunque su primera conexión haya sido con el idioma inglés.
Escaleras es el sucesor de Limones, editado en 2003, y ubica a su creador en el lugar de un songwriting local bastante privilegiado. Charlie hizo un disco para afuera, extrovertido como él, que habla con todo el caudal de su voz y no duda en reírse ante lo ridícula que puede llegar a ser una conversación del clima. Pero es un buen conversador. Habla entonces del clima, las plantas, los animales y luego de su disco. Y se lo toma con la misma soltura que cuando explica que está bien levantarse temprano, ya que no todo en el rock tiene que ser noche y oscuridad.
Como el sonido que tiene Escaleras: claro, con armonías melancólicas, algunas tienen acordeón y un matiz electrónico que termina de darles esa forma compacta y concreta. “Con esa necesidad que tengo de hacer algo, de hacer un disco y la necesidad de contar mi mambo. No es que uno dice ‘voy a hacer un disco como voy a hacer un tostado’. Es todo un proceso muy grande. Realmente es una necesidad hacer un disco”.
En Escaleras, la primera canción, hay una participación de Goy Ogalde, de Karamelo Santo, que aparece rapeando cosas que tienen que ver con la ribera. Charlie y la gente de Karamelo se conocen desde que los gauchos punks editaron Los Guachos en 2001. En ese entonces, Charlie fue invitado a escucharlo y a partir de ahí comenzaron a compartir algunos trabajos de producción. Y aunque el palo musical no tenga que ver, Charlie rescata una cuestión de retroalimentación entre estilos. “Justamente con eso nos complementamos mucho y realmente cuando vos manejás un lenguaje o una manera de tocar y viene otra persona que hace otro estilo, dice las cosas desde otro lado, se realimenta y me parece que estuvo buenísimo. En el disco aparecen condimentos de haber estado con Karamelo, que creo que estuvo muy bien”, cuenta.
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