Desde Bolivia, una orquesta que hace música para desafiar el olvido
Tocan las únicas óperas encontradas del repertorio barroco americano.
La orquesta que dirige Suárez Arana es uno de los referentes musicales más importantes de Santa Cruz de la Sierra. Gran parte del repertorio que tocan estos jóvenes integra el Archivo Musical de Chiquitos, con partituras del siglo XVII. Entre ellas, las únicas óperas encontradas en el repertorio del barroco americano.
La orquesta, además, forma parte del Sistema de Coros y Orquestas de Bolivia (SICOR), una red de diez conjuntos y escuelas de música de distintas ciudades y pueblos de la Amazonia boliviana: cientos de niños, niñas y adolescentes que no sólo se adueñaron de ese patrimonio único sino que también aprendieron a confeccionar sus propios instrumentos. La primera orquesta se formó en 1998 y la iniciativa no sólo trajo música y músicos. También, oportunidades de trabajo para los más jóvenes.
Una leyenda originada en Chiquitos dice que para atravesar el río del olvido, y reunirse con los antepasados, hay que ser capaz de tocar buena música sobre el lomo de un yacaré, porque sólo los yacarés y un violín desafían el olvido. Ahora, durante un ensayo, una niña apoya su mentón sobre el violín, tensa las cuerdas y comienza a tocar. Pura elegancia y sutileza, como la música que se escucha y sí, desafía al olvido.
¿Qué pasó con las óperas?
Esta música fue compuesta en la época de las reducciones de los misioneros jesuitas en América (1682/1767). En cada pueblo había un coro y una orquesta e inclusive construyeron órganos. La primera misión que se funda en Chiquitos es de 1691, la de San Francisco Javier. En 1970 se empieza a trabajar en estas iglesias, que estaban casi destruidas, y los restauradores van encontrando papeles con música escrita. Buscan por todos los pueblos, los ordenan y así se empieza a armar esta historia. Se catalogaron más de 5.500 páginas de música, aunque sin saber de qué se trataba. Un proceso de restauración largo, que consolida el Archivo Musical de Chiquitos. Ese archivo se organizó en misas, salmos... música para la ceremonia religiosa. Hay obras instrumentales y así "aparecen" dos óperas: San Ignacio y San Francisco Javier. La ópera de San Ignacio está en castellano, algo insólito porque no era el lenguaje oficial de las misiones.
La música también era un instrumento para evangelizar.
Era una herramienta importantísima. Porque además las tribus tocaban sus flautas de huesos y sus tambores en las ceremonias, para adorar a sus dioses.
¿Cómo es esa música?
Simple. Es un acompañamiento de la ceremonia religiosa: canciones cortitas, ágiles, compuestas para que los indígenas asistieran y se quedaran en la misa. Estas óperas, tanto San Ignacio como San Francisco Javier, y otras obras instrumentales, se ejecutaban fuera de la iglesia, porque no formaban parte del calendario litúrgico. Eran obras de distracción para la comunidad.
¿Se sabe cómo eran las puestas que hacían los jesuitas?
Hay supuestos. En la representación aparecen ángeles, demonios y santos. Seguramente había vestuario y hacían estas óperas en los atrios de las iglesias para que la gente viera la lucha del bien contra el mal.
¿Los jesuitas eran los directores musicales?
Eran arquitectos, orfebres, ebanistas. Y músicos. No se conocen obras de compositores indígenas en la región. Digo no se conoce porque es la información que tengo. Sí hay obras que tienen muchos errores musicales, errores de construcción en las formas o en las armonías. Obras en las que no se respeta la armonía tradicional de la época. Pero eso no quiere decir que suene mal; suena bellísimo, distinto, y si se le cambia la armonía ya no es misional, deja de ser una música inocente.
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