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jueves, 19 de febrero de 2009

Don Juan Riera (Juan Panadero)



Don Juan Riera



Don Juan Riera (Juan Panadero) nació en 1894 en Ibiza y llegó a la Argentina en 1914, instalándose primero en Tucumán, donde fue vendedor callejero de masas. Una publicidad lo convenció de irse a trabajar a Salta, como carpintero en la extensión ferroviaria a Socompa, aunque sin abandonar el oficio de panadero. Su militancia anarquista y su empeño en sindicalizar a los obreros le costaron su trabajo en el ferrocarril, pero en Salta forjó su leyenda personal: en su local recibía a obreros, artesanos, empleadas domésticas, vendedores ambulantes, pequeños comerciantes, quienes le contaban sus problemas y los abusos laborales que sufrían. Sensible a las dificultades de sus clientes, Riera los unió en un gremio nuevo, el Sindicato de Oficios Varios. Tras un tiempo refugiado en Bolivia (en ocasión del golpe de Uriburu), retornó a la panadería con sus hijos como ayudantes, especializados en “el pan cacho, el preferido de los inmigrantes”. La panadería, ubicada por entonces en Pellegrini 515, fue todo un referente en los ‘50 y ‘60 para las figuras del folklore: muchos se juntaban allí para cantar y componer; allí nació el Dúo Salteño (integrado por Patricio Giménez y Néstor “Chacho” Echenique), y por allí pasaron el poeta español León Felipe, Castilla, Leguizamón, César Fermín Perdiguero y el guitarrista Eduardo Falú, mientras que en casa de Riera se juntaban Ernesto Cabezas, Jaime Dávalos, Julio Espinosa y José Ríos. También pasó por la panadería alguna vez el “Che” Guevara, en viaje hacia México. El Cuchi Leguizamón contó su historia en entrevistas: “Nosotros teníamos un amigo, don Juan Riera, quien era propietario de una panadería en la calle Lerma. Manuel (Castilla) todas las mañanas le compraba el pan calentito, pero una vez al Barbudo lo dejaron sin trabajo en el diario El Intransigente, entonces no fue más. Pero al poco tiempo Rierita comenzó a llevarle personalmente el pan de la mañana. Manuel le dijo que no lo aceptaba porque no podía pagarlo y ¿sabe qué le contestó Rierita? ‘Antes, cuando usted podía, venía y me compraba el pan, pero ahora que no puede es mi obligación llevárselo todos los días.’ Mire qué filosofía”.


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