SE FUE EL BOCHA SOKOL
Llevame a donde no haya dolor
La muerte de Alejandro Sokol llegó, artera, justo cuando ÉL trabajaba en el primer álbum de El Vuelto S.A., la banda que compartía con su hijo. Es más que obvio mencionar que se lo va a extrañar: un tipo con su carisma y su visión artística, que formó parte de Sumo y Las Pelotas, ya es un pedazo grande de la historia del rock argentino. Aquí lo recuerdan algunos colegas.
“Conocí a Alejandro en 1997. La Portuaria se había separado y Thomas me invitó a tocar y a grabar en el disco que estaban preparando, Para qué. Después de algunos shows con Las Pelotas viajé a Traslasierra, donde está el estudio y empezamos a trabajar; desde el comienzo fue muy fácil sentirme cómodo en el grupo. De aquel primer viaje, una noche quedó grabada en mi cabeza: era el 31 de diciembre y Alejandro nos había invitado a mí y a Andrea, mi mujer, a comenzar el año en su casa junto a su familia. El vivía en una casita muy chica en La Calles, un caserío muy pequeño cerca de Nono. En medio de una hermosa tormenta de verano cordobés, de esas fuertes que tiran árboles abajo, comimos, bebimos y hablamos mucho. Estaba contento, había compuesto Para qué, una hermosa canción de la que estaba muy orgulloso. Esa noche también tocó Five years y Starman de David Bowie, By this river de Brian Eno y alguno de Pink Floyd, con su guitarra desvencijada, en versiones emocionantes que nos estremecieron. Fue uno de los mejores festejos de año nuevo de nuestras vidas. Así quiero recordar a Alejandro: con una energía increíble, una inteligencia y picardía muy especial, y una fuerza que lo hacía parecer un guerrero imbatible.” Sebastián Schachtel, tecladista de Las Pelotas y La Portuaria “El pibe curtía la calle, era un guerrero. Con Kapanga tocamos varias veces con Las Pelotas y nos habíamos hecho un poco amigotes, aunque nos cruzábamos cada tanto. Cuando mi mujer me dijo ‘se murió Sokol’ se me atragantó la comida, lo juro. Entonces me separé un poco y me puse a pensar un rato. Y ahí empezaron a aflorar los sentimientos de fan, de admirarlo, porque el quía era un artista. Siempre que se va un guerrero así uno se replantea cómo está haciendo las cosas, qué está haciendo, aunque después tal vez ese pensamiento dure una semana y después se vaya. Qué sé yo, es una mierda.” Maikel, guitarrista de Kapanga. “Estoy al pie de las sierras, en San Luis, y recién me entero de la noticia. Parece que éste es un año muy jodido; primero lo de Gonzalo Farrugia, un tipo al que admiraba mucho, y ahora lo de Sokol. Lo que me acuerdo de Alejandro está más ligado a la época de Divididos y Las Pelotas. Hace unos años me dijeron ‘Che, vos estuviste tocando en el encuentro de Sumo en Montevideo’. Y no era yo, ¡era Sokol! Me había ido con Superman Troglio y con Diego Arnedo en un taxi antes del show y él tocó la batería por mí. Recuerdo que dijo: ‘Me mando yo y a la mierda’. Sokol era así y así era su personalidad. Su muerte es una gran pena.” Jorge Araujo, baterista de Gran Martell. “Lo conocí en plan siempre festivo, en los Cosquín, donde lo veía como un tipo alegre, abierto, con el que podías conversar. Y por la historia que llevaba encima lo miraba con mucho respeto, lo admiraba. Cuando muere alguien que conoces del mundo del rock caés en la idea de que no sos inmortal. Y si sucede de manera inesperada y toca a una persona que la vive de la misma forma que vos, que es músico y vive del afecto de la gente, tenés que aferrarte a la mayor cantidad de cosas lindas para que pase lo más rápido posible. A tipos como Sokol uno los recuerda de la mejor forma: divirtiéndose, cantando, hablando de giras y de recuerdos.” Walter Meza, cantante de Horcas. “Había estado tocando en mi parrilla en diciembre del año pasado, cayó con unos amigos mariachis que se iban a Cuba. Esa noche yo toqué la viola y él, que estaba con la mano vendada porque se había caído de una moto, cantaba. Después me acompañó con la boca haciendo la trompeta en el Reggae de paz y amor mientras yo tocaba. Cuando venía a El Aljibe era un tipo de buen cubierto y había adoptado hace como cuatro o cinco años la costumbre de tomar buenos vinos. ¡De viejo había aprendido a tomar buenos vinos, el hijo de puta! A veces me llamaba a la 1 de la mañana y me decía ‘Gastón, trae la guitarra’, y por ahí nos quedábamos hasta las cuatro de la matina tocando en la parrilla. Lo recuerdo de madrugada, entrando a la cocina con la intención de cocinar algo para los dos o agarrando la viola y pasándome temas suyos. Después subíamos al pequeño escenario de la parrilla y tocábamos para los que estaban. A él eso no le importaba. Alejandro era un niño bueno... y un poco revoltoso”. Gastón Nievas, ex cantante de Toke de Queda y actual solista. Es propietario de la parrilla El Aljibe, en Parque Leloir. “Estoy muy conmovido por la muerte de Ale Sokol. No éramos amigos, pero hubo un par de festivales en los que coincidimos y siempre se mostraba abierto y buena onda. Para la gente de mi generación es un ejemplo porque formó parte de Sumo y Las Pelotas, grupos que nos enseñaron que se puede hacer otra música y generar espacios alternativos, que hicieron del desprejuicio una modalidad de vida y trabajo, que siempre se animaron a transitar los límites y a contradecir los estereotipos. Además, que ya cerca de los 50 pirulos haya arrancado de nuevo con un proyecto desde cero es algo que destaco: el tipo le puso huevos.” Edu Schmidt
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