“Tenemos un aparato que pule la oferta”
Roberto Musso y Santiago Tavella dan definiciones sobre el intrépido Cuarteto (de cinco o seis integrantes) que el sábado 19 bajará del Buquebús y se meterá en el Luna Park para celebrar 25 años de música y tres discos que el público argentino ayudó a convertir en fundamentales.
Por Luis Paz
Si las cuentas no fallan, el tema Bipolar, que abre el disco epónimo que el Cuarteto de Nos está estrenando, incluye 490 palabras, apenas una quincena menos que No tan Buenos Aires, la kilométrica canción de Andrés Calamaro en el disco dos de Honestidad brutal. Sin embargo, a Roberto Musso, el cantante del ensamble uruguayo, le bastan 4 minutos, tres menos que al Salmón, para decirlas todas. Así es el nuevo disco de la banda más esquizofrénica del rock charrúa, pleno de imágenes y cosas para decir. “Somos una mini tribu social de enfermos de las palabras”, define al grupo el bajista y compositor Santiago Tavella, encargado tácito de airear las canciones de Roberto con piezas más propias de un crooner desangelado que de un agitador furibundo y locuaz como Musso.
Ambos se reúnen con nosotros para intentar resultados en la nada fácil tarea de dar definiciones sobre el Cuarteto de Nos, que el sábado 19 bajará del Buquebús, saldrá de la Costanera y se meterá en el Luna Park para celebrar 25 años (y más) de música, y al menos tres discos que el público argentino ayudó a convertir en fundamentales para el rock rioplatense: esa Otra Navidad en las trincheras de culto de 1994, aquel Raro disco de 2006 que les abrió la puerta a cierta masividad de este lado del Río de la Plata (ésa que habilita su llegada al Luna) y esta obra Bipolar reciente, de definiciones escondidas entre pares conceptuales. Si la creación es siempre un juego de opuestos, como mínimo entre la realidad y la fantasía, Roberto y Santiago saben bien cómo complementarse en el escenario, el estudio o una entrevista.
“Era una mochila pesada para Bipolar ser el sucesor de Raro. En el buen sentido, porque éste es nuestro primer disco editado fuera de Uruguay. Raro fue un quiebre, un experimento medido, pero Bipolar va más allá, se acerca más al límite en la métrica de las letras, en los ritmos y en el concepto”, evalúa y hace la distinción Roberto Musso. Para Santiago, se trata de un disco internacional: “Pasa del Caribe a Detroit, pero recorre el Río de la Plata también”, marca como si fuera un GPS para la canción americana. “Pero no hay nada que no estuviera sugerido en las canciones, no pusimos nuestros caprichos en el disco sino nuestro juego con los lenguajes musicales, algo que ya habíamos presentado en discos anteriores y que ahora podemos encarar desde otra etapa”, señala el bajista. “Porque ahora a la gente se le ha dado por decir que estamos más maduros. Por suerte, estar más maduros no nos hizo estar más aburridos”, llena Musso.
Hay una suerte de teen spirit siempre presente en las canciones del Cuarteto de Nos, hay algo que hace que pibitos de 8 años o señoritas de 30 canten por igual, y de palmo a palmo, sus canciones. “Sabemos que mucha gente cree que somos una banda de tipos de veintipico”, reconoce Santiago, que celebra tener toda la diversión de un grupo de amigos del colegio, y todos los derechos y conocimientos del adulto. Luego bromeará con que las fotos de esta nota bastarán para sellar ese mito urbano. Porque la urbanidad es, en definitiva, la que marca la propuesta de este cuarteto que ahora es quinteto, tras la partida del guitarrista Ricardo Musso por diferencias artísticas y administrativas y el ingreso de Gustavo Antuña (de Buenos Muchachos) en guitarra y Santiago Marrero en teclados al grupo que completa el baterista Alvaro Pintos. En vivo, de hecho, un VJ los vuelve sexteto.
También sucede, se dan cuenta ello s, que la heterogeneidad etaria de su público y la edición transnacional de Bipolar les permite afianzar su personalidad grupal: “Prescindimos de la conciencia de a quiénes llegamos y eso nos ha vuelto a permitir hacer lo que queremos”, dice Musso, que ya pisa los 40, pero muestra la energía de un adolescente y la curiosidad lúdica de un nene de 5 años que experimenta con todo. Esa ida y vuelta de edades y tiempos parece cenital en el ahora del Cuarteto de Nos. Evaluará Santiago: “Nos pasó a partir de que empezamos a ser más conocidos, de tener público de 8, de 10, de 25 y de 40 años. Es un hecho consumado por el que no nos preguntamos mucho. Parece que nuestra música entra en los modelos de música para niños, adolescentes, jóvenes universitarios, adultos presuntamente bien pensantes y desclasados. Lo tomamos con alegría”.
–Justamente la alegría parece un elemento central en su música.
Santiago: –Nunca nos definimos como un grupo de género, no hacemos punk rock, ni funk soul, ni canción latinoamericana de protesta. Pero jugamos con todas esas cosas. Antes lo hacíamos de un modo paródico, pero ahora, cuando nos metemos con algo nuevo, le damos mucha vuelta para poder tocarlo con visceralidad y alegría, pero sin chiste. A veces me preguntan por qué bailo tan gracioso en el escenario y me pongo serio para componer, y explico que en Uruguay tenemos escuela de un humor muy british, muy polite. Hacemos el chiste, pero no reímos.
Alguno coincidirá en que en las cosas que le hacen reír a cada uno se expresará la naturaleza de la idea cristiana del alma de ese uno. Es fácil ver cómo mujeres y hombres progresistas ríen a carcajadas al enfrentarse a la ridiculización que Capusotto hizo de rockers, pobres y clases medias. Los chistes de gallegos no son graciosos en Galicia. El humor funciona como válvula de escape de los discursos que uno se crea para mostrarse en sociedad como una mina o un tipo copado. La risa es opio para las ideologías. Dime de qué ríes y te diré quién eres.
Qué es el Cuarteto de Nos, es una pregunta que el desvarío lógico del párrafo anterior no puede resolver. Ni ellos pueden. “Podemos teorizar. Creo que son canciones atractivas de formato pop, pero plenas de condimentos, que cuentan historias no escuchadas en otras bandas. Pero en lo que no podemos teorizar es en el gusto de los chiquilines. No sabemos por qué lado les llegan las canciones, pero los guachos piran con canciones re complicadas, como Ya no sé qué hacer conmigo o Yendo a la casa de Damián. Será simplemente la magia de la música”, se arriesga el cantante de los versos pirotécnicos. “La magia es misterio y creo que ahí está el encanto del Cuarteto: las canciones tienen un concepto fuerte, pero no son transparentes”, experimenta el misterio Tavella.
–¿Es para ustedes un misterio lo que los llevó a llenar dos veces El Teatro de Colegiales el año pasado y ahora llegar al Luna Park?
Roberto: –Tal vez se explique en que venimos desde los ‘90. En el primer show hubo 40 personas, y desde entonces hubo un boca a boca y vinimos tres o cuatro veces al año. En la Argentina se manejan los mismos códigos de rock que en Uruguay. Si allá funcionaba, ¿por qué acá no? Claro que ahora, además de las canciones, tenemos el aparato que hace que la música llegue, que sea conocida. Un aparato que pule la oferta.
–Y en Montevideo, ¿cómo quedó todo?
Roberto: –Para las bandas under pasa lo mismo que acá, que no hay lugares para tocar. Hay bares súper chiquitos que cualquiera llena o lugares demasiado grandes donde sólo unos pocos podemos tocar. No está surgiendo un circuito nuevo que permita la aparición de bandas nuevas y eso hace que el rock tenga ciclos muy marcados.
Santiago: –Cada diez años, una banda surge y el rock en Uruguay se pone de moda. Pero a los dos años pasa y vuelve todo a cero, no hay una tradición rockera tan grande como aquí. Y con la falta de sitios, si una banda empieza a despegar, enseguida se desinfla porque no tiene escenarios de mediana convocatoria como para crecer lógicamente.
–En ese contexto, ¿hay críticas al éxito del Cuarteto de Nos?
Roberto: –La generación del rock uruguayo post-dictadura veía en el éxito el primer paso hacia el fracaso. Nos pasó con Otra Navidad en las trincheras que a muchos no les gustó que el Cuarteto sonara en los boliches y que nuestras canciones fueran cantadas por la gente que el público de rock detestaba. Pero con Raro ya todos estaban contentos.
Santiago: Así como muchos dicen que hemos madurado, muchos otros piensan que está bien que nos vaya bien. “Se lo merecen”, argumentan.
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