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domingo, 20 de junio de 2010

CECILIA ROSSETTO: SU VUELTA



Una voz tanguera sin encasillamientos

La cantante y actriz se recuperó de un accidente y el regreso, esta noche en Ushuaia, tendrá el condimento especial del reencuentro con Daniel Binelli y las canciones de Rojotango.












Por Carlos Bevilacqua

“¡Esto es vida pura!”, celebra Cecilia Rossetto al referirse al reencuentro con Daniel Binelli y César Angeleri, para ensayar la actuación de hoy a las 21 en la Casa de la Cultura de Ushuaia (Maipú y 12 de Octubre), en el marco de la Fiesta Nacional de La Noche Más Larga. La función tendrá para ella un sabor especial, porque será la primera luego de varios meses de convalecencia tras un accidente que la llevó dos veces al quirófano. Como para demostrar que no se trata de fechas aisladas, anuncia además otras dos actuaciones: el 27 de junio en el Palais de Glace, como parte del ciclo Música al Atardecer, de la Secretaría de Cultura de la Nación, y en una fecha de agosto a confirmar, como parte del Festival de Tango organizado por el gobierno porteño.

Para detallar en qué consistirá este regreso, Cecilia empieza por referirse a Rojotango, el CD que grabó en el año 2000, también con Binelli al frente de su quinteto. En esa placa registró conmovedoras versiones de tangos clásicos de diversas épocas. “Ahí hay de todo: Celedonio Flores, Discépolo y Virgilio Expósito y hasta el tema que da nombre al disco, grabado recién en la segunda edición del disco, en 2008.” De ese repertorio, Binelli subraya la entrega de Rossetto en “Secreto”, la pieza con que abre el disco. Pero sobre el escenario fueguino habrá más: “Yo tengo predilección por la delicadeza de ciertos valses, así que voy a agregar algunos, como por ejemplo ‘Parece mentira’, que quiero especialmente por la elegancia y la sobriedad con que lo canta Nelly Omar”, adelanta. Además de otros temas cantados, prometen pasajes para el diálogo meramente instrumental entre Binelli y Angeleri a través de piezas como “Papas calientes”. “Queremos mostrar algo de improvisación y no sólo tango, sino también candombe, pero con la estética y las armonías que a mí me gusta imprimirle”, agrega Binelli, quien integró las formaciones de Pugliese y Piazzolla, entre otras.

Si bien la imagen de Rossetto está asociada a la actuación y el canto de variados géneros, ella se declara tanguera de la primera hora. Y argumenta: “Yo empecé a cantar tango a los 7 años para los amigos de mi papá, cuando él se juntaba con ellos a jugar a las cartas o a los dados en los clubes. Mi papá, que fue campeón de ajedrez, era un hombre noctámbulo. Tal vez por eso disfrutaba mucho con los tangos descriptivos de la noche. Después el tango fue para mí un elemento de seducción muy importante con los hombres en las reuniones”, cuenta, antes de citar el llamado del bandoneonista José “Pepe” Libertella, que recibió tras la presentación en vivo de Rojotango. “Me dijo ‘Señora, ¿sabe cuánto hace que la estoy buscando? (imita la voz nasal de Libertella). Es para decirle que yo no sabía que podía existir una mina con tanto tablón, ¿de dónde salió?’ El, como otros artistas del tango, me preguntaba por qué no había empezado antes. Pero para mí era una continuidad porque yo ya venía cantando tango en privado. Lo que no había hecho era cantar en público con músicos tan fabulosos como los de Binelli.”

La relación con el padre, según contó, también es clave para explicar esa diferencia entre la voz disfónica con que habla y esa otra entera, potente con que se expresa al cantar. “El dormía de día, y como a veces tenía a la noche torneos de muchísima responsabilidad, incluso a nivel internacional, mi mamá nos obligaba a hablar con voz áfona, sin que sonaran las cuerdas vocales. Mi mamá también habla así (exagera su tono sigiloso). Mi verdadera voz aparece cuando canto.”

Sin renegar de su rica trayectoria, Rossetto lamenta que la gente tienda a etiquetar a los artistas. “Recién me reconocieron como cantante cuando dejé el humor, porque siendo una humorista eficaz, por más que en la misma obra cantes bárbaro, se impone el recuerdo de la comicidad. Yo siempre fui cambiando. Toda mi vida le escapé a los encasillamientos, pero no por los demás, sino por mí. Empecé haciendo tragedia griega; cuando vino la dictadura, sentí que no podía seguir haciéndola porque la tragedia se había metido en mi vida. Entonces me dediqué al humor; después de ganar un Martín Fierro como humorista en la televisión, me fui de la tele y no aparecí más... Tengo una sola vida por vivir y quiero probarlo todo.”

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