Hasta la vista. La banda capitaneada por el colorado Mick Hucknall llenó de hits un Luna Park repleto de fans adultos.
Por: Guillermo Zaccagnini
Hablar de soul blanco es de una retórica descafeinada. Porque si el soul, el reggae blanco o el blues blanco sugieren un turismo racial por géneros ajenos, lo de Simply Red está recubierto de cierta autoridad. Más allá de lo anecdótico de que la base (batería y bajo) tenga el ADN groovero de los negros Pete Lewinson y su hermano Steve, hay un respeto y calidad que poco tienen que ver con una simple apropiación. Pasaron de resucitar el soul a mediados de los ochenta a acaparar el gusto adulto que exige cierto estándar y amabilidad a mediados de los noventa en detrimento de una postura artística tal vez más interesante. "Vamos a cantar muchos hits", propuso Hucknall apenas pisó el escenario, y llegó una docena de éxitos inconfundibles.
La rutina de siempre: el cantante es el último en aparecer en escena. Pero aunque las miradas caigan en ese pelirrojo enchalecado, la banda es excelente. Con todo lo Benetton de unos Black Eyed Peas, el trompetista con cara de latino se encarga también de las cornetas y la percusión, el guitarrista japonés de pelo para la publicidad aporta virtuosismo minimalista, y la base negra es sólida. A los 49 años, Hucknall tampoco perdió capacidad vocal y hacia el final del concierto, que duró poco más de hora y media, fue capaz de cantar como al comienzo. Con alardes vocales que van desde sonar fuerte con el lujo de microfonearse de lejos o hacer piruetas con las cuerdas vocales cantando apenas una "n". Basta escucharlo cantar Holding Back the Years igual a como suena la grabación de 1982 de los Frantic Elevators, su antigua banda. El sonido de mala calidad típico del Luna Park no apareció: el grupo podía estar sonando altísimo y no había problemas para escuchar con detalle hasta las maracas.
El comienzo con Out on the Range fue tibio, pero el crescendo asomó con Your Mirror, que se prestó para el karaoke de la platea (aún sentada) y alcanzó su primer pico algunos temas después. Fue con You Make Me Feel Brand New, que popularizaron los souleros The Stylistics a mediados de los setenta, el tema que levantó a la gente de sus butacas. Acaso los aplausos más fuertes de la noche que Hucknall aceptó con cierta timidez.
Los empleados de "prevención" ya no intentaron hacer que el público se volviera a sentar. Y si el buen gusto primó, los momentos flojos tuvieron que ver más con ciertas composiciones que no están entre los más notable del grupo que con la calidad del concierto. Por caso, ese estribillo para el sambódromo lounge que tiene Fairground. Pero si hasta el momento esa canción fue el único número uno de la banda en los charts británicos, es claro que no podía faltar en la cruzada por el hitazo. En el mismo bloque de los primeros bises, Ain't That a Lot of Love, tampoco de lo mejor del grupo, lanzó su tufillo disco para invitar al baile y al siempre polémico solo de saxo.
El Hucknall dueño de viñedos en Sicilia se mezcló con el cantante, y agradeció por "venticinque" años de buen recibimiento, y ya sudado y desprolijo abandonó la postura relajada para dedicarse al arte del saltito arengador en favor de terminar el concierto bien arriba. Pasó Something Got Me Started y antes de las "buenas noches" en español, otra vez y por última vez, apareció el soul de Filadelfia encarnado en If You Don't Know Me By Now.«
A lo largo de 25 años, Simply Red se elevó como una de las bandas más exitosas del rock y pop británico. El grupo vendió más de 50 millones de discos a nivel global y realizó más de 1.000 conciertos ante 10 millones de personas; 30 canciones entraron en los 40 principales de los rankings británicos y el disco Stars logró ser el disco más vendido del Reino Unido durante dos años seguidos. Hucknall, el líder, anunció que encarará una carrera solista y que el grupo se separará al final de la gira Farewell. El último concierto será en la O2 Arena de Londres, el próximo 19 de diciembre.
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