El clásico Peter Gabriel
Presentó su disco "Scratch my Back" en Londres Con un criterio orquestal, hizo los covers del CD y también sus éxitos.
Por: Eduardo Slusarczuk.
FINALE MOLTO VIVACE El cierre del concierto, previo a los bises, con "Solsbury Hill".
EL PODER DE LA ORQUESTA. "The Power Of The Heart" y "My Body Is A Cage", uno de los momentos más intensos del show del domingo.
Por si alguien no estaba avisado, hasta las remeras que exhibían los puestos de venta en el enorme hall del estadio O2 Arena londinense, lo advertían: "Ni guitarras ni baterías. Orquesta". Con ese concepto, ante 15 mil personas, Gabriel recorrió durante la primera parte el repertorio de su nuevo disco, respetando el orden de los temas y las orquestaciones de John Metcalfe.
Si había dudas acerca de cómo rendiría el nuevo emprendimiento del cantante fuera del estudio de grabación, se fueron disipando a medida que Heroes, de David Bowie y Brian Eno primero, y Boy in the Bubble, de Paul Simon luego, dejaban en claro que a Gabriel el formato le cae más que bien, más allá de las preferencias de sus fans por su etapa de Genesis, sus exploraciones etnomusicales o su costado pop.
Potenciado el tratamiento de cada canción respecto del CD, Power of the Heart, de Lou Reed, y Philadelphia de Neil Young, marcaron los momentos en los que, bajo la batuta de Ben Foster, la New Blood Orchestra alcanzó su mayor intensidad. Como My Body is a Cage de Arcade Fire, y Street Spirit de Radiohead, los de mayor oscuridad sonora, apoyados siempre en un impecable diseño de luces e imágenes.
Para la segunda parte, como si doblara la apuesta, Gabriel metió mano entonces a sus clásicos, con el mismo equipo. San Jacinto, Digging in the Dirt y Downside Up marcaron el comienzo de un repaso de parte de su material más preciado, que demostró resistir sin problemas su traspaso a la idea orquestal.
Destacable la sección de cuerdas en Digging y en Signal To Noise, cuyo dramatismo, a partir de la superposición de texturas, fue llevado al límite en un final pleno de tensión. Blood of Eden funcionó como una especie de remanso, antes de una potente versión de The Rhythm of the Heat, con un espacio de especial relevancia para los metales y las maderas, como marco para la crudeza de la voz del cantante, saludablemente desnuda.
En el tramo final, Gabriel contrastó la densidad de Darkness con la frescura de Solsbury Hill, con aires de fanfarria y participación del público. Algo que se prolongaría en una In Your Eyes con sabor a Philip Glass, antes del dueto con Ane Brun para Don't Give Up, y del cierre instrumental con The Nest That Sailed The Sky, ante un Arena 02 que despidió al ex Genesis con una ovación casi unánime. Mientras, el resto plantaba bandera en un debate con final abierto: "Orquesta, puede ser. Batería y guitarras, siempre". «
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