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viernes, 14 de mayo de 2010

CIRO FOGLIATTA y Long Tall Sally, de LITTLE RICHARD




VINTAGE



Por Ciro Fogliatta

Hoy escucho poca música por placer, ya que generalmente estoy trabajando sobre proyectos o trabajos propios de mi profesión y ello me lleva todo el tiempo. Pero cuando empezaba a relacionarme con este arte, en una época en que no había tantas posibilidades para escuchar música como ahora, sí dediqué mucho tiempo a escuchar música. Es ese momento en la vida en que uno recibe de todo, y en el que entonces aparece un disco que te marca. Y yo puedo decir que los discos que me marcaron han sido todos de rock and roll, de rhythm and blues, y de blues, que es el padre del rock’n’roll, y hasta me atrevo a afirmar, de toda la música pop actual: aunque el sonido haya cambiado, las melodías son las mismas que las que tocaban los músicos negros de los años ‘20.

En esos años en que empezaba a estudiar piano me llegaron algunos vinilos, simples, de 78 revoluciones, de los cuales uno fue especialmente importante para mí y fue ese single de Little Richard que tenía “Tutti Frutti”, y del otro lado “Long Tall Sally”, un tema que después grabaron Los Beatles y que acá llegó traducido como “Sally la lunga”. Ahí, en ese simple, en esas dos canciones, está condensado todo. El rhythm and blues, la música que vino de Nueva Orleans, que fue la ciudad en la que se cocinó casi todo.

Por ese entonces yo tocaba jazz en una banda de aficionados, la Eagle Dixieland Band. Eramos un grupo de muchachos del secundario y universitarios, todos mayores que yo, y me enseñaron mucho sobre el jazz. En los ‘50 hubo un revival de jazz muy importante en todo el mundo, que impulsó a muchos músicos, también acá, en Buenos Aires y en Rosario, que es donde yo vivía. El revival empezó en Estados Unidos, donde a fines de los ‘40 empezaron a reeditar todo lo que se estaba perdiendo. Estaba el periodista Alan Lomax, que era un diputado al que mandaron a recorrer todo Estados Unidos en busca de toda esa gente, esos músicos que estaban perdidos, para grabarles reportajes y algunas canciones. Se reeditaron grandes como Eddie Condon, King Oliver y Bix Biderbeke. Las ediciones en vinilo de todo eso rebotaron en el mundo entero, y acá nos llegaron incluso algunas cosas europeas de grupos nuevos armados bajo la sombra del fabuloso revival norteamericano, como Los Estudiantes Holandeses. Pero lo cierto es que los movimientos que llegan de otros países tardan en conocerse aquí y cuando te querés acordar afuera ya se terminaron. A mí me pasó cuando fui a Inglaterra en el ‘71 a buscar el swinging London; creí que me iba encontrar con las radios piratas y la glamorosa Carnaby Street y pasó que ya no había nada de eso; ya estaban Génesis y otros empezando la aventura de los ‘70. Con el revival del jazz pasó algo así: cuando empezamos a tocar con nuestra banda, a los clubes de barrio ya había llegado el rock. Nosotros tocábamos en los clubes del centro de Rosario. Aunque el primer grupo de rock en Rosario, Dany Alfaro y los Rockets, comenzó tocando en bailes del suburbio rosarino.

Pero volviendo a ese simple de Little Richard, todo estaba condensado ahí. Sólo hace falta poner esos discos ahora, subiendo bien el volumen, para ver que es impresionante: el swing, la dinámica que tienen. Ahora es mucho sonido y mucha pegada pero la grandeza que tiene esa música ya no la tiene nadie en el rock actual; es un grito que sale del corazón y una potencia que ya fueron transmitidos a los siguientes estilos, porque hasta los grupos de hard rock serían imposibles de no haber existido aquella música. En ese blues está todo lo que me importa. La letra en la música ahora es muy importante, pero para mí, lo que importó siempre fue la música. Lo digo porque tengo ahora la certeza, como la tuvo Schopenhauer hace 200 años, de que la música es un arte “excelso” que está por encima de todas las otras artes. La letra en el blues puede ser importante cuando respeta la música, y los músicos negros la han respetado muy bien. En el blues no se usan todas las palabras, sino sólo las que suenan bien. En inglés por eso se aceptan muchas arbitrariedades, y acá lo hizo Pappo con sus canciones y encajaba las palabras con sumo respeto por la melodía.

Un single como “Long Tall Sally” fue determinante para mí, para enrolarme en un género. Cuando empecé a dedicarme al rock todos decían que yo era “el blusero”, aunque lo cierto es que no me dediqué de lleno al blues hasta mucho tiempo después. El blues no es una música para progresar, para evolucionar: es siempre el mismo. Hay un tema de Albert King que dice “Blues no change”. Botafogo me contó que, cuando en Estados Unidos subía a tocar con un músico negro de blues, éste le decía “Vintage”, indicándole “no metas nada moderno”. El blues es una música bastante desconocida para muchos, pero para mí es exactamente un mensaje que viene del corazón. Yo no quiero que la música me haga explotar la cabeza. Con el blues no te va a explotar nada, con el blues vas a aprender a amar sin condiciones.

Tutti Frutti - Long Tall Sally (1956)

Little Richard (Richard Penniman, nacido en Georgia, 1935) ganó un concurso en 1951, y fue invitado por RCA Records para grabar ocho simples que no tuvieron demasiado éxito. Durante los siguientes años se mantuvo como pudo con diversos trabajos mientras seguía tocando. En 1955 envió un demo al sello Specialty, que seis meses después lo aceptó para una sesión de grabación en Nueva Orleáns, en la que no impresionó tanto por las canciones que grabó como por la melodía que improvisaba entre sesiones, al ritmo de “Tutti Frutti”. Ese fue el comienzo: debió modificar la letra (considerada obscena en su momento) del tema para grabarlo, pero fue su primer gran éxito, y el modelo de muchas canciones siguientes. Pronto le seguirían éxitos como “Slippin’ and Slidin’”, “Jenny, Jenny”, “Good Golly, Miss Molly” y “Long Tall Sally”. Esta canción, que Richard ensayó hasta la perfección, fue escrita por él junto a Robert Blackwell y Enotris Johnson y lanzada por Specialty en marzo de 1956. Al principio fue plagiada, con cierto éxito, por radios “para público blanco”, especialmente por Pat Boone.

El lado B del single fue “Slippin’ and Slidin’”, y ambas canciones aparecieron después en el LP Here’s Little Richard (marzo de 1957). El simple llegó al número uno en las listas de rhythm and blues, y ahí se quedó por 19 semanas. Unos años atrás, la versión grabada por Little Richard quedó en el puesto 56 de las 500 mejores canciones de todos los tiempos según la revista Rolling Stone. Muchos músicos hicieron sus propias versiones, pero una de las más famosas es la que grabaron Los Beatles (que la tocaban en vivo desde 1957) en 1964. “La primera vez que escuché de Little Richard –contó John Lennon– fue por un amigo que había traído de Holanda un 78 con ‘Long Tall Sally’ de un lado. Nos voló las cabezas, nunca habíamos escuchado a nadie cantar de esa manera en nuestras vidas, y esos saxos tocando como locos.”


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