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martes, 8 de febrero de 2011

KATE NASH EN BUENOS AIRES.




“Para los jóvenes todo es más difícil siempre”

La encantadora cantante irlandesa viene a presentar su nuevo disco, una galería de canciones humanísticas e igualitarias. “No pienso hipotecar mi vida privada”, se planta la colorada que vendió un millón de placas.









Por Luis Paz

La vida da revancha: hace casi cuatro años, una pibita de Londres que había sido expulsada dos veces del colegio y trabajaba en una tienda de ropa, se tropezó, retumbó por las escaleras del local y terminó con un pie roto: desempleada nuevamente, expulsada de todo círculo social tradicional (el trabajo y la academia) y solterísima, se entregó a grabar canciones en una casetera. Hace unos días, esa pibita mos atendía por teléfono para hablar del show del 27 de febrero en el teatro Gran Rex. Kate Nash, la irlandesa clase ‘87 que en 2007 llevó su debut Made of Bricks al número 1 en el Reino Unido, viene a mostrar su nuevo disco, My Best Friend is you, una oda celestial a la dignidad en las relaciones humanas, en la voz de una colorada encantadora con un acento cockney harto intrincado.

“Me encantan los Buzzcocks”, sorprende la dublinense. Porque no es a la banda de Pete Shelley a lo que suena Foundations, el etéreo hit de un primer disco que estuvo más en la línea de una nueva Lilly Allen que en la de la solidez, madurez y variedad de su flamante álbum. “Cuando oí a los Buzzcocks, me fascinó esa mezcla de poesía con sociología y actitud. Son una banda interesante, divertida y comprometida, y creo que eso es lo mejor que puede tener una banda hoy. De modo que fueron una gran influencia. Sobre todo Pete a la hora de componer y escribir letras”, cita la fuente.

Si en Made of Bricks había básicamente canciones sobre la salida de la niñez, el paso traumático por la adolescencia y la espera por el amor verdadero, y todo bajo un manto de pop liviano pero picante, en My Best Friend is you Nash logró una galería de canciones con eje en la política de humanidad en las ciudades del siglo XXI. “Dicen que este disco es más maduro y creo que es algo natural. Escribí las canciones del anterior cuando tenía 17 años, estaba muy en ésa y suenan a lo que escuchaba en ese momento. Ahora que aprendí otras cosas, puedo hablar de ellas”, distingue.

No se puede negar que, luego de haber vendido un millón de discos y girado por todos los escenarios obligados para el pop mundial, Kate ha aprendido algunas cositas sobre la industria. En su nuevo álbum, fiel a la tradición de artistas de la que es parte (esa línea de rap-poperos que va de Mike Skinner, de The Streets, a Lilly Allen; y que tiene ahora a otro exponente como el Professor Green, aunque lejísimos artísticamente de aquéllos), aplica su mirada hacia dentro de la industria y la critica entre humorística y cínicamente, con esa facilidad que tienen los británicos: “Me sorprendió para mal lo machista que es la industria y el fuerte sexismo que hay, especialmente en el mainstream. Siempre se fijarán en tu cuerpo y, si sos mujer, no importa si sos autora de canciones: te van a poner un equipo de tipos que escriban tus canciones porque creen que sólo podés escribir cosas livianas, tontas, näives”, pinta su experiencia.

–Colaboraste con organizaciones de ayuda a mujeres víctimas de violencia, como V-Day y el Wish Centre de Harrow. En este disco hablás del tema también. ¿Cómo leés lo que pasa con la situación de las mujeres?

–Es una lectura distinta a la de hace unos años. En mi primer disco veía el problema del sexismo de un modo más inocente. Lo veía como algo feo que la gente hacía por maldad, pero hoy siento que es algo mucho más complejo. Hay etapas en la lucha por la verdadera igualdad y en la que puedo ayudar ahora hablando de los problemas. A nivel mundial, las sociedades se han ido abriendo, pero queda mucho por pelear. No sé si veré la igualdad de género, la racial y la igualdad entre las distintas elecciones sexuales antes de morir, pero al menos quiero pelear por los chicos que vengan después, para dejarles un mundo más copado.

–Vos misma empezaste con la música siendo aún una niña, al mismo tiempo que sacabas un disco, salías de gira, aprendías a manejarte en el show bizz, te independizabas de tus padres y empezabas una relación seria...

–Sí, fue muy jodido, tuve picos de estrés y todo, incluso tengo momentos borrados de mi memoria por picos de presión. Pero a la vez fue genial porque aparecieron cosas que renovaron mi vida y me dieron alegría: tuve un primer disco exitoso y puede sonar arrogante, pero decime: ¿cómo no te va a poner feliz eso? Me llegó el amor que buscaba en el primer disco (ríe al teléfono y lanza un encantador “oh my gosh”). Pero ahora, más grande, me paro de otro modo también: cuando estoy de vacaciones, estoy de vacaciones, así que no jodan. No voy a hipotecar mi vida privada.

En unos días se cumplirán tres años de la publicación de Caroline’s a Victim, tal vez su primer pequeño éxito. El tema había tenido una primera versión grabada en una casetera, que Kate subió a MySpace y cautivó a Lily Allen. La belleza del flequillo recomendó a Nash a sus seguidores y el resultado fue instantáneo: un nuevo hype surgía. Pero ahora Nash es, por peso propio, una de las voces más relevantes de su escena y de su generación. Y además pasó del casete a trabajar con Bernard Butler y del mostrador de la tienda de ropa a administrar (con asistencia técnica) su propia carrera. “¿De verdad ya se van a cumplir tres años? Carajo, no le había prestado atención. Definitivamente ha sido un viaje loco, ¿no?”

–Bueno, bastante loco... ¡como vender un millón de discos en esta época!

–Sí, es un montón. Es bastante shockeante la cifra, surreal. Tomo esa responsabilidad seriamente. No sé si se espera mucho de mí, pero yo espero mucho de mí y bastante de ellos (las y los que la escuchan). Poder estar tan en contacto con otros jóvenes es una gran posibilidad de invitarlos a una vida más política. No les digo que militen, pero sí invito a que manejen sus vidas con otros valores. La música es un buen link para eso.

–Y ellos te hacen caso. En foros y clubes virtuales de fans tuyos organizan eventos para concientizar sobre la violencia de género y arman movidas solidarias. ¿Por qué creés que los inspirás a eso?

–Los jóvenes siempre necesitamos alguien que nos hable y cuando es un joven es mejor, creo que eso hace el primer contacto. Después, les puede gustar mi música, si no, no me seguirían, imagino. Pero por sobre todo me parece que los convence el hecho de que no soy perfecta y no lo seré porque no me interesa. Y tampoco tengo esa “onda celebridad”.

De algún modo, Kate también es exponente de una época en la que lo uncool se volvió cool: los talles gigantes, los lentes culo de botella, la ropa de feria americana, el pelo mal teñido. “Lo cool es sentirse cómodo”, resume. “Estar feliz con tu vida depende de vos y si sólo te comportás en función de lo que diga la gente o lo que hay en las vidrieras, vas a sufrir porque el mundo está equivocado. Voy a un bar y veo cómo los pibes las molestan a las meseras. Tenés amigos hace años y te enterás de que son gays mucho después, porque todavía viven en secreto. No está bueno eso, hay que salir, hay que pelear, hay que vivir como elijas y respetar.

–Es muy maduro lo que decís y es interesante que instes a los jóvenes a hacerlo, pero también tendrás en cuenta lo difícil que es.

–Claro que es difícil. Siempre es más difícil para los jóvenes. Pero lo fue en todas las épocas: nuestros padres no sabían cómo tratar a un amigo gay, aunque la generación de los ‘60 tenía muy pocos dramas con esas cosas. En los ‘80 tampoco había lío con el destape, pero últimamente algunos lo ven mal, sobre todo los medios y los grupos conservadores. Las escuelas y universidades no enseñan sobre diversidad. Hay cosas en las que retrocedimos.

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