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martes, 14 de diciembre de 2010

CHRIS STRACHWITZ_ POR AMOR AL BLUES.



El cartel en la pared del edificio donde se encuentra Arhoolie Records aquí, justo al norte de Berkeley, promete "música del sur" y desde hace 50 años, funcionando a menudo con un presupuesto muy ajustado, el sello ha producido una mezcla rica y caprichosa de blues, folk, jazz, Cajun, Tex-Mex, country, zydeco y gospel ­el panorama completo de la música de raíces americanas­ para una selección igualmente diversa de fans de música.

John F. Kennedy acababa de ser electo presidente, cuando Chris Strachwitz, el fundador de Arhoolie y aún hoy su propietario, se sentó a pegar fotos en la tapa del primer LP del sello, Mance Lipscomb: Texas Sharecropper and Songster. Unos meses antes, viajando por el sur, Strachwitz había grabado a ese cantante de blues en su casa, soñando con dejar su trabajo de profesor de secundario pero sin imaginar nunca que su empresa casera sobreviviría a algunas de las grabadoras más grandes del mundo.

Para celebrar sus 50 años, Arhoolie está a punto de lanzar una colección de cuatro CD de canciones con un rango de estilos que va del blues de Jesse Fuller al free jazz de Sonny Simmons, que Strachwitz grabó entre 1954 y 1970 en la zona de la Bahía de San Francisco. Llamado Hear Me Howling: Blues, Ballads & Beyond, la colección también incluye un libro de 136 páginas que cuenta la historia del sello discográfico. La mayoría de las grabaciones más conocidas de Strachwitz son, no obstante, del campo, especialmente de Texas, Louisiana y Mississippi. Es allí donde, a partir de 1960, encontró, grabó o ayudó a revivir las carreras de cantantes de blues seminales como Bukka White, Lightnin’ Hopkins, Lipscomb, Mississippi Fred McDowell y hasta Clifton Chenier, el acordeonista, Rey del Zydeco.

Para ser alguien tan devoto de la música de raíces americanas, Strachwitz tiene una historia inusual. Nacido en Alemania en 1931 en una familia aristocrática como conde Christian Alexander Maria Strachwitz, pasó la infancia bajo el régimen nazi y llegó a los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial como estudiante secundario para vivir originalmente en Reno, Nevada.

Desde el comienzo lo sedujo la variedad de los estilos musicales estadounidenses, especialmente su compás enérgico.

"Los ritmos me obsesionaban", dijo. "Oía todo ese material en la radio y me volteaba." Arhoolie fue un imán para una generación de artistas, desde Bob Dylan hasta los Rolling Stones y Bonnie Raitt y T Bone Burnett.

En sus "Crónicas Vol. I" Dylan atribuye al sello haber sido el lugar en el que "oí por primera vez a Blind Lemon Jefferson, Blind Blake, Charlie Patton y Tommy Johnson".

Las extensas notas escritas en las carátulas de los discos Arhoolie ­muchas por el propio Strachwitz­ eran una fuente vital de información. Con las grabaciones que sacaba Arhoolie, cuyo nombre proviene de un término en dialecto para el "field holler" (canto de los esclavos), los artistas en ciernes podían enterarse de los instrumentos y las afinaciones que usaban los artistas.

"Cada uno de esos discos era un tesoro", dijo Bonnie Raitt.

Pero Strachwitz es por sobre todo un coleccionista. Aunque no habla español, ha creado lo que se considera la colección privada más grande de música mexicanoamericana y mexicana, desde mariachis hasta grupos norteños de acordeón y corridos, incluso con algunas grabaciones de comienzos del siglo pasado."Esa música tenía para mí el mismo atractivo que la música country, ese sonido lleno de sentimiento y mucho canto en dúo", dijo. "Y estaba esa extraña mezcla de música de cuerdas con trompeta que intervenía casi como un músico de jazz, lo cual me parecía fantástico".

Strachwitz contó que uno de los momentos más gratificantes para él fue entregar un cheque con regalías a Mississippi Fred McDowell cuando los Rolling Stones grabaron su "You Gotta Move" en 1971.

"Quedé enganchado como una especie de agente para algunos de ellos, para Fred y Mance y Lighnin", explicó Strachwitz. Originalmente, cuando se acercó a los Stones para pedirles pagos de derechos, "sus abogados dijeron `no, no, no, todo lo que graban es material de ellos’". Pero Strachwitz persistió. "Fred ya tenía cáncer", dijo. "Pero me alegró poder darle un cheque antes de que muriera."

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