La crema del blues
En los ’60 fue uno de los pioneros del blues inglés, fundador del Ealing Club y nombre fundamental de una escena propiciada por el mítico Alexis Korner, de la que salieron The Animals, The Yardbirds y The Rolling Stones. Su propia banda, nacida de aquel nido de blues, es un mito: Cream, con Eric Clapton en la guitarra y Ginger Baker en la batería, el primer power trío superexitoso. Cream duró poco, pero Jack Bruce, bajista fundamental, gran cantante, siguió con su carrera sin parar. Y ahora, a los 70 años, viene por primera vez a tocar a la Argentina con su Big Blues Band, su grupo de músicos jóvenes que mantiene viva la mística y la leyenda.
Por Sergio Marchi
Poco tiempo atrás, en el mes de julio de 2012, se celebraron los cincuenta años de la creación del blues inglés. El festejo se realizó en el mismo lugar donde todo nació: el Ealing Club, que abrió sus puertas oficialmente el 17 de marzo de 1962, cuando Alexis Korner y Cyril Davies debutaron con la primera banda de rhythm and blues británica que utilizaba amplificación eléctrica, Blues Incorporated. Era toda una rareza que entusiasmaba a un selecto grupo de no más de doscientas personas en todo Londres. Jack Bruce, hoy con un pie en el avión que lo traerá a Sudamérica, estuvo en la celebración del medio siglo; no podía faltar: fue uno de los miembros fundadores de aquel club tocando el bajo en Blues Incorporated, el grupo de Korner y Davis, que de a poco fue atrayendo a lo que sería la crema de la crema de la música británica. Jack Bruce ya era un residente, mientras Mick Jagger, Keith Richards, Brian Jones, Rod Stewart, Eric Clapton y muchos otros eran apenas unos aspirantes.
Medio siglo más tarde, pisando los 70 años, pero con el mismo entusiasmo, Jack Bruce se apresta a visitar Buenos Aires. Su historia no es solamente la de un pionero que estuvo primero en el lugar adecuado sino la de un músico que transformó la historia del bajo eléctrico y que se constituyó en referencia ineludible para instrumentistas como Jaco Pastorius, Bootsy Collins, Flea y Sting, por nombrar sólo algunos. Esto se puso de manifiesto sobre la pulcra pantalla de la BBC en el documental que la señal estrenó a comienzos de 2012: Jack Bruce: The Man Behind The Bass. Se trata del mismo músico que habla con Radar por teléfono desde su casa en Inglaterra y se muestra un tanto escéptico con tanta alabanza filmada. “Sí, vi ese documental, de hecho participé mucho en él, me hicieron un reportaje muy largo y muy completo. Es muy lindo saber que tanta gente reconoce tu trabajo y tu influencia, pero tampoco me tomo muy en serio todo lo que se dice allí. Porque todos hablan bien, lo cual es lógico si aceptan participar en un documental sobre alguien; no vas a aceptar si esa persona te desagrada. Pero, dentro mío, yo sé qué es verdad y qué no es verdad de todo lo que se dice. Es una verdad personal. Sin embargo, me parece que todos los testimonios son honestos y sinceros, y eso me gusta mucho. Aunque no sea para tanto.”
Reducir a Jack Bruce al papel de bajista es olvidarse de que también ha sido muy importante su desempeño como cantante, utilizando un modo novedoso, inédito para los británicos hasta mediados de los ’60, cuando Bruce conformó Cream con Eric Clapton y Ginger Baker. La voz, la intensidad y el tono de Jack Bruce hicieron que Clapton prefiriera cantar solamente unas pocas canciones, pese a que ya se decía que era Dios. Era un estilo completamente nuevo y libre de frasear, alternando rugidos y falsetes de un volumen notable. Un estilo que quedó plasmado en canciones como “White Room” de Cream, en donde muestra una versatilidad vocal asombrosa. “Sí, es verdad que yo cantaba de un modo diferente del que se cantaba en aquel tiempo, pero tiene que ver con mi formación. Comencé a cantar cuando era niño en el coro de la iglesia, donde teníamos un repertorio de lo más variado con hits muy particulares del momento, antes de que apareciera el rock and roll. En ese coro tuve un gran entrenamiento y pude desarrollarme, pero después mi voz cambió, a los 13 o 14 años, así que tuve que cantar de otra manera, con el consiguiente reaprendizaje. Concretamente tuve un entrenamiento bueno en música clásica cuando estudié el cello, con un poco de canto. Entonces, cuando comencé a cantar en Cream, pude encontrar mi voz muy rápidamente por todo el conocimiento adquirido en la música clásica. Sin embargo, lo que salió fue el blues.”
Jack Bruce se ligó con la escena del Ealing Club porque su carrera musical se inició cuando era poco más que un niño. Sus habilidades como instrumentista se pusieron de manifiesto cuando explotaba el jazz en los años ’50 en Gran Bretaña, y había mucha demanda de bajistas. Así que, muy pronto, Jack Bruce comenzó a ser requerido y a ganar más dinero que su padre, lo que no era mal visto en la familia, pero sí en su escuela secundaria. “Yo aprendí a tocar el cello en la secundaria –recuerda Bruce–, tuve una formación clásica y después pasé al bajo. Pero eso duró poco tiempo porque no me gustaba practicar mucho y yo tenía ganas de tocar otras clases de música. Si te fijás en algunas biografías mías que están circulando por Internet, va a aparecer que me echaron del colegio por querer tocar jazz, pero desde ya te digo que eso es una mentira: yo soy el que se fue. Eso sí, me dieron a elegir: ‘Abandonás el jazz o te vas’. Y me fui.”
Lo habitual es que un músico de blues evolucione hacia el jazz, que es una música más sofisticada, pero Jack Bruce realizó el camino contrario y se zambulló de cabeza en el blues, que no dejaba de ser una novedad en Gran Bretaña. “Sí, el blues, pese a ser más simple, era algo más sofisticado. El primer contacto que tuve con algo que genuinamente pudiésemos llamar blues fue con los discos de Ray Charles, que tampoco era blues tradicional sino una mezcla más sofisticada aun de blues, jazz y otras cosas que estaban surgiendo. Y así es como descubrí esa música, ese sentimiento musical. Yo grabé un disco de jazz con un saxofonista británico llamado Dick Heckstall-Smith, que estaba también en una banda llamada The Alexis Korner Blues Incorporated, y me invitó a probarme para tocar con ellos. Así descubrí no solamente a Alexis Korner, que era todo un personaje, sino también que había una escena de blues en Gran Bretaña, lo que me llamó mucho la atención, porque el blues era una clase de música prácticamente desconocida, salvo para aquellos que tocaban jazz, como yo, que teníamos una idea. Pero no había bandas de blues puro. Fue una gran oportunidad tocar con Alexis Korner.”
De esa escena para pocos surgieron grupos para multitudes como The Rolling Stones, The Animals, The Yardbirds y la Graham Bond Organization, que fue el siguiente grupo en el que Jack Bruce participó y donde comenzó a conocerse con el baterista Ginger Baker, que había entrado a Blues Incorporated cuando Charlie Watts dejó ese grupo para sumarse a los incipientes Rolling Stones. La relación Bruce-Baker sería un vínculo de amor/odio; por un lado conformaron una de las bases rítmicas más poderosas de todos los tiempos, pero por el otro siempre tuvieron un enfrentamiento que solían trasladar al escenario, a los discos y a la convivencia dentro de una banda. De hecho, Bruce fue despedido de la Graham Bond Organization (a instancias de Baker) y consiguió trabajo en una banda pop muy exitosa: Manfred Mann, que gozaba de una segunda oleada de popularidad gracias a “Pretty Flamingo” en 1966, cuando Jack Bruce ya era su bajista... a regañadientes. “No fue una buena experiencia la de Manfred Mann porque eran un grupo muy pop. Yo no estaba muy feliz ahí adentro; la música no ofrecía ningún tipo de desafío, pero así eran esos tiempos. Yo tenía ganas de experimentar, tratar de encontrar una dirección poderosa para mi música, y estaba claro que eso no iba a suceder con Manfred Mann. Pero tengo que reconocer que con ellos hice un buen dinero. ¡Y vaya si lo necesitaba! No era mi idea musical, simplemente. Y reconozco que lo hice por la plata.”
John Mayall, otro patriarca del blues inglés, gozaba de un enorme prestigio que ponía a su alcance a lo más exquisito de la escena musical inglesa. Fue allí donde Eric Clapton se cruzó en algún show esporádico con Jack Bruce y tomó nota de sus habilidades musicales; también allí conoció a Ginger Baker, y después de dejar registrado el insuperable Bluesbreaker with Eric Clapton, disco que lo puso en primer plano, Clapton le propuso seriamente a Ginger Baker formar una banda. Pero la condición era que Jack Bruce fuese el bajista, a lo que Baker se rehusó desde el comienzo, pero que terminó aceptando. Ese fue el nacimiento de Cream, un parto inducido por Clapton, que cambió el sonido del rock británico. “Yo diría que mi relación con Ginger Baker no siempre ha sido mala –equilibra Bruce hoy–. Es una cuestión de disciplina; a veces uno estaba más disciplinado que el otro. Y el que estaba más disciplinado a veces tenía el rol del policía malo. Digamos que no nos llevábamos muy bien.”
En 1966, Cream marcó una nueva dirección en el rock inglés, inaugurando el formato de power trío, con excesiva amplificación (para aquel tiempo) y extraordinaria capacidad instrumental, condimentada con especias psicodélicas que llegaban desde Estados Unidos. Sabor que hoy Jack Bruce no reconoce. “En el comienzo de Cream, el espíritu que reinaba era el de hacer algo que fuera realmente bueno. En los primeros tiempos tocábamos blues, lo que estaba muy bien, pero yo quería escribir música que partiera del blues y que se extendiera por fuera del género. Nunca pensé que la música de Cream fuera particularmente psicodélica, ni siquiera ahora sé que es lo que significa la ‘música psicodélica’. Podría nombrarte drogas psicodélicas, ropas psicodélicas, pero no podría decir que nuestra música era psicodélica. Bah, a lo mejor sí, pero no lo sé. Lo que sí creo es que nuestra música era trascendental.”
Pese al impacto que hizo que Cream vendiera millones de álbumes y brindara shows memorables, su vida fue breve debido al conflicto eterno entre Bruce y Baker, que siempre ganaba el primero por disponer de un enorme equipo de amplificación. Baker acostumbraba a hacer un larguísimo solo de batería, y cuando Bruce lo consideraba excesivo, lo interrumpía. Clapton no pudo arbitrar esa querella y el grupo se disolvió. Jack Bruce inició entonces una carrera solista con suerte dispar, que arrancó con un gran disco, Songs for a Taylor, que tuvo mucha repercusión. Pero el espíritu nómade de Bruce lo llevó a formar un grupo de jazz, Lifetime, con el baterista Tony Williams y el guitarrista John McLaughlin, lo que no ayudó a que Bruce pudiera tener una carrera solista estable. Sin embargo, Bruce lo ve de otra manera: “Creo que mi carrera solista ha sido muy feliz porque he podido hacer muchas cosas y tocar con toda clase de gente”. Una de las experiencias más notables fue el haber compartido una grabación con Frank Zappa y el baterista Jim Gordon que terminó convirtiéndose en el clásico Apostrophe. Pero ninguno de los dos la recuerda como memorable. Zappa dijo que le resultaba complicado tocar con Bruce porque metía muchas notas. Bruce dice hoy: “Frank originalmente quería que yo grabase cello en ‘Apostrophe’, pero como no tenía uno utilicé el bajo e improvisamos toda la canción. Yo sabía que Frank tocaba la guitarra, pero pienso que era mejor como compositor”.
Jack Bruce tuvo una larga y fecunda carrera durante los ’80 y los ’90, esporádicamente interrumpida por problemas de salud, algunos de ellos derivados de excesos químicos que finalmente pudo controlar. Pese al castigo que sufrió su cuerpo, hoy, a los 70 años, transmite la misma pasión que en sus años juveniles sin que su habilidad musical haya sufrido en ese largo tránsito. “Tuve buenos y malos momentos –reconoce Bruce–; por ejemplo, la pasé muy bien cuando me sumé a la banda de Ringo Starr, a fines de los ’90. Fue un placer porque primero tocábamos canciones de Los Beatles, después algunas de Ringo, y por último cada uno de los músicos podía tocar tres o cuatro de las suyas. Era como una gran fiesta. Lo disfruté mucho y aprendí bastante trabajando con Ringo, sobre todo a la hora de armar un show.”
Contra todos los pronósticos, Cream volvió a reunirse en 2005 para tocar en el Royal Albert Hall (donde se despidieron en 1968) y en el Madison Square Garden. Los tres miembros consideraron la experiencia como positiva, aunque Bruce ponga alguna distancia. “La reunión de Cream estuvo bastante bien, aunque a la vez creo que tendríamos que haber seguido tocando juntos para llegar al verdadero grado de desarrollo que ameritaba una reunión de Cream. Pero creo que es más una cosa mía, dejémoslo ahí. Podríamos haberlo hecho mucho mejor. Yo prefiero seguir trabajando por mi cuenta, más que seguir pensando en otra reunión de Cream.”
Hoy, al frente de la Big Blues Band, Jack Bruce confiesa haber pasado por Ezeiza, pero siempre en conexión de vuelo. “Esta vez quiero pisar tierra firme –asegura–. Tengo una gran banda, son músicos mucho más chicos que yo, pero muy cuidadosos con lo que tocan, muy entusiastas, y sobre todo son muy divertidos.” Antes de la despedida, una última pregunta lo hace reflexionar a larga distancia. Jack Bruce sobrevivió al éxito, al fracaso, a las adicciones, a un cáncer que lo llevó a requerir de un trasplante de hígado. ¿De donde sacó las fuerzas? “Creo que es amar lo que hacés. Es todo lo que te puedo decir. Dejá atrás todo lo que te haga mal y seguí adelante, hasta que no puedas más. Yo no sé cómo lo hice, pero me di patadas en el culo hasta que arranqué.”
JACK BRUCE entrevistado por Gloria Guerrero.
“Amo reencontrarme con mis viejas canciones”
Aunque su fama se estableció durante sus años con Cream, el trío que compartía con Eric Clapton y Ginger Baker, el bajista hizo música con medio mundo, desde Frank Zappa y Lou Reed hasta Ringo Starr y Mick Taylor. “Yo no toco jazz, yo toco Jack”, afirma.
Por Gloria Guerrero
Jack Bruce no había salido aún de la adolescencia cuando ya tocaba con los pioneros del rhythm & blues inglés: Alexis Korner y Graham Bond. A poco de cumplir la mayoría de edad formaba Cream con Eric Clapton y Ginger Baker, el power trío que en lo poquísimo que duró –sólo tres años– vendió 16 millones de discos y terminó inventando una nueva manera de hacer música en serio. Desde entonces, el cantante, compositor y bajista escocés (también guitarrista, tecladista, armoniquista y chelista) ha conseguido una carrera brillante; trabajó con los instrumentistas más respetados y dejó –y sigue dejando– algunas de las canciones más recordadas de la historia. Y también algunas de las zapadas más intensas de la historia: “Sweet Wine”, del primer disco de Cream (Fresh Cream, 1966), cuya duración original era de 3,27 minutos, a lo largo de los años fue estirándose y estirándose hasta alcanzar versiones de 6,40... 7,17... 9,25... ¡y 14,12!, a puro vapor. Hoy muchos críticos prefieren dejar de lado la palabra “rock” y consideran a Bruce “un músico de jazz y blues”. ¿Pero a él qué le parece? “Yo no toco jazz, yo toco Jack”, se ríe el hombre que en mayo próximo cumplirá 70 y que dentro de pocas horas dará un concierto en el teatro Gran Rex de Buenos Aires. Resulta inexplicable, si se habla de un país que ha recibido a prácticamente todo bicho cantor que camine o se arrastre por el orbe, que sea ésta la primera vez que Bruce toca en la Argentina.
Se sabe que detrás de todo gran bajista hay un gran baterista, pero a la hora de preferir a algunos, a Bruce le cuesta: “No me gusta tener que elegir”, admite. “Pero tengo recuerdos maravillosos de cuando toqué con Tony Williams, y con Ringo Starr...” Bruce giró con la All-Starr Band entre 1997 y 2000; con Tony Williams (ya fallecido, ex baterista del gran Miles Davis cuando tenía sólo 17) compartió a comienzos de los ’70 el Tony Williams Lifetime, cuarteto que se completaba con John McLaughlin en guitarra y Larry Young en órgano. Luego de la disolución de Cream, y antes de Williams, Bruce había formado una banda con Larry Coryell y el ex baterista de Jimi Hendrix: Mitch Mitchell. Luego, y hasta ahora, ha seguido siendo el líder de sus propios grupos, que incluyeron valiosos instrumentistas como Mick Taylor, Billy Cobham, Simon Phillips, Carla Bley, David Sancious o Gary Moore. Su discografía propia es apabullante, al igual que sus trabajos en colaboración: entre otros, estuvo con Lou Reed (en Berlin) y Frank Zappa (juntos compusieron las canciones de Apostrophe). Pero cuando se le pide que elija a sus dos guitarristas preferidos, es escueto: “John McLaughlin y Eric Clapton”, dice. Pero hubo otros, claro.
–En 1981, usted editó dos trabajos junto con Robin Trower: B.L.T. y Truce. En 2008, más de un cuarto de siglo después, los temas de ambos discos fueron compilados en 7 Moons, más algunas canciones nuevas. ¿Cómo surgió la idea de este reencuentro y qué tan natural le resulta componer junto al “Hendrix blanco”? –Bueno, Robin quería reeditar nuestros primeros álbumes en CD y le sugerí que compusiéramos un par de temas nuevos. Siempre es un placer trabajar con grandes músicos, y Robin es uno de los artistas más honestos y dedicados que he conocido en toda mi vida; también es un placer tocar junto con el finísimo baterista que participó en 7 Moons, mi gran amigo Gary Husband. El proyecto surgió de un modo tan sencillo y tan natural que decidimos hacer el álbum completo. De paso, Robin muere por las tostaditas de queso que hace mi mujer, Margrit, así que eso terminó de sellar nuestro pacto y escribimos 7 Moons en mi propia casa.
–Hace un par de años, luego de la reunión de Led Zeppelin, las redes sociales y YouTube intentaron hacer un escándalo con una declaración suya: “Cream es una banda diez veces mejor que Led Zeppelin”, dicen que dijo. ¿Lo dijo? Más aún: ¿lo piensa? –No, no... Hice una pequeña broma acerca de Zep y la prensa lo convirtió en una bola de nieve. De hecho, Jimmy Page es un antiguo gran amigo mío, y en las viejas épocas solíamos tocar juntos todo el tiempo. Por cierto, Jimmy vino a mi más reciente concierto en Londres, sólo para saludarme.
–Y, además de admirarlo como guitarrista, ¿qué tal se lleva con Eric Clapton (“God”)? La mayoría cree que el título de su precioso álbum de 2003, More Jack Than God (Más Jack que Dios), es una cargada a Clapton, por aquel “divino apodo” de las épocas de Cream. –Se dijo eso, y es momento de aclararlo... El título More Jack Than God viene de una sesión para aquel disco, donde yo tocaba la guitarra acústica junto con el guitarrista Godfrey Townsend. El ingeniero de grabación quería definir los volúmenes relativos de las dos guitarras y me preguntó si yo prefería “Más Jack que God” (por Godfrey)... ¡y ahí supe que ya tenía el título!
–Cream se separó inesperadamente, en su mejor momento; ¡llegó a decirse que Ginger Baker lo corrió a usted con un cuchillo! El trío se ha reunido más de una vez, pero después de los conciertos de 2005 se lo citó declarando: “Cream se terminó”. ¿De verdad cree que se terminó? –Primero, lamento desmentir lo del cuchillo: eso nunca pasó... Cream se separó porque Eric y yo queríamos hacer cosas diferentes. En cuanto a si Cream se acabó, mire: teníamos planes para reunirnos en 2013, pero creo que Ginger dijo o hizo algo que puso furioso a Eric... ¡y entonces ahora no sé qué va a pasar!
–Por más que el público se lo siga pidiendo y no pueda evitarlo, ¿le da placer tocar canciones de Cream en sus shows? –Me encanta hacer algunos de mis viejos temas. Son como mis hijos: ya tienen sus propias vidas en el mundo, pero me gusta encontrarme con ellos y saludarlos, una y otra vez.
–¿Qué música viene escuchando estos días? –Ah, Louis Armstrong Hot Five, el trío folk escocés Lau, Radiohead, Blind Willie Johnson, Nusrat Fateh Ali Khan, el nuevo álbum de Bobby Dylan: Tempest, Astor Piazzolla, las sonatas de piano de Prokofiev y Nikolai Kapuskin.
–La banda que lo acompaña en esta visita (His Big Blues Band) está formada por siete músicos muy jóvenes. ¿Cómo los eligió? –Yo no los elegí, ellos me eligieron a mí, y el destino nos juntó. Son los músicos más maravillosos de la nueva generación inglesa y los adoro. Y me parece que ustedes los van a adorar también.
Jack Bruce: “Soy un gran fan de Piazzolla”
En los ‘60, este bajista escocés conformó el power trío blusero
Cream, con Eric Clapton y Ginger Baker. Hoy toca por primera vez en la
Argentina y confiesa su amor por el tango.
Por Alfredo Rosso
Jack Bruce lleva más de medio siglo tocando rock, blues, jazz,
avant-garde y hasta ritmos latinos. Bajista virtuoso y cantante de voz
educada, fue pilar del legendario trío Cream, junto a Eric Clapton y
Ginger Baker (de hecho, Clapton optó por dejarle la voz principal de la
banda), y compuso clásicos como Sunshine of your Love y White Room
. Antes de su debut en la Argentina - hoy por la noche, en el teatro
Gran Rex-, el destacado músico escocés habló por telefóno con Clarín . Una verdadera leyenda del rock inglés, cuyo modelo de power trío, con base en el blues, inspiró incluso a nuestro Manal.
Hace
cincuenta años entrabas en la Blues Incorporated de Alexis Korner, de
donde salieron los propios Rolling Stones. ¿Qué recuerdos tenés de tus
días con Jagger y Richards?
Tenía diecinueve años cuando
toqué con Korner y fue fantástico hallarme en el centro de la escena
musical londinense. Ese período -de 1960 al ‘63- fue un período muy
excitante, porque el país todavía estaba bajo la sombra de la Segunda
Guerra Mundial, de modo que ser parte del surgimiento de toda esa música
fue como salir del blanco y negro hacia el color. Y yo tuve la enorme
suerte de pulir mi arte y mi oficio con grandes músicos a mi alrededor.
De allí pasaste a la Graham Bond Organization...
Sí,
y fue como ir a la universidad. Tuve una educación formal, en un
conservatorio escocés, pero en un momento lo dejé para “salir al
camino”. Allí comenzó mi verdadero aprendizaje. Con Graham Bond (un
músico con raíces en el jazz que impuso el órgano Hammond en el Rhythm
& Blues Inglés), fui acopiando ideas que luego se convertirían en
canciones de Cream y de mis discos solistas. Fue una época muy creativa e
intensa. ¡Llegamos a tocar trescientos recitales en un año!
Cream
eran dos grupos: en vivo abundaban las improvisaciones virtuosas, pero
en estudio exploraban nuevas posibilidades musicales. ¿Cómo hicieron
todo eso en apenas dos años?
¡Trabajamos muy duro! (risas)
Me gustaba estar en el estudio con Cream, porque fue la primera vez que
tuvimos la chance de experimentar con sonidos, instrumentos, texturas.
Antes simplemente entrabas, grababas y te ibas.
The Sound of ‘65 de la Graham Bond Organization se hizo en apenas tres horas…
¿Como viviste la reunión de Cream del 2005?
Llenó
mis expectativas, hasta cierto punto, porque no estaba muy bien de
salud. Estaba convalesciente de una operación muy seria y hubiera
preferido esperar un poco más para recuperar del todo mis fuerzas, pero
los tiempos de los músicos son así. Y aunque quizás no tuvimos la misma
intensidad de 1967 o ‘68, fue realmente genial volver a tocar con Eric y
con Ginger.
En años recientes tu música incorporó ritmos latinos. Hasta tenés un tema llamado “Milonga” en tu álbum “Shadows in the Air”.
He
tocado con grandes músicos cubanos y portorriqueños, como Horacio “El
Negro” Hernández y Milton Cardona, de quienes aprendí mucho sobre ritmos
latinos. Y soy un gran fan de Astor Piazzolla.
Milonga
fue improvisado en el estudio y aunque no sea una milonga, estrictamente
hablando, es un homenaje a Astor y también un tributo a la música de la
Argentina. Siempre fue mi ambición viajar a Sudamérica y, por una razón
u otra, nunca se me había dado, así que estoy entusiasmado con esta
visita. Es un sueño hecho realidad.
Has tocado en todos los
formatos imaginarios: power tríos, cuartetos de jazz-rock, grandes
orquestas. ¿Qué podés decirnos de la Big Blues Band con la que tocarás
aquí?
Estamos juntos desde hace dos años, tocando mucho en
Europa. Pienso que están entre los mejores músicos jóvenes que ha dado
Gran Bretaña en los últimos tiempos. Además de grandes instrumentistas
tienen un gran entusiasmo. Debo decir que hacemos un buen ruido
juntos...