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jueves, 3 de noviembre de 2011

KENNY WERNER TRIO: GRAN ACTUACION EN BUENOS AIRES.


TRES TALENTOS  WERNER, JOHANNES WEINDENMULLER Y EL BATERISTA ARI HOENING.

TRES TALENTOS WERNER, JOHANNES WEINDENMULLER Y EL BATERISTA ARI HOENING.
La delicadeza de un verdadero maestro
 Tras casi dos horas de música en el Coliseo, hasta los espectadores casuales deben haber salido conversos ante los talentos del pianista Kenny Werner, el contrabajista Johannes Weindenmuller y el baterista Ari Hoening. Anteayer abrieron la nueva edición del festival Buenos Aires Jazz, creado en 2002 (no en 2008, como dice el programa). Ajeno a esa distorsión, el organizador Adrián Iaies trae al país artistas como Werner que de otra forma no vendrían, por no ser conocidos fuera del circuito de entendidos y a la falta de riesgo por parte de los productores locales.Werner, quien tuvo años de estudio de piano clásico antes de acercarse al jazz, deja notar esa formación no sólo en el manejo armónico y en el toque delicado -como en su arreglo del estándar If I Should Lose You , con el que comenzaron el set creando un microclima de pequeño club, o en sus pianissimi durante los solos de sus compañeros- sino también en su propia escritura - Beauty Secrets , por ejemplo- y en la elección del repertorio. En esa aproximación blanca y europea al jazz, Werner tiene un punto en común con Dave Brubeck, de quien hizo una juguetona In Your Own Sweet Way, exponiendo el tema al unísono con Weindenmuller, quien tocaba pizzicatto en el puente del instrumento.La Siciliana de una de las sonatas para flauta y clavicordio de Bach fue interpretada sin caer en el híbrido, aprovechando algunas libertades inherentes del jazz, en especial en el trabajo de Hoening. Ayer, él y Weindenmuller dieron en el Café Vinilo una clínica sobre polirritmia, pero Hoening bien podría haber disertado sobre matices. Incansable como comentarista del trabajo de Werner sin nunca distraer, Hoening alternaba dentro de un mismo tema palillos, escobillas, mazas y sus propias manos, aprovechaba hasta los fierros de su kit, y junto al contrabajista entraban y salía de distintos ritmos con total naturalidad.A este trío no alcanza con escucharlo. Hay que verlo, observar cómo Werner y Hoening están pendientes uno del otro para organizar momentos espontáneos de call & response , con Weindenmuller en el medio siempre dispuesto a seguirlos en lo que sea, incluso cuando un entusiasmado Werner -quien ayer dio un recital solista en el teatro Regio- seguía agregando temas a la lista; mirar cómo juegan con la velocidad de los tempos, como en Peace de Horace Silver, donde iban acelerando a medida que avanzaba una frase en la mano izquierda de Werner. Comentando sobre la reunión del trío después de unos años de inactividad, Werner dijo que le costaba encontrar gente que tocase así. No era una frase hecha.Los que se fueron antes del bis se perdieron una lectura de Tears In Heaven (Clapton), apegada al original a excepción de un breve solo de Weindenmuller y un sencillo juego de Werner en el registro agudo al final; versión debutada en 2000 que para el pianista debe haber cobrado un nuevo significado en 2007, tras la pérdida de su hija. Un sentido final para una presentación excelente.
Por Pablo S. Alonso

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