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viernes, 23 de marzo de 2012

JELLO BIAFRA, UNA LEYENDA DE LA ESCENA CONTESTATARIA ESTADOUNIDENSE.


 

“Debemos poner a la gente a reírse de las corporaciones”

 

Pasaron varios años desde la explosión que significó Dead Kennedys, pero Biafra no ha perdido el filo. Y, según cuenta, aprendió algunas cosas sobre el arte de no dejarse atraer “por cadenas como CNN, que te torna cada vez más estúpido si la ves”.


Por Ana Asseo de Choch

Su disco más reciente, The Audacity of Hype, lo encuentra girando con su actual banda, The Guantanamo School of Medicine. Desde sus letras, todo en Jello Biafra es rebelión y cuestionamiento. “No puedo creer que la mayoría de la gente con la que hablé en Buenos Aires no conoce la Patagonia”, se lamenta. “¿Cómo es posible que no haya trenes recorriendo todo el país?” Parece estar más informado sobre la Argentina que más de un habitante local. “Aún no pudimos hacer lo mismo que ustedes, metiendo presa a gente como Videla. Y el problema es que muchos de nuestros políticos, como Ron Paul, se esconden detrás de leyes para legalizar las drogas o sacar las tropas de Afganistán, y los jóvenes los encuentran tan cool. Y en verdad, son tan racistas como el National Front europeo, y tienen a Obama y los suyos muertos de miedo.” Se define como un viejo anarquista que hoy comulga con gran parte de las ideas socialistas. Esta noche a las 21, en Niceto (Niceto Vega 5510), los porteños tendrán la posibilidad no sólo de ver a Jello Biafra and the GSM explotando en vivo, sino también de pensar si quieren empezar a formar parte de este glorioso estado de insurrección.

–¿Imaginan los estadounidenses a Sudamérica como una selva atestada de enfermedades mortales?

–Odio decirlo, pero puede que tenga razón, porque las noticias están tan censuradas en mi país que incluso cadenas como la CNN, que la gente aún cree que es una buena cadena de noticias, en realidad te torna cada vez más estúpido si la ves. Yo ahora la llamo “Corporate Cartoon McNews” (“Dibujo Animado Corporativo MacNoticias”). Algo que viene sucediendo durante los últimos treinta años, como mínimo, es que todo tipo de cadenas fue adquirida por grandes corporaciones, que entonces obtienen el control editorial sobre los contenidos, en pos de dirigirlos hacia su propio rédito económico. Pero también, cuando estas corporaciones de medios arrancaron, su actitud fue “No vamos a gastar plata en un departamento de noticias de calidad que haga profundas investigaciones. Sólo queremos hacer dinero”. Entonces, una de las cosas que hicieron fue cerrar todos los departamentos de noticias extranjeras, por lo que hay cada vez menos y menos reportes llegando de otros países... excepto si hay un terremoto, una guerra o algo así. Así que la mayor parte de los norteamericanos no tiene mucha idea acerca de nada de ningún otro país. Y, a su vez, el sistema educativo se tornó tan malo, porque justamente es ese mismo tipo de gente ocupándose de los presupuestos educativos, que muchos no ubican Argentina ni Sudamérica en el mapa; ni hablemos de que ubiquen sus estados. Y no bromeo.

–¿Es votar hoy, en Estados Unidos, casi una forma de insurrección?

–Me gustan muchos tipos de protesta. Creo en una insurrección en las calles, no violenta. En insurrección en los padrones. Y, también, en insurrección en cómo gastamos la plata. Yo no como en McDonald’s desde hace 30 años. Trato de darle la menor cantidad posible de dinero a los predadores corporativos globales, a las grandes cadenas de supermercados; cosas así. Nadie puede hacerlo en un 100%, excepto que se quiera ir a vivir a la selva y no hablar con nadie nunca más. Pero creo que es importante prestar atención, incluso si lo único que tenés son dibujitos animados que se mueven por la plata, es muy importante controlar quién es el intendente, quién el gobernador, quién lleva adelante la escuela, la universidad; quién va a decidir si usará el presupuesto en hacer una cancha de golf para los ricos en vez de techo para los pobres. Y qué es más importante: construir un estadio de fútbol o construir sistemas de trenes.

–Tomar conciencia...

–Tenés que parar y pensar: “A ver, la plata se junta con los impuestos. ¿Quién está a cargo de invertir esa plata?” Mucho dinero se queda en los gobiernos, que son tan corruptos que no la reinvierten en la gente. Incluso tenemos el referéndum, que permite votar por leyes específicas, por sí o por no, en determinado estado o ciudad. Pero tan poca gente presta atención a las competencias locales y a esos referendos, que cuando gente como yo participa tenemos muchas más posibilidades de meter buena gente y buenas leyes. Si no nos presentamos, no podemos lograr buenas leyes como marihuana medicinal, casamiento gay y demás. En cambio, triunfan leyes anti-inmigración, leyes del tipo “pasar el resto de tu vida en la cárcel por robarte una caja de cerveza”, leyes antidrogas terribles, etcétera. Es fundamental prestar atención a estas cosas. Yo dejé de votar por años, porque estaba harto del mismo juego de “elegí qué corrupto republicano querés”. Pero gente como Frank Zappa me metió de nuevo en eso, diciendo “No; prestá atención a las elecciones locales. Podemos hacer una diferencia, y no vamos a lograr nunca más estar arriba si no empezamos desde abajo”.

–¿Cómo se enfrenta el control de información e identidad?

–Creo que parte de la forma de rebelarse es, como individuo, enseñar alfabetismo de medios (media literacy) a cada uno que conozcas. La gente no debería graduarse de la escuela sin tener antes una clase de alfabetismo de medios, que hoy no tienen. Los padres necesitan enseñarles a los hijos, los chicos a sus padres, y todos necesitan enseñarles a sus amigos. Si lo único que sale de la TV es bosta, y lo mismo sale en Internet y en los diarios, planteáselo a otra gente. Ponelos a reír de todo eso junto a vos. Y una vez que esa revolución explote, la gente nunca va a volver a creer en los medios corporativos. En mi familia, si algo como la maldita guerra de Vietnam aparecía en la tele –ese tipo de imágenes que hoy ya no se muestran–, nos dejaban verlo. No decían “Pobrecitos, saquemos eso”. Se nos planteaba a mí y a mi hermana el tema de la guerra y su significado, desde que éramos muy chiquitos.

–Le despertaron la conciencia.

–Yo ya tenía opiniones formadas sobre racismo, guerra, brutalidad policíaca, corrupción, ambientalismo; de todo. Y además, mi padre se volvía loco de bronca o se mataba de risa cuando aparecían las propagandas. Y después, siempre me decía cosas como “Mirá, hijo; ¿ves esa mujer saltando, que trata de venderte un jabón para la ropa? En realidad no está excitada por el jabón. Es sólo una actriz; la contrató una corporación para venderte ese jabón y probablemente ni debe ser buen jabón”. Así que enseguida apliqué el detector de bosta frente a la escuela, frente a las noticias; incluso frente a mis padres, que no se esperaban que también los cuestionara a ellos, pero ahora nos llevamos bien. Pero me hizo una mejor persona. Y estoy muy agradecido por eso. A eso me refiero con “alfabetismo de medios”: cada cual debería ayudar al resto a desarrollar cada vez mejores detectores de bosta.

–Viene a la Argentina con una nueva banda, ¿qué tal suena?

–Con los dos guitarristas (Ralph Spight y Kimo Ball) es muy bueno ver cómo no hay competencia. Ralph (el de pelo corto), que es el que por lo general tiene la guitarra de blues, o la Les Paul, fue quien sugirió traer a Kimo, el otro guitarrista, desde el principio. Sabía que yo quería dos guitarras, y él quería a Kimo a toda costa. Así que Kimo dice que él y Ralph tienen una relación telepática, porque son tan amigos y tocaron tantas veces juntos. Andrew Weiss sigue en el bajo y tenemos un nuevo baterista: Paul Della Pelle, que viene de la escena del hardcore punk y perteneció a míticas bandas. Seguramente esta noche toquemos algunas canciones de los Dead Kennedys, pero como ya estuvimos en Buenos Aires, calculo que tocaremos más canciones de la GSM.

Eric Boucher

 


Eric Boucher nació en California en 1958, aunque parezca de 40. En los años de tocar junto a Dead Kennedys (donde popularizó canciones como “Kill the poor” y “Let’s lynch the landlord”), no sólo fue telonero de The Clash: sacó más de una decena de discos, tocó en grandes estadios y enfrentó a Tipper Gore (activista conservadora de principios de los ’80) en sitios como el show de Oprah Winfrey. Pero Jello Biafra es mucho más que eso. Habituado a la conciencia social desde pequeño –sus padres tenían la habilidad de formar opiniones propias–, Jello se convirtió en un compenetrado hippy primero, para ser después un muy compenetrado punk. Rey de la ironía, se hizo reconocido popularmente en todo Estados Unidos no sólo por su música, sino también por su agudo criticismo al deber ser norteamericano y su gran sentido del humor. Desde la época de Reagan, fue también acérrimo opositor de los Bush, sin comprender hoy cómo ellos, junto con Donald Rumsfeld o Dick Cheney, no son genocidas tras las rejas. Maestro en el arte de la desobediencia civil, se candidateó a intendente de San Francisco, elección que lo arrojó cuarto entre diez candidatos.

La vida virtual no es vida


Este músico y activista político representa una forma de entender la realidad en que la participación es crucial, y lo es también la habilidad de pensar por cuenta propia. En sus concurridas charlas en universidades, tiendas independientes de discos o con movimientos ambientalistas –del brazo de su Green Party–, Biafra habla sobre un nuevo feudalismo y sobre los paradigmas a los que se enfrenta la sociedad, alejados de aquellos empolvados libros con fórmulas de siglos pasados. Y hay muchas maneras de dar batalla en pos de la autodeterminación. Analizar críticamente lo que dictan los medios de comunicación, dar el menor dinero posible a las corporaciones explotadoras, resistir desde las pequeñas comunidades –llevando adelante actividades contra el dominio de un mercado monstruoso–. Incluir la autogestión, la solidaridad, la discusión e información, el autocultivo, etcétera. Requiere más trabajo, ya que siempre es más fácil comprar algo sin detenerse a averiguar si la marca en cuestión emplea a gente trabajando en condiciones infrahumanas. Pero educarse y resistir es la única manera de lograr un cambio. “Encerrarse en un departamento creyendo que se cambia el mundo desde un muro de Facebook sin comunicarse con amigos de carne y hueso no es el camino”, explica. “Y, además, no es vida.”


2 comentarios:

Anónimo dijo...

esa! qué bueno que les interesó la nota! fue un honor hacerla. en mi canal anitasseo de youtube está el audio. fue por fono! mis saludos, ana (aneeta)

Unknown dijo...

No gracias a vos Ana!! Muy buena la nota !!