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jueves, 9 de junio de 2011

¿ESCULTOR O LUTHIER? Paul Fuchs construye, toca y exhibe extraños instrumentos.




El metal en general es sinónimo de estruendo. Sin embargo, en su chacra situada en el sudoeste de Toscana, el escultor y músico alemán Paul Fuchs, de 74 años, cultiva el Giardino dei Suoni, su Jardín de los Sonidos.

Sus delgadas abstracciones de acero y bronce que pesan toneladas ­"The Long I", "Cut Out", "0 + 1"­ marcan el paisaje como pinceladas rápidas y garabatos trazados por la pluma de un titán. Con alturas de hasta 30 metros, capturan el movimiento del aire y generan la más suave de las músicas.

"Lo que quiero es que las cosas pesadas sean livianas", dijo Fuchs. "Eso a su vez me hace muy difícil la vida".

Aparte de la vivienda principal, un establo para los caballos y un taller que a veces funciona como galería, su complejo tiene un granero repleto de instrumentos increíbles: una placa para percusión; un conjunto suspendido de bloques de madera ahuecados; campanas de todo tipo, batidores y palos.

Hay también generadores de sonido motorizados, uno equipado con botas de goma resistentes.

Formado como herrero y luego como artista, Fuchs evolucionó hasta convertirse en músico sin una carrera formal. "El ritmo del martillo sobre el hierro, el mero trabajo físico, siempre fue música para mí", dijo.

Los días que puede, toca para su propio placer. Tours privados por los jardines, realizados para grupos de ocho personas o más (sólo con reservas en paul.fuchs@tiscalinet.it) también ofrecen actuaciones.

"De chico, dijo Fuchs, quería estudiar violín pero mis manos no estaban hechas para eso. Trabajando con el metal, nunca pude amoldarlas a los instrumentos convencionales. Hice trompetas para otros músicos y también trompas de cobre, madera y bronce que yo mismo podía tocar; tubos y conos escultóricos simples que generaban sonidos increíbles. Todavía los toco".

Agregó: "Nunca copié cosas que ya existían. Los instrumentos no eran nunca indios o turcos o europeos. No me preocupó nunca tocar la obertura de una ópera. Quería que mi respiración saliera como sonido".

Si Wagner pudo soñar una tuba Wagner, ¿por qué no podía haber trompas Fuchs, un bajo Fuchs y un arpa Fuchs? Originalmente desarrollada a pedido de un terapeuta musical, el impresionante "Ballastsaiten" (cuerdas con pesas) se incorporó de inmediato a la parafernalia de Fuchs. Consiste en cuerdas a las que se sujetan pesas y una cabeza de tambor que resuena cuando se rozan o se pulsan las cuerdas. Fuchs también ha desarrollado una suerte de xilofón de hombre de las cavernas en chapas de granito cuidadosamente seleccionadas.

Fuchs ha colaborado con músicos clásicos así como también con artistas más folclóricos, como el flautista indio estadounidense R. Carlos Nakai. "Paul me intrigó", dijo Nakai. "Escuché los sonidos que hacía y pensé: `Esto es realmente especial’." Fuchs lo invitó a hacer una gira por Alemania Occidental en 1988.

Pamela Hyde-Nakai, la mujer de Nakai, recuerda la experiencia.

"Viajábamos en un camión de plataforma, con todo el material atrás y cada vez que debíamos actuar, Paul tenía que descargar todo", dijo.

"Era grande y pesado.

Fue la forma más incómoda de montar un espectáculo que he visto en mi vida. Esa era la aventura".

Para Fuchs, el pedigrí musical de un colaborador no tiene, en un nivel, ninguna importancia. "Los únicos que pueden ser compañeros míos son personas que piensan más allá de la música", dijo. "En este momento, estoy trabajando mucho con Hariolf Schlichtig, el intérprete de viola del Cuarteto de Cuerdas Cherubini y profesor en la Hochschule für Musik und Theater de Munich.

Cuando hace poco un pianista de concierto le preguntó si se consideraba un músico, Fuchs dijo que le respondió: "No como lo es usted. No tengo 24 teclas en mi bolsillo y todas las armonías que las acompañan. Pero hago música y usted también hace música".

Agregó: "¿Soy un músico o un artista del sonido? A decir verdad, no me importa".

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