Isabel Vargas Lizano, conocida artísticamente como Chavela Vargas (San Joaquín de Flores, Costa Rica, 17 de abril de 1919 - Cuernavaca, México, 5 de agosto de 2012), fue una cantante mexicana. Se la considera una de las figuras principales y más peculiares de la música ranchera y fue pionera de este género entre las intérpretes femeninas.
Biografía
El nombre de Chavela Vargas se asocia a México y a su cultura, pero en realidad ella nació en Costa Rica: en San Joaquín de Flores, hija de Francisco Vargas y Herminia Lizano. Fue bautizada en la Parroquia de Guadalupe dos meses después, el 15 de julio de 1919, con el nombre María Isabel Anita Carmen de Jesús. Tuvo una infancia difícil: sus padres se divorciaron y se desentendieron de ella, dejándola al cuidado de unos tíos, y sufrió poliomielitis. En México, país del que obtuvo la nacionalidad, residió por más de siete décadas y allí falleció.
Chavela destacó en el género de la canción ranchera no solamente por su manera personal de interpretar, sino también porque fue una pionera. La ranchera es un género musical muy masculino y sensual, cantado generalmente por hombres con el acompañamiento de mariachis. Chavela cantaba sola, con apenas una guitarra y voz grave, canciones propias de hombres sobre su deseo por las mujeres. En ocasiones, rebajaba el ritmo de las melodías. De este modo, teñía de más desgarro y dramatismo canciones que otros entendían como pícaras o de humor. Fue un personaje a contracorriente desde joven: vestía como un hombre, fumaba tabaco, bebía mucho, llevaba pistola y era reconocida por su característico gabán rojo. Sus apetencias sexuales eran conocidas y recibía insultos por la calle cuando se paseaba fumando en su automóvil («maricona» la llamaban), pero no habló al respecto hasta la vejez. A los 81 años, en una entrevista para la televisión colombiana en el año 2000, expresó abiertamente que era lesbiana.2 En otra ocasión afirmó haber amado mucho, pero añadió que estos temas eran íntimos y se los reservaba para ella.
Chavela Vargas se trasladó a México cuando tenía 17 años y posteriormente adoptó la nacionalidad mexicana. Durante muchos años cantó en las calles a cambio de unas monedas hasta que a los treinta se hizo cantante profesional, de la mano de José Alfredo Jiménez, cantante y compositor de sus mayores éxitos. Cuentan que cuando Jiménez falleció, Chavela acudió a su velatorio y se desplomó cantando y llorando borracha. Cuando varias personas intentaron apartarla, la viuda de Jiménez las detuvo: «Déjenla, que está sufriendo tanto como yo».
A finales de los años cincuenta empezó a hacerse popular, en parte gracias a sus actuaciones en Acapulco, meca del turismo internacional. Allí actuaba en la sala Champagne Room del restaurante La Perla. Actuó en la fiesta nupcial de Elizabeth Taylor y Mike Todd, a la que acudieron famosos como Cantinflas, Debbie Reynolds y su entonces marido Eddie Fisher. En aquella época Chavela conoció a Ava Gardner, Rock Hudson y Grace Kelly. Trabó una estrecha amistad con los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo, que la alojaron en su casa. Se rumorea que tuvo una aventura con Frida, pero nunca dio muchos detalles. Sí confesó que se sintió atraída por ella. En su larga vida también conoció a Picasso y al escritor Carlos Fuentes.
Su primer álbum fue publicado en 1961 y desde entonces ha grabado más de ochenta discos. Se retiró a finales de los años setenta y durante años no se supo nada de ella, llegando a decirse que había muerto. Reconoció sus problemas con el alcoholismo, que consiguió superar, y regresó en 1991. No volvió a beber en sus últimos veinte años y se mantuvo fuerte hasta el final. Hacía ejercicio con regularidad, levantaba pesas, y cumplidos 80 años se echó en paracaídas.
Chavela debe parte de su fama a su aparición en varias películas de éxito, bien mediante canciones suyas incluidas en ellas o incluso interpretándolas en persona. Werner Herzog la incluyó, interpretando a una nativa, en su película Grito de piedra (1991). El director español Pedro Almodóvar fue uno de sus primeros difusores y contribuyó a su arraigo popular en España al incluir canciones suyas en varios de sus filmes, como Tacones lejanos; alcanzó importante éxito su canción "Piensa en mí" (compuesta por Agustín Lara) en la voz de Luz Casal. Chavela apareció después en la película de Julie Taymor, Frida, cantando sus clásicos "La llorona" y "Paloma negra", y también apareció en Babel, la multipremiada película de Alejandro González Iñárritu, cantando "Tú me acostumbraste", bolero de Frank Domínguez.
Fue muy sonada la aparición de Chavela en la Sala Caracol de Madrid, en 1993. En una ocasión, Rocío Jurado la vio cantar y le gritó: «¡Viva tú!». Gracias a sus actuaciones en España recobró estimación y pudo hacer giras por varios países. Joaquín Sabina compuso en su honor, en 1994, una de sus canciones más conocidas: "Por el bulevar de los sueños rotos".
La relación de Chavela con México fue agridulce; hasta edad madura no se le permitió actuar en televisión o teatros públicos y labró su fama con actuaciones en pequeños locales, siendo por tanto una figura de culto. Su éxito en España, en parte gracias al apoyo de Almodóvar, le permitió actuar en el mítico Teatro Olympia de París. Allí acudieron a verla Almodóvar y la actriz francesa Jeanne Moreau, quien no sabía hablar español pero le dijo a Almodóvar: «No hace falta que me traduzcas lo que canta, porque la entiendo perfectamente».
En 2004, a la edad de 85 años, presentó el disco En Carnegie Hall. En estos años la colaboración de su guitarrista Luis Manuel Guarneros Marcué fue de gran importancia. Este gran guitarrista fue en su momento uno de los guitarristas mexicanos de Alfredo Zitarrosa (en el exilio). Por su maestría y gran talento Manuel Guarneros era capaz de seguir tonalmente a Chavela acompañando el estilo más que la voz.
Sus últimos años los vivió en Tepoztlán (Morelos), a las faldas del cerro del Tepozteco, con quien ella decía platicar todas las mañanas.
Durante 2009, con motivo de su 90 aniversario, el Gobierno de la Ciudad de México le rindió un homenaje nombrándola ciudadana distinguida. A este evento concurrieron, de manera presencial y a través de video, múltiples personalidades del ámbito artístico, cultural y periodístico de Iberoamérica, entre los que se cuentan la cantautora Julieta Venegas, la intérprete Eugenia León, el escritor Carlos Monsiváis, la periodista Carmen Aristegui y sus amigos Joaquín Sabina y Pedro Almodóvar.
Concierto de Chavela Vargas en 2006, Madrid (España).
En diciembre de 2009, en coautoría con María Cortina, se presentó el libro Las verdades de Chavela, que narra a modo de entrevista, los acontecimientos más trascendentes de la vida de Chavela Vargas. En abril de 2010, a los 91 años de edad, presentó su más reciente material discográfico: Por mi culpa. En el incluyó dúos con sus grandes amigos: Eugenia León, Lila Downs, Joaquín Sabina, La Negra Chagra y Mario Ávila.
En octubre de 2010 se presentó, en el marco de la Feria Internacional del Libro de la Ciudad de México, en un concierto junto con la Negra Chagra y logró reunir en el Zócalo de la ciudad a centenares de personas para el relanzamiento de su libro y disco.
En abril de 2012, con 93 años de edad, lanzó su disco-libro Luna grande, donde revivió, a modo de homenaje, relevantes poemas del escritor español Federico García Lorca y repasa algunos de sus mayores éxitos. En julio del mismo año viajó a España para presentar su último disco en un recital en la Residencia de estudiantes de Madrid. Fue su última actuación. Dos días después, el 12 de julio, fue hospitalizada en dicha ciudad por un cuadro de fatiga5 . Se recuperó y emprendió viaje de regreso a México, sabiendo que le quedaba poco tiempo.
Fallecimiento
El 30 de julio de 2012 fue internada en el hospital Inovamed de la ciudad mexicana de Cuernavaca, con problemas crónicos en corazón, pulmones y riñones, esto tras el viaje a España, no quiso ser entubada ya que ella quería tener una muerte natural, se le preguntó que si se arrepentía de haber hecho ese viaje a lo que respondió: "Yo sabía perfectamente bien cuáles eran los costos, y claro que valió la pena. Le dije adiós a Federico, les dije adiós a mis amigos y le dije adiós a España. Y ahora vengo a morir a mi país."
El 5 de agosto de 2012 se dio a conocer su fallecimiento a traves de su Twitter Oficial.
Pienso que sí me eternizaré. Pasará el tiempo y hablarán de mí una tarde en Buenos Aires. Cuando un día empiece a llover, les saldrá una lágrima, será una chavelacita muy chiquita.
Chavela Vargas, en 2004, en ocasión de despedirse del público argentino
“Ella hizo del abandono una catedral”
Los homenajes en Ciudad de México son sólo una de
las múltiples facetas del adiós a una artista irrepetible. Pedro
Almodóvar, Joaquín Sabina, Jorge Drexler, Diego Torres, Alejandro Sanz,
Lila Downs y Eugenia León fueron algunos de los que la despidieron.
Amigos,
familiares y colegas le dieron el último adiós a la inolvidable Chavela
Vargas. Los restos de la cantante fallecida anteayer, a sus 93 años,
arribaron el domingo a una casa funeraria de Ciudad de México, desde
donde fueron trasladados ayer para rendirle una serie de tributos
póstumos en la tradicional Plaza de Garibaldi y el Palacio de Bellas
Artes. Además, las autoridades mexicanas le ofrecieron un tributo en el
corazón del DF. El cuerpo de la artista será incinerado y las cenizas
serán esparcidas como ella quiso en su amado Tepoztlán, un bello poblado
ubicado en el estado de Morelos.
Ayer, el cineasta Pedro Almodóvar, uno de sus más fervientes
admiradores, abrió las despedidas a su amiga con una dedicatoria
titulada “Adiós, volcán”: “Chavela hizo del abandono y la desolación una
catedral en la que cabíamos todos y de la que se salía reconciliado con
los propios errores”, escribió Almodóvar, quien consideró que la
cantante “cambió hasta tal punto el compás original que de una canción
pizpireta y bailable (“Piensa en mí”) se convirtió en un fado o una nana
dolorida”. El cineasta consideró que “ningún ser vivo cantó con el
debido desgarro al genial José Alfredo Jiménez como lo hizo Chavela”.
Almodóvar contó que en su última visita a Madrid, en julio pasado,
durante una cena le preguntaron a Vargas si olvidaba las letras de sus
canciones y ella respondió: “A veces, pero siempre acabo donde debo”.
“Me tatuaría esa frase en su honor”, subrayó el cineasta.Por su parte, Jorge Drexler también le dedicó algunas palabras. “Vibró experto el fogonazo/ Entre tus brazos abiertos/ Lo cierto es que hiciste escuela!/ Mi semiespinela brinda/ Por la más linda: Chavela!”. Y el madrileño Ismael Serrano parafraseó célebres versos: “Se fue Chavela. Quiero tomar esta botella contigo. En el último trago nos vamos. Quiero ver a qué sabe tu olvido sin poner en mis ojos tus manos”. “Se me torció el alma. Adiós, Chavela. Bonito viaje nos dejaste maestra. Vuela Señorona y hasta siempre Chavela”, escribió en su cuenta de Twitter Alejandro Sanz. Lo mismo hizo el argentino Diego Torres: “A los 93 años se apagó la Gran Chavela Vargas, un icono de la música latinoamericana. Su legado es enorme y su huella quedará en el tiempo”.
En una carta publicada en el perfil oficial de Chavela en Facebook, Joaquín Sabina lamentó el fallecimiento de la cantante. “Se nos fue, escuché. Y me cogió un llanto irreparable. Lo que nunca me había sucedido”, escribió el cantautor bajo el título “Quién pudiera reír como llora ella”. “Con su desaparición, se pierde una manera de cantar llorando, un quejío inigualable, una expresividad fuera de lo común. Unos cojones y unos ovarios nunca vistos en la música popular desde la muerte de Roberto Goyeneche”, aseguró el cantautor que le rindió tributo en la canción “Por el boulevard de los sueños rotos”.
Las cantantes mexicanas Lila Downs y Eugenia León participaron ayer en la Plaza de Garibaldi de la despedida a Chavela. “No se planeó ningún discurso, sino una despedida como ella misma hubiese querido: con música –dijo Roberto Perea, portavoz de la Secretaría de Cultura del Distrito Federal–. Fue un homenaje de cuerpo presente, en la parte central de la plaza, para que también el público, la gente, sus admiradores, pudieran acercarse”, indicó Perea. El acto fue concebido para que la gente pueda dar allí el último adiós a la cantante. Según Perea, el evento se justifica sobre todo porque Vargas “siempre tuvo una relación muy estrecha con la Ciudad de México”.
La cantante mexicana Paulina Rubio también se despidió: “Chavela Vargas, has venido a morir a tu México! Tu música sigue viva por siempre”. Y el cantante español Dani Martín, líder de El Canto del Loco, subió a Internet un enlace a un video que muestra fotos de Sabina y Chavela Vargas cantando “Noches de boda”, un tema del disco 19 días y 500 noches.
LA LUNA GRANDE, EL ULTIMO LEGADO DE CHAVELA VARGAS
En la despedida estuvo Lorca
El CD incluye 16 poemas del poeta granadino, más dos
canciones concebidas por Chavela, a modo de homenaje: “Angel que no
vela” y “¿Qué hicieron con tu muerte?”. A diferencia de otros discos
tormentosos, este es un trabajo sutil y sosegado.
Por Cristian Vitale
No
hubo manera de torcer su voluntad. Chavela sabía que se moría, pero
desoyó cualquier sugerencia que no tuviera que ver con los deseos
indómitos de su alma. Chavela tenía que viajar a Madrid. Tenía que
despedirse de Federico García Lorca. Debía ofrendarle los últimos
jirones de su voz. Llevaba un disco, el último entre los casi 80 que
poblaron su pasado. Se llamaba La luna grande y constaba de 16 poemas
del vate de Granada asesinado por el franquismo en 1936, moldeados por
su ríspida voz, más dos concebidos por ella, en homenaje: “Angel que no
vela” y “¿Qué hicieron con tu muerte?”. Uno que le hablaba a la bella
Granada con música de Agustín Lara y otro que ascendía a aquel poeta a
pedestal de estrella. No del business, obvio, sino como efecto de un
clavel “reventado” que abre una brecha para llegar a él, en su propio
cielo. “Extiende la mano / y enséñame algo de tu vida / y de tu muerte /
que nadie sabe qué hicieron con ella”, implora la hechicera, buscando
exorcizar, tal vez, la última pena de su vida.
No es este disco, recientemente publicado en Argentina a través de Aqcua Records, el áspero torrente de emociones que significaron otros en el largo viaje de Chavela a sus entrañas. No representa el grito primal en forma de rancheras y boleros que pintan las épocas de Macorina. Es, más bien, un trabajo sutil y sosegado. Un remanso de guitarras suaves, apenas cortado por su decir profundo, vital y arrastrado, que acompaña en las alturas las honduras de Lorca. Una finísima obra que expresa la libertad y rebeldía de la cantora nacida en Costa Rica, sí, pero en forma de paz mansa. De sutiles muecas que derriban las fronteras entre la vida y la muerte, precisamente cuando se enfrentan con ellas. Cualquier pieza que se escuche (“Noche del amor insomne”, “Las manos de mi cariño”, “El cielo tiene jardines” o “Romance de la pena negra”) dirá de esos existencialismos que, tratándose de Lorca y la Chavela, parecen fluir de la misma fuente. Y ahora, del mismo lugar.