La banda de Kevin Barnes debería estar de gira presentando su décimo trabajo llamado False Priest, pero su hiperactividad lo llevó a mostrar el EP thecontrollersphere, con “restos” de su disco anterior. Restos de una explosión.
Por Yumber Vera Rojas
Si Barcelona fue gracias al San Miguel Primavera Sound 2011 el lugar de las fantasías de la música independiente mundial, Kevin Barnes vendría siendo una especie de Walt Disney para el movimiento. Y es que el líder de Of Montreal es un maravilloso alquimista de ilusiones capaz de hacer de un recital una gran kermesse y de cruzar en una canción al Syd Barret más empastillado con los Bee Gees desesperados por discotequear. La banda creada en la ciudad de Athens, en 1996, y componente del colectivo Elephant 6, del que forman parte agrupaciones conceptualmente afines como The Apples in Stereo, The Olivia Tremor Control y Elf Power, renovó su estética sonora, tras cabalgar en el twee pop y absorber el imaginario Lo Fi en sus inicios, a partir de la aparición del fabuloso Satanic Panic in the Attic (2004). No obstante, abrazó la popularidad una vez que puso el pie en la pista de baile con el fabuloso Hissing Fauna, Are You Destroyer? (2007). Ahora debería encontrarse de gira presentando su décimo trabajo de larga duración, False Priest (2010), pero su hiperactividad es tal que en realidad está viajando alrededor del mundo mostrando el EP thecontrollersphere, publicado en abril y que contiene varios temas que no ingresaron en su último álbum.
El vocalista y guitarrista de la agrupación, al que se le ocurrió el nombre de su combinado mientras se refería a la fallida relación sentimental que mantuvo con una chica de Montreal, la ciudad canadiense, acaba de aparecer por la rampa del área de prensa del Parc del Fòrum, antes de su actuación en el evento –posteriormente una de las mejores performances de la primera fecha del festival, que hasta incluyó luchadores libres en escena–, para dialogar cara a cara con este cronista. Escondido tras unos anteojos de sol a-lo-Elton John en su etapa glam y cubierto por una boina gris con un corazón rojo en su lado derecho, se sienta bajo una lona que protege a un conjunto de mesas del sol de las seis de la tarde. El rey del music-hall en tiempos de indie, el mismo que se convirtió en una figura de peso para los MGMT, estuvo a punto de viajar a la Argentina a fines del año pasado para mostrar las consecuencias de su delirio. Pero al final no lo hizo. “Es muy costoso trasladarnos. Somos un equipo muy grande conformado por ocho músicos, por artistas performáticos y técnicos. Es una producción ambiciosa”, explica Barnes. “Nos encantaría ir, lo hemos pensado. Sin embargo, necesitaríamos ser convocados para participar en un festival. Necesitamos a alguien que nos invite y financie el viaje.”
–Aunque thecontrollersphere se desprende de False Priest, representa un sonido más ruidoso en comparación con lo que venían haciendo. ¿Hacia allá apuntará lo próximo de Of Montreal?
–Ciertamente es diferente de lo que hicimos antes. También es un poco cacofónico, con sonidos locos. No sé si vamos hacia allá. Por ahora es una suerte de experimento con ruidos.
–False Priest es un trabajo que sostiene la conjunción de R&B y psicodelia de sus últimos dos discos, pero quizá es el menos espabilado de la trilogía. ¿Cómo fue el armado en esta oportunidad?
–De la misma forma que siempre lo hacemos: comienzo en casa, yo sólo, creando las canciones. Pongo las cosas juntas, un instrumento a la vez. Escucho música. Para ese momento estaba muy interesado y tuve muchas influencias de Parliament, Funkadelic y de Sly and The Family Stone, así que estaba tratando de concebir algo como eso: libre y salvaje, pero a la vez un poco más vanguardista o más bien debería llamarlo intelectual. Algo que no fuera sólo funk, sino que tuviera un poco más de cerebro y cuerpo.
–No solés invitar a otros músicos a tus producciones, pero en esta oportunidad convocaste a Janelle Monae y a Solange Knowles, la hermana de Beyoncé. ¿Por qué lo hiciste?
–No lo sé. Es algo que sucedió. Me hice amigo de las dos mientras estaba trabajando en el disco. Todo lo hago sin una agenda predeterminada. Dejo que las cosas pasen orgánicamente, no tengo una visión o un plan. Así que esto no lo cuestiono mucho.
–Si bien el contenido lírico de las canciones de Of Montreal giran en torno de vos, ¿cuál fue el eje del último álbum?
–Hay mucho acerca de relaciones, cosas que vuelan en mi imaginación. Tengo una idea y la escribo. Pero no sé... Las ideas vienen de la vida.
–False Priest fue editado en casete en concordancia con la vuelta del formato. Al igual que sucedió con el vinilo, ¿suponés que se establecerá nuevamente?
–No... (risas).
–¿Qué motivó la transición del pop psicodélico de su primera etapa a un sonido más dance?
–Me metí en la música dance recientemente, hace cinco o seis años. Y descubrí que me divierto mucho haciéndola. Mis primeras grabaciones eran, en efecto, más pop psicodélicas, más conceptuales, y lo disfruté mucho. Pero me dieron ganas de hacer algo moderno. Es parte de la evolución. Realmente no sé por qué me gusta el dance, pero te aseguro que me gusta.
–¿Cómo perfeccionaron el componente estético de la banda?
–Queríamos que hubiera un elemento visual, por lo menos en el show. Sé lo poderosa que son las imágenes. Así que pasamos mucho tiempo desarrollándolas.
–Of Montreal fue concebida en Athens, el mismo lugar de donde salieron The B-52’s, R.E.M. y en tiempos recientes Drive-By Truckers, Danger Mouse y Bradford Cox, líder de los proyectos Deerhunter y Atlas Sound. ¿Podés explicar qué tiene esa ciudad de especial para que haya engendrado a tantos nombres importantes dentro la música independiente?
–No sé, es raro. Me mudé hace mucho tiempo a Athens. Ya no me acuerdo por qué vivo ahí. Hay algo allí que es un poco inspirador, pero de una forma extraña. Y la verdad es que no tiene mucho que ofrecer, tomando en cuenta que es una ciudad pequeña. Sin embargo, mucha gente interesante migró hasta ella y al final se quedó allá.
–¿Te copa el actual indie estadounidense?
–Creo que la escena indie está explotando. Hay bandas increíbles ahora mismo, mucho más que hace 10 años. Realmente no sé por qué. Supongo que tiene que ver con la accesibilidad a equipos de grabación. La gente puede hacer un disco con una laptop o un micrófono barato, y suena muy bien. Antes debías tener un presupuesto muy alto para reservar un estudio para hacer un disco, pero ahora cualquiera puede grabar un álbum por muy poco dinero. Nadie está limitado por las condiciones financieras. Eso es súper estimulante.
–¿Qué te parece la manera en que Barack Obama le dio muerte a Osama bin Laden?
–Tengo sentimientos encontrados. Era una persona jodida, y cuando alguien así muere no es trágico. Aunque igual no creo que nadie debería celebrar su muerte. Yo no lo hice, y me pareció un poco raro que la gente que lo festejó coreara “USA, USA”. Me dio un poco de asco. Sin embargo, yo no perdí a mis seres queridos en el 11-S. Así que creo entender el sentimiento de justicia que se aplicó. Hubiera sido mejor para él cambiar su posición y sus tácticas violentas antes que morir. Esa transformación habría influido en mucha gente, pero ahora ya no está más.
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