“HAY UNA FORMULA PARA CREAR UN HIT EN LA MUSICA POP, AUNQUE CAMBIA CADA MES Y NO ES FACIL DE LOGRAR”, DICE PAUL BANKS, NO SIN ANTES ASEGURAR QUE INTERPOL NO ABUSA DE ELLAS. Y AL FUTURO DE ESTADOS UNIDOS, DICE, SE LO VE NEGRO.
Por Yumber Vera Rojas
Ese sentimiento que se llevaba dentro y no podía parar tras la asunción de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos se encuentra en terapia inte nsiva. Y es que a pesar de que acabó la espera de 56 años de los Gigantes de San Francisco por obtener un título en el béisbol rentado norteamericano o de que el Columbus del Mellizo Barros Schelotto quedó fuera de las semifinales de la Major League Soccer a manos del Colorado Rapids del Piojo López, lo que conmociona e inquieta a la nación norteamericana hoy por hoy es que el Tea Party se apoderó de la Cámara de Representantes durante las recientes Elecciones Legislativas. De esta manera, la primavera demócrata fue castigada por una mayoría republicana tan ultraconservadora que ni los políticos más tradicionales del partido, entre ellos el mismísimo Míster Danger, desean en el fondo de sus rencorosos corazones que se les vincule con ella. El castigo, por supuesto, se debe a la ineficaz gestión económica del que fuera considerado el flamante redentor del Sueño Americano.
La alarma sobre el futuro que podría depararles a los estadounidenses, de cara a las elecciones de 2012, perturbó a todos aquellos que se declaran entusiastas del progresismo, incluso a los integrantes de un grupo que inicialmente pareciera estar bastante alejado del asunto político como Interpol. “La política ha sido un tema delicado en los Estados Unidos durante la última década. Me gusta Obama, y creo que ha sido la solución para un montón de problemas que afectan al país. Estoy convencido de que las situaciones de emergencia que hemos vivido pueden ser un estupendo estímulo para la gran renovación que esperamos todos. Así que no hay que entrar en pánico”, asegura Paul Banks, vocalista y guitarrista del conjunto neoyorquino. “Sin embargo, si bien no somos ajenos a estos tópicos, tratamos de que nuestras preferencias ideológicas no perjudiquen a la banda. Afortunadamente, la música puede existir fuera de todo eso. Es una expresión artística digna y útil, aunque a veces parezca nada más que una distracción sutil.”
Desde el pasado octubre, el sello argentino Ultrapop ubicó en las bateas locales el nuevo disco de Interpol: titulado igual que la agrupación, grabado en el legendario Electric Lady Studios y que precede a Our Love to Admire (2007), álbum que el entonces cuarteto presentó en un Teatro Gran Rex colmado en lo que fue su debut en Buenos Aires. “La pasamos muy bien en nuestra primera ocasión allá”, recuerda Daniel Kessler, guitarrista del combinado concebido en 1997. “Sabíamos de la buena reputación del público argentino, lo que comprobamos cuando salimos al escenario. Era una audiencia ante la que provocaba tocar.” A lo que Banks, en esta entrevista exclusiva para el NO con motivo del lanzamiento de la cuarta producción del grupo que encabeza, le inyecta color: “Pocas veces me encontré con gente tan copada como la que conocí allá. Además, la ciudad es fantástica. Su aire está impregnado por una sutil voluptuosidad y tiene mucho para ofrecer. Ni hablar del tango en las calles, que me pareció absolutamente hermoso”.
–¿Creen que con Our Love to Admire se sacaron finalmente la comparación con Joy Division, Bauhaus o The Sound que los persiguió desde sus inicios?
Daniel: –Las comparaciones están a la orden del día, especialmente cuando lanzás un disco. Estamos acostumbrados a los símiles con agrupaciones que nos antecedieron.
–El nuevo disco de Interpol evoca por momentos la impronta de su primera producción. ¿Esta vuelta al sonido de sus inicios representa el cierre de una etapa?
Daniel: –No estoy de acuerdo con que sea un regreso a la propuesta de Turn on the Bright Lights (2002). Me parece todo lo contrario. Nuestro nuevo álbum es un paso hacia adelante, pues evidencia el sonido característico de Interpol, pero al mismo tiempo denota una búsqueda.
Paul: –Tampoco coincido, pero creo que es un disco de rock bastante crudo. Alan Moulder (productor e ingeniero que trabajó con My Bloody Valentine, Depeche Mode y The Jesus & Mary Chain) hizo un gran trabajo en la mezcla y Sam (baterista de Interpol) atraviesa su mejor momento como músico.
–Los dos primeros sencillos del nuevo álbum, Lights y Barricade, exploran una oscuridad sonora bastante atípica en Interpol. ¿Cuál fue la búsqueda en esta oportunidad?
Paul: –Lights no fue concebido como un sencillo per se sino que se convirtió en el primer tema que empezamos a promocionar en nuestra página web antes de la aparición del álbum. Es sólo un tema profundo y oscuro que pensamos que nuestros fans podrían disfrutar. Por otra parte, el espíritu de Barricade es más de protesta y desafío. Esas son las emociones creativas que lo distinguen. En ese sentido, creo que es una canción más positiva que penumbrosa. De hecho es la más optimista del repertorio.
Daniel: –No considero que éste sea un disco oscuro. Lo pienso más como una producción emocional o pasional.
–Después de tres álbumes, ¿por qué llamaron al más reciente igual que el grupo?
Paul: –Porque suena definitivo. La música de este disco dice todo lo que tiene que decir. Si lo hubiésemos llamado de otra manera, el impacto habría sido diferente. Los nombres de los álbumes pueden parecer por momentos bastante simplistas. Soy de los que piensan que éstos deben ser funcionales, como si se trataran de señales de tránsito para el oyente.
Daniel: –La elección del título fue instintiva. Era lo correcto, lo que nos tocaba hacer. Era la forma y el momento para ratificar nuestro sonido.
–¿Cómo fue el proceso de grabación de Interpol?
Paul: –Se desarrolló sin problemas, pues todos compartimos el mismo compromiso con la música que hacemos. Nos tomamos el proceso creativo muy en serio. Queríamos decir muchas cosas como banda y nos organizamos mejor con respecto a experiencias anteriores. Así que el trabajo fue bastante racional.
–Este trabajo significó igualmente la salida de Carlos Dengler, bajista, tecladista y fundador del proyecto, tras la grabación del mismo. ¿A qué se debió su sorpresiva renuncia?
Daniel: –Fue una partida amistosa, quizá porque él estuvo con la banda desde hacía 13 años y necesitaba seguir adelante con sus proyectos personales.
–Si bien la banda pasó a convertirse en trío, ¿de qué manera se dio la inclusión de los dos músicos invitados que los acompañan en los recitales?
Daniel: –Llamamos a Brandon Curtis, bajista y vocalista de The Secret Machines, para que se hiciera cargo de los teclados. Es un tremendo músico al que le venimos siguiendo la pista. Mientras que hicimos audiciones para seleccionar a un bajista y al final nos quedamos con David Pajo, quien ya tocó con una larga lista de agrupaciones.
–¿De qué tratan las letras de la flamante entrega?
Paul: –Tratan acerca de muchas cosas, como de costumbre. Sin embargo, hicimos hincapié en las relaciones, bien sean amorosas o con uno mismo. Las describimos a través de un tono desconfiado y cínico, aunque también dejamos entrever cierta vulnerabilidad y algo de tristeza real. Al mismo tiempo nos tienta el juego.
–Muchas de sus canciones se tornaron en hits. ¿Cuál es la fórmula?
Paul: –Creo que sí hay una fórmula para crear un hit en la música pop, aunque cambia cada mes y no es fácil de lograr. No obstante, Interpol no hace uso de ella. Escribimos temas y a veces algunos toman vida propia. Comprendemos las estructuras de las canciones tradicionales, pero tenemos nuestras propias peculiaridades que plasmamos en la composición. En última instancia, jugamos a lo que pensamos que sería genial.
–Paul, ¿cuál es la diferencia entre las canciones de Julian Plenti, el proyecto solista que llevás adelante paralelamente, y las de la última producción de Interpol?
Paul: –Las canciones del nuevo álbum de Interpol fueron esbozadas por primera vez por Carlos y Daniel. Luego se introdujeron en los ensayos de la banda, y al final todos les metimos manos. En cambio, un tema de Julian Plenti es un trabajo fundamentalmente mío.
–Por cierto, Paul, ¿cómo te fue con Julian Plenti is Skyscraper (2009), el estreno discográfico de tu alter ego?
Paul: –No lo sé. La reacción fue buena tanto de mis compañeros de Interpol como del resto de mis amigos. No he leído ninguna crítica, con excepción de lo que reseñó iTunes, que me pareció bastante tonto.
–Les atribuyen ser uno de los responsables del rescate del post-punk. ¿Siempre se consideraron una banda del género?
Daniel: –No creo que hagamos post-punk. Esa es una opinión de la gente. Nos consideramos más bien una banda de rock moderno a la que le gusta explorar con un sinnúmero de formas musicales.
–Tras el surgimiento de Interpol, The Strokes o LCD Soundystem, la escena neoyorquina se transformó nuevamente en un referente de la música independiente en todo el mundo. ¿Qué opinión les merece el trabajo de los grupos noveles de esa movida como Vampire Weekend, The Drums o Yeasayer?
Daniel: –Nueva York es la cuna de muy buenas bandas, pero también contiene a otras que, a pesar de no ser mediáticas, desarrollan propuestas increíbles. Entre ellas las que mencionaste. Siento que la escena posee un estado de salud inmejorable en este momento. Y es que es lógico si tomamos en cuenta que ésta es una ciudad fecunda no sólo en lo musical sino en otras manifestaciones artísticas. Todo está pasando allí.
–Daniel, a partir de tu trabajo en la etiqueta Domino Records y de la relación que Interpol estableció con otros sellos independientes y del mainstream, ¿cómo ves la actual situación de la industria musical?
Daniel: –Las compañías discográficas viven un momento interesante y a la vez difícil. Y creo que los que más lo sufren son los sellos independientes, pues si un disco a las dos semanas de haber salido a la calle no logra vender lo esperado, entonces va a ser muy difícil que se recupere. Me parece que lo más atractivo radica en las posibilidades que ofrece Internet para exponer tu música. Es una estupenda chance para las disqueras más chicas y para las bandas que se encuentran en ascenso. No obstante, con eso no basta. Es un momento idóneo para generar ideas o quedarse en el intento.
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